Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
En términos interanuales revisados y por una sola décima, la Eurozona ha tenido un primer trimestre de crecimiento negativo y pone un pié en la recesión. Una noticia mala que, sin embargo, fue bien recibida y no ha tenido el relieve que podríamos sospechar y que dejó fríos a los mercados. Quizás porque aquí estamos entretenidos en otras cuestiones domésticas, como las innombrables trapacerías del fiscal general del Estado, que debe de estar convencido de que la Fiscalía General es suya y la comparte con sus amigos, como hace con las tartas de cumpleaños o las bobadas que han elegido los responsables de la selectividad en el País Vasco para incluir en los exámenes. ¿De verdad que no han encontrado nada mejor en toda la literatura y la historia escrita en castellano, o es que están ciegos de rencor y ahítos de envidia?
Bueno, pues a lo nuestro. La noticia es mala y contrasta con la buena –al menos en relativo– evolución del crecimiento español, cuyas previsiones no dejan de aumentar. La última, la realizada por la OCDE, que superaba a la reciente de la Comisión Europea. Supongo yo que con este último dato ya habremos superado el nivel previo a la crisis provocada por la pandemia, un logro inútil pero significativo que habían conseguido antes la práctica totalidad de los países miembros de la Unión Europea.
El atasco europeo es una mala noticia para ellos y, de rebote para nosotros, pues destinamos a sus mercados una buena parte de nuestras ventas al exterior que, a su vez, empujan nuestra actividad. Es decir, su parón de hoy se nos aparecerá mañana en forma de mayores apreturas.
La noticia venía precedida de otra referida el comportamiento del empleo, que compartimos, y que sirve para explicar el sorprendente hecho de que disminuya el número de las horas trabajadas mientras aumenta el número de trabajadores que cotizan a la Seguridad Social.
El empleo ha aumentado en la UE un 2,3%, lo que supone, nada menos, que 3,6 millones de personas más que, curiosamente, han trabajado un 1,6% menos de horas. Una tendencia que apareció con los ERTE de la pandemia y que se resiste a abandonarnos. ¿Las causas? Pues el imparable avance de los empleos públicos y de los relacionados con la construcción, que suponen dos tercios del total de nuevos empleos y que son sectores en donde se trabajan menos horas que la media.
¿Es normal? Lo de la construcción va a su ritmo; lo de los empleos públicos marca una tendencia de la que quizás nos arrepintamos pronto.