Miquel Giménez-Vozpópuli

Hay tantas clases de manifestaciones que el españolito de a pie acaba perdiéndose. Las hay de esas que los plúmbeos sabelotodo califican de “históricas”, las hay necesarias y de noble cepa, las hay pergeñadas en despachos de oscuros intereses, incluso las hay sin apenas asistentes porque, insistimos, el desconcierto es total y al sistema ya le va bien que andemos como vaca sin cencerro.

Pero la del próximo domingo en Barcelona, convocada por Sociedad Civil Catalana bajo el lema “No en mi nombre. Ni amnistía ni autodeterminación”, es mucho más. Es un grito de angustia, rabia e indignación respecto hacia los que pretenden destruir nuestra convivencia para cambiarla por otro régimen en el que sólo puedan opinar, decidir y mandar los peores, los delincuentes, los asesinos, los inútiles; un sistema que no tendría en cuenta los intereses de la nación y que va derechito a dinamitar lo poco que queda en pie de la clase media, a rematar su obra de violencia contra la mujer y los niños, que adoctrina y pervierte la historia, que niega el mérito consagrando el tres por ciento, el sobre envuelto de mierda y el servilismo partidista.

Esto hay que pararlo. Democráticamente, sí. Pacíficamente, también. Sin violencias, por descontado. Pero no puede seguir adelante ni un segundo más. Por eso el domingo en Barcelona no deberían manifestarse sólo “los catalanes”, interpretación tan sesgada como ignorante. Porque si Cataluña es España, que lo es, deberemos ser todos los españoles quienes reaccionemos ante esa banda que pretende pasarse por el arco de triunfo la igualdad entre todos. Lo que se dirime este domingo no afecta únicamente a Cataluña porque el cáncer procesista se ha extendido por todos los rincones del país. Es el problema de la gente que ama la libertad, el orden, la ley y entiende que gracias a la Constitución y a la Transición ejemplar que se realizó con Su Majestad Don Juan Carlos I a la cabeza, pese a quien pese, hemos vivido el periodo de prosperidad y paz más largo en los últimos siglos.

Comprendo que no todos puedan venir a mi ciudad, aunque me consta que existen medios para hacerlo a coste cero gracias a las donaciones de personas que saben compartir su riqueza cuando de una cuestión tan grave se trata. Como catalán y español, gracias, de todo corazón.

Nadie tiene derecho, repito, nadie, a cruzarse de brazos y decir que son cosas de catalufos y que ya nos apañaremos

Pero si se pueden organizar más convocatorias de este tipo en todos los puntos del mapa. Hay que demostrar que los españoles no somos borregos sin capacidad de respuesta ante las tropelías gubernamentales. Nadie tiene derecho, repito, nadie, a cruzarse de brazos y decir que son cosas de catalufos y que ya nos apañaremos, porque quienes quieren amnistiar a delincuentes prófugos de la justicia también son un peligro para ellos, también atentan contra sus derechos constitucionales, también acabarán conchabados con lo peor de sus ciudades y de sus comunidades autónomas.

Sánchez y su banda tendrán el BOE, los resortes del estado, los medios de comunicación, incluso puede que tengan a la justicia narcotizada. Pero no tienen a este pueblo que ha dicho basta ya y que sabe ponerle las peras a cuarto a quienes pretenden erigirse en dictadores haciendo y deshaciendo leyes a su acomodo. Sé que es importante que el domingo estén compartiendo lucha y nación personalidades como Feijoó, Abascal o Ayuso. Sé que el hecho de que socialistas y comunistas no estén los señala, por si alguien todavía tenía dudas, como cómplices de los delincuentes. Pero lo importante es que nosotros, la gente de a pie, esa fiel infantería que conformamos los que no tragamos con el sanchismo ni el separatismo, estemos ahí, dando testimonio de nuestra férrea voluntad. Es imperativo, porque, repito, esta manifestación es excepcional y no valen excusas. Todo lo demás, cobardía. Nos vemos en el Paseo de Gracia el domingo, si Dios quiere.