Nacho Cardero-El Confidencial
Si hace cinco años se discutía agriamente en Europa sobre Grecia y la crisis de deuda, ahora vuelve la confrontación entre los países frugales y los narcisistas mediterráneos
«Hacen falta adultos en esta sala»
Christine Lagarde en las negociaciones con Grecia.
Ha querido el destino que el estado de alarma y la mayor caída de la actividad económica que se recuerda desde la Guerra Civil coincida en el tiempo con la distribución en las plataformas audiovisuales de ‘Adults in the room’ (2019), la película de Costa-Gavras basada en el libro de Yanis Varoufakis sobre el rescate de Grecia, rodada a mayor gloria del exministro de Finanzas, en la que este, sin embargo, queda bastante bien retratado: un economista al que el ego se le sale del friso del Partenón y siempre se ha creído mejor de lo que realmente es.
A modo de inventario sirvan los comentarios de José Antonio Zarzalejos («España no soporta un Varoufakis»), Enric Juliana («Varoufakis es un cantamañanas») y el presidente del PNV, Andoni Ortuzar («Iglesias va a tener la disyuntiva de elegir entre ser el Tsipras de la segunda época o Varoufakis»). La película, la actualidad y las negociaciones con el Eurogrupo han vuelto a poner el foco en la figura del exministro griego. No es para menos.
Varoufakis tuvo que dimitir, o fue forzado a hacerlo, y Tsipras firmó el Memorándum of Undersantding (MoU) con Bruselas, que implicaba estrictas condiciones al pueblo griego.
El dilema que tuvieron que encarar Tsipras y Varoufakis es, ‘mutatis mutandi’, como el de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
Hoy, el país heleno no solo ha salido de la UCI y se encuentra estable en planta, sino que recibe las lisonjas de Europa frente a las críticas que recorren Italia y España. «Está haciendo un trabajo estupendo conteniendo la epidemia. Si tuviera que elegir, digamos, entre Grecia y EEUU, quién debería estar dirigiendo el mundo ahora sería Grecia», escribía Yuval Noah Harari.
Si hace cinco años se discutía agriamente en Europa sobre Grecia y la crisis de deuda, ahora vuelve la confrontación entre los países frugales y los narcisistas mediterráneos —que así se refería Jeroen Dijsselbloem a los países del sur— a cuenta de las condiciones para acceder al Fondo de Recuperación de la UE destinado a paliar los daños económicos de la covid-19, un fondo cuya cuantía se eleva a 750.000 millones de euros.
El debate no es de ayer ni de ahora sino que refleja las dos visiones que sacuden atávicamente Europa, la católica, más solidaria, y la calvinista, de un tono marcadamente mercantilista, en la que hay que pagar intereses por lo que se usa o presta.
El dilema que tuvieron que encarar Tsipras y Varoufakis, y que terminó con el segundo convertido en un personaje de película y con el gobierno griego cediendo, es, ‘mutatis mutandi’, parecido al que se tienen que enfrentar Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
De ahí que no sean pocos los que vaticinen un final similar, con la implosión del gobierno de coalición español, con Unidas Podemos saliendo del Ejecutivo y un acercamiento del PSOE a tesis más ortodoxas, como las de Ciudadanos e incluso PP, tal y como sugería Ortuzar, para cumplir con las exigencias de Bruselas y sacar adelante los Presupuestos del Estado de 2021.
Creen, esta vez sí, que será el final político de Iglesias, que los hombres de negro, gris o gris marengo, cual fuera la tonalidad escogida esta vez para los ajustes, acabarán imponiendo condiciones tan severas para acceder a las ayudas, bien recortes de sueldos públicos, bien rebajas en las pensiones, que la formación morada no tendrá más remedio que rechazar y se verá obligado a salir del Ejecutivo por la puerta de atrás. Igual que Varoufakis.
A España le van a caer un porrón de millones gracias al Fondo de Recuperación. Estarán condicionados, es verdad, pero poco
Esta tesis circulaba con fuerza esta semana en Bruselas a raíz de las declaraciones de Manfred Weber —»No queremos desperdiciar el dinero en gastos del pasado, sino invertir en el futuro […]. El PPE no está dispuesto a que se financien las falsas promesas de Podemos»— y del runrún sobre el alineamiento del Partido Popular Europeo con los países frugales, una ‘liaison’ que posteriormente sería desmentida por el PP de España.
En puridad, la situación actual que encaran Sánchez e Iglesias apenas tiene que ver con la de Tsipras y Varoufakis. En primer lugar, porque Alemania ha acordado con Francia un documento que, si el resto de países dan el visto bueno, dará lugar al mayor paquete de estímulo fiscal de la historia de la UE. Esto no lo hacen solo para avanzar en la unión fiscal, el gran anhelo de la Comisión en pos de la construcción europea. Esto lo hace Merkel porque vislumbra un panorama muy negro por el coronavirus, peor incluso que de la Gran Depresión de 2008.
Además, por muchas condiciones que quieran fijar para acceder al Fondo de Recuperación, todas ellas estarán muy lejos de las impuestas en su día a Grecia. Los países frugales no exigen una condicionalidad estricta a la reducción del déficit público ni a la deuda, que se dispararán este año, sino a reformas ligadas a la competitividad y al valor añadido, algo lo suficientemente ambiguo como para dar a los países miembros amplio margen de actuación.
«Han pasado a segundo plano las consideraciones que habitualmente son determinantes al aplicar políticas expansivas de demanda: impacto sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas, consecuencias sobre la inflación, posible deterioro de los saldos exteriores, etc. Ahora, lo único importante es impulsar la demanda agregada a corto plazo», ponía negro sobre blanco el economista Alberto Nadal. «No se quieren repetir los errores de la Gran Depresión y, por ello, las autoridades de política económica están actuando con contundencia».
En Román paladino: a España le van a caer un porrón de millones gracias al Fondo de Recuperación. Estarán condicionados, es verdad, pero poco. Aplicarán conceptos lo suficientemente vagos como para que el Ingreso Mínimo Vital (IMV) de Unidas Podemos y Escrivá, por poner un ejemplo, no sea ningún problema. Al revés. Igual sucederá con los PGE de 2021. El Ejecutivo del PSOE y Unidas Podemos va a tener margen suficiente con las cuentas. Las exigencias que acabaron con Varoufakis, salvarán a Sánchez e Iglesias. Los tiempos han cambiado. También Europa. Casado tendrá que esperar.