Juan Ramón Rallo-El Confidencial
- ¿Hace falta promover un nacionalismo secesionista madrileño para recibir un trato equitativo y ser, simplemente, respetados?
Pero hete aquí que, acto seguido, cuando se le pregunta si esa armonización fiscal afectaría también al régimen tributario de País Vasco y Navarra, su respuesta sí resulta estupefacientemente incoherente: “Lógicamente, la propuesta que haga el Gobierno va a ser completamente respetuosa y escrupulosa con el reparto competencial que tiene nuestro país y con las comunidades de régimen foral. Tienen los estatutos que tienen y eso se tiene que respetar”. Al parecer, pues, Nacho Álvarez no entiende que la Comunidad de Madrid ejerza como considere oportuno su autonomía fiscal, pero sí entiende que lo hagan País Vasco y Navarra porque ese es su privilegio histórico. Si quisieran suprimir patrimonio y sucesiones en País Vasco y Navarra, bienvenido sea; si se sigue ese mismo camino en Madrid, completamente intolerable. El reformismo igualitarista de Podemos, la lucha contra las estructuras tradicionales que perpetúan privilegios de clase, termina en la frontera del nacionalismo.
Entiéndaseme: como liberal defiendo la descentralización jurisdiccional y, por tanto, también la fiscal. No tengo el más mínimo interés, más bien al contrario, en eliminar los conciertos vasco y navarro (aunque el cupo sí debería recalcularse con rigor). De hecho, me gustaría extenderlos a todas las provincias españolas. Pero por eso mismo me opongo al proyecto de recentralización fiscal asimétrico que plantea ese Gobierno en aras de la igualdad a golpe de represión tributaria. Y, del mismo modo, comprendería la lógica (aunque no la compartiría en absoluto) del hombre de izquierdas que aboga por la centralización fiscal al más alto nivel y, por tanto, rechazara a la vez la autonomía fiscal de Madrid y ‘también’ la de País Vasco y Navarra.
Lo que resulta abracadabrante es que el discurso de la izquierda patria consista en atacar a Madrid como (falso) paraíso fiscal (dejémoslo claro: si Madrid fuera un paraíso fiscal, el Portugal socialista también lo sería y por exactamente los mismos motivos) al tiempo que no solo no calla por vergüenza ante el singular régimen fiscal de País Vasco y Navarra, sino que incluso lo defiende con uñas y dientes sin vergüenza alguna. Hasta cierto punto me parecería más coherente que alguien defendiera la autonomía fiscal de Madrid atacando la vasca y navarra que al revés, puesto que esas dos autonomías no participan de la redistribución interterritorial, cosa que Madrid sí hace y además con fruición. ¿Qué tal si se nos obliga a subir patrimonio y sucesiones en Madrid al tiempo que se nos saca del régimen común y se nos permite gestionar internamente toda la recaudación fiscal de la gestión? ¿Seríamos así más solidarios con el resto de españoles que bonificando patrimonio y sucesiones pero aportando 20.000 millones de euros anuales a las arcas comunes?
De nuevo, entiéndaseme: puede que políticamente la supresión del concierto vasco y navarro no sea sencilla y, por tanto, no esté al alcance de nadie de Podemos. Pero mucho menos sencillo es el establecimiento de una república y no por ello Podemos deja de dar esa batalla. En este caso no: o bien porque genuinamente no creen que deban abolirse los conciertos o bien porque no quieran perder ni votos regionales ni el apoyo parlamentario del nacionalismo. O incoherencia o cobardía. En cualquier caso, desigualdad y sumisión mansa ante unos privilegios que, a sus ojos, consolidan desigualdades. Todo lo que no debería ser la izquierda pero que lo es, salvo cuando se trata de atacar la autonomía fiscal de Madrid.
En suma, ¿los ricos vascos y navarros tienen más derechos sociales no ya que los ricos madrileños (que eso por supuesto) sino también que los pobres madrileños (no digamos ya que los pobres extremeños)? Ciudadanos de primera y de segunda bajo la rúbrica progresista de Podemos. Casta y privilegio. ¿Hace falta promover un nacionalismo secesionista madrileño para recibir un trato equitativo y ser, simplemente, respetados?