Ignacio Camacho.ABC
- Andalucía ha descubierto un hecho diferencial inopinado: la rara estabilidad de una coalición entre el PP y Ciudadanos
Durante la Transición, en la etapa del desarrollo del Título Octavo, se hizo célebre el debate sobre los ‘hechos diferenciales’. Todas las autonomías en ciernes buscaban características simbólicas, a menudo meros detalles, sobre las que cimentar el improvisado proceso de construcción de identidades. Hubo episodios pintorescos, como el de las carreras de trotones en Baleares que tanto divertía al maestro Campmany, y todavía hoy algunas regiones -ahí está Asturias con la cooficialidad del bable- insisten en enfatizar ciertas peculiaridades.
En los últimos tres años, Andalucía ha descubierto un hecho diferencial inopinado: la estabilidad de un gobierno de coalición entre el PP y Ciudadanos que en el panorama político nacional constituye un ejemplo ciertamente raro. Es la única alianza de centro derecha que no sólo no ha acabado a trompazos sino que aspira a agotar el mandato e incluso a renovarlo si Cs logra sobrevivir al descalabro y sacar unos cuantos diputados. La clave de esta singularidad reside en algo tan sencillo como que ambas partes han sabido evitar desencuentros para centrarse en la gestión honesta de sus acuerdos desde la conciencia de estar compartiendo un solo proyecto. Las diferencias, que las ha habido, se han solucionado de puertas adentro, blindando la alianza frente a los vaivenes internos que ambos partidos han sufrido en los últimos tiempos. En pleno acoso de los populares a Cs en busca de su desmembramiento nadie ha apoyado tanto a Juan Marín como Juanma Moreno, que a su vez ha podido contar con un sólido respaldo en sentido inverso. Juntos han liberalizado una economía dependiente, rebajado impuestos, reforzado el sistema sanitario y superado lo peor de la pandemia con buena nota en los sondeos. Y ambos sueñan hoy, fiesta autonómica del 28 de febrero, con volver a celebrarla en el poder durante otro cuatrienio.
Si ocurre será con otra correlación de fuerzas. En las elecciones, que con alta probabilidad tendrán lugar en junio, Cs no tiene garantizada su supervivencia y Vox se perfila como claro beneficiario del corrimiento de tierras en el voto de la derecha. Moreno mira de reojo a Castilla y León temiendo que una posible entrada de los de Abascal en el Ejecutivo le rompa la estrategia: el presidente de la Junta sospecha que la percepción anticipada de Macarena Olona -candidata de indiscutible tirón- como vicepresidenta ‘in pectore’ puede movilizar a una izquierda en la que el moderado Juan Espadas no despierta pasiones acérrimas. El congreso de entronización de Feijóo actuará como lanzadera de una campaña que el PP contemplaba con ventaja franca antes del terremoto de la última semana. Ahora hay que recoger la baraja desparramada y repartir de nuevo las cartas para ver si la excepción andaluza se salva de tanta convulsión inesperada… y si el fin de ciclo del sanchismo era algo más que una percepción falsa.