EL PAIS – 31/10/15
· El obispo Uriarte admite que la Igflesia vasca «se preocupó de forma tardía de las víctimas».
Carmen Gisasola, disidente de ETA, ha proclamado este viernes ayer que la lucha armada fue “una auténtica barbaridad” que tanto la banda como la izquierda abertzale deben reconocer como tal por el “sufrimiento injusto” causado. Gisasola, arrepentida de su pasado terrorista, ha animado a quienes ejercieron o apoyaron la violencia a realizar “una reflexión crítica”.
“Para reparar el daño causado, es importante poner en cuestión toda la violencia injusta utilizada para conseguir objetivos políticos por encima de la dignidad de las personas”, ha manifestado la exdirigente de ETA en unas jornadas sobre Los valores de la autocrítica, organizadas en San Sebastián por la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco y el Instituto Globernance.
Gisasola, acogida a la vía Nanclares tras haber repudiado a ETA y de la que fue expulsada junto al resto de integrantes de este grupo de etarras arrepentidos, ha reconocido que era “consciente del sufrimiento” que estaba causando mientras militó en la banda armada y entonces la justificaba “por motivos políticos”. Tras lamentar su pasado criminal, Gisasola defiende ahora una autocrítica “más allá de lo personal”: “El reconocimiento del mal no solo nos atañe a los autores directos, sino a toda la izquierdaabertzale, por su responsabilidad política” en los crímenes. “Tiene que haber un cambio de cultura política por parte de los grupos que han silenciado y apoyado ante la violencia”, ha sentenciado.
Los nudos de la convivencia
Las jornadas sobre la autocrítica, en las que intervendrá la expresa arrepentida de ETA Carmen Guisasola y cerrará este sábado el lehendakari, Iñigo Urkullu, han sido inauguradas por el secretario de Paz y Convivencia vasco, Jonan Fernández, quien ha manifestado que el reconocimiento del error «puede contribuir a superar algunos de los nudos en los que está trabada nuestra convivencia».
La rectificación, ha dicho Fernández, «tiene un papel decisivo en la oxigenación y en la viabilidad de la convivencia», aunque ha reconocido que ponerla en práctica «produce vértigo y temor».
«La autocrítica es un poder esencial en manos del ser humano con una incidencia decisiva en todos los planos de la vida y la convivencia», ha insistido, pese a ser un ejercicio de revisión del pasado que no está «suficientemente valorado en la realidad personal, educativa, social o política» actual.
El secretario de Paz ha propuesto que la autocrítica se dé en cuatro ámbitos: «En la violencia de ETA, ETA pm, Comandos Autónomos y similares, en la estrategia de socialización del sufrimiento, la kale borroka y las amenazas a miles de personas, en la responsabilidad por un ejercicio ilícito de la violencia estatal y en la falta de atención de las víctimas».
Gisasola ha admitido que cometió “auténticas burradas en nombre del pueblo”, pero ha concluido con la siguiente reflexión: “Mucha gente que nos incitaba en la juventud a entrar en ETA están hoy sentados en sillones con puestos relevantes, sin responsabilizarse de lo ocurrido, dejando de lado a los presos como si no hubiésemos estado todos en el mismo barco”.
Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián (Gipuzkoa), ha predicado hoy con el ejemplo. En las mismas jornadas, ha entonado elyo, pecador en nombre de la Iglesia vasca por el papel que ha jugado la institución eclesial durante los años de la violencia terrorista. «Es cierto que la Iglesia vasca se preocupó más de la pacificación que de las víctimas». Y ha añadido: «Tomó conciencia de forma tardía del problema» de los damnificados por el terror.
El encuentro organizado, entre hoy y mañana, por la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco y el Instituto Globernance ha dado rienda suelta a las reflexiones que suscita el reconocimiento del error propio en el caso vasco desde el punto de vista filosófico y ético, a cargo de los profesores Daniel Innerarity y Txetxu Ausín, la visión literaria que ha ofrecido el escritor y sociólogo Ramón Saizarbitoria, o del humanismo cristiano por parte de Uriarte.
El prelado ha comenzado su intervención con un llamamiento al conjunto de la sociedad, incluida «la misma Iglesia», para que haga autocrítica por su actitud durante los años de la violencia terrorista. Pero en el turno de preguntas ha sido interpelado sobre las críticas que algunas víctimas han manifestado por la «desatención» que han recibido del clero vasco. En ese momento, Uriarte ha entonado el mea culpa al afirmar que «es cierto» que la Iglesia vasca «se preocupó más de la pacificación que de las víctimas«.
Uriarte, que participó como mediador en las conversaciones entre el Gobierno de Aznar y la banda terrorista ETA durante la tregua de 1998, ha admitido que la Iglesia vasca, acusada desde algunos sectores de no ser suficientemente contundente contra la violencia terrorista, «tomó conciencia de forma tardía del problema de las víctimas».
No obstante, el obispo ha querido precisar que «hay que diferenciar a las víctimas de los colectivos de víctimas del terrorismo», porque estas asociaciones «nos han demonizado al acusarnos en algún caso de estar más cerca de ETA», algo que el religioso ha negado. «No han llegado a derramar sangre, pero han llegado a realizar agresiones verbales duras» contra la Iglesia, ha comentado en alusión a los colectivos de víctimas.
Uriarte ha opinado que la violencia ejercida por grupos parapoliciales «creó otras víctimas» que, a su juicio, «tienen todo el derecho a que la palabra víctima no sea monopolizada» por tratarse de «una apropiación exclusiva que no es justa».
«Todos debemos hacer autocrítica», ha enfatizado Uriarte: «Primero, los máximos responsables de la violencia. Tras ellos, quienes les ensalzaron y les dieron cobertura. También los partidos políticos que no supieron anteponer la causa de la paz a sus intereses partidarios, los responsables políticos de los abusos de la lucha antiterrorista, los grupos parapoliciales y la misma Iglesia, por la pasividad de bastantes de sus miembros y las complicidades de algunos pocos».
El escritor Saizarbitoria, autor de obras como Ehun metro (100 metros), Hamaika pauso (Los pasos incontables) y Martutene, en las que ETA y el conflicto vasco están muy presentes, ha defendido ser «inflexibles» en la atención a las víctimas, porque «hemos sido tolerantes con la intolerancia demasiado tiempo». Ha defendido «consensuar un relato» de lo ocurrido durante los 50 años de actividad criminal de la banda, y en este sentido ha planteado reconocer que «ETA sólo ha producido muerte y sufrimiento, que «gran parte de la sociedad vasca apoyó y toleró sus acciones y que el «terrorismo de Estado fue una respuesta equivocada que causó un daño irreparable a la democracia».
Innerarity ha afirmado que una sociedad «herida por la violencia» debe realizar «un ejercicio de revisión», aunque «no todos debemos hacer el mismo recorrido, pero sí llegar al mismo destino: el rechazo de la violencia y la defensa de los derechos humanos».
«Hay un tendencia cobarde a aceptar la autocrítica siempre que la hagan también los demás. Es como si la autocrítica del prójimo compensa mis males», ha lamentado el catedrático de Filosofía Social y Política.
EL PAIS – 31/10/15