Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL, 24/8/12
A ese falseamiento contribuyen decisivamente quienes, como López, hace coincidir la jornada de reflexión con el aniversario de ese maquillado comunicado etarra y quienes, como Rajoy, le dieron la bienvenida como si de una «buena noticia» se tratara.
Dicen los batasunos que las elecciones que acaba de convocar Patxi López para el próximo mes de octubre servirán para «deshacer un Parlamento que falsea la realidad sociopolítica vasca», en referencia a la Ley de Partidos, que impidió a los proetarras presentarse en los comicios de 2009.
Manda narices que los nacionalistas se refieran al falseamiento de la «realidad sociopolítica vasca», cuando radican su programa en un invento histórico tan delirante como el que considera que las tres provincias vascas constituyen, junto con Navarra y el sur de Francia, una nación ocupada y subyugada por los Estados español y francés. Pero dejemos al margen el falseamiento de la realidad histórica y centrémonos en el presente. Y es que, para falseamientos de la realidad, hablemos, para empezar, de los cientos de miles de vascos y navarros que el brazo armado de la izquierda abertzale halimpiado del censo electoral, ya sea porque los ha asesinado o porque los ha forzado a abandonar su tierra.
Se dirá que el Gobierno ya se ha puesto a la tarea de subsanar esa violenta adulteración del proceso democrático perpetrada por ETA; o que la organización terrorista ya ha anunciado un cese «definitivo» de su actividad criminal. Sin embargo, el proyecto legislativo del PP, destinado a que las diásporas vasca y navarra puedan votar en las elecciones autonómicas, ni va a estar operativo para octubre ni va a subsanar del todo los efectos que provoca el persistente y ocultado hecho de que el brazo armado de la izquierda abertzale no se ha disuelto ni ha sido totalmente desarticulado. Y es que, frente al espejismo –sostenido fundamentalmente por miembros de la clase política española– que equipara el nauseabundo comunicado terrorista de octubre del año pasado con la llegada de la paz y la libertad al Pais Vasco está el hecho de que ETA sigue ahí, tutelando todo el proceso y condicionado ese supuesto «cese definitivo» a la consecución no sólo de los beneficios penitenciarios que demandaba, y que en cierta medida ya está obteniendo, también de los objetivos políticos que abandera su tolerado brazo político.
El auténtico falseamiento de la realidad sociopolítica vasca está en considerar que la coalición, con la que ETA pretendía, según el Tribunal Supremo, burlar la Ley de Partidos es una formación democrática, equiparable a cualquier otra de las que intervienen en cualquier otra democracia.
Naturalmente, tampoco podemos ignorar que una parte importante y, desgraciadamente, creciente del electorado vasco está dispuesta a brindarle su apoyo. Esto también forma parte, sí, de la realidad sociopolítica vasca. Y el jaleo de asesinos como el torturador de Ortega Lara. Pero la Ley de Partidos no pretendía ignorar o falsear esa realidad, sino combatirla. Y la democracia tiene no sólo el derecho sino el deber de impedir que esa realidad totalitaria tenga reflejo en las instituciones. La tolerancia no se fortalece sino que se debilita si se le ofrece a los intolerantes, lo mismo que ocurre con las instituciones que se abren a los que tratan de subvertirlas desde dentro.
Ignorar el chantaje implícito que conlleva el comunicado de alto el fuego terrorista, cerrar los ojos ante la persistente negativa de la izquierda abertzale a condenar los atentados, tratar a las nuevas marcas electorales de ETA como partidos convencionales y fingir que en el País Vasco ya reina la paz y la libertad es el mayor falseamiento de la realidad sociopolítica vasca. Claro que a él contribuyen decisivamente quienes, como Patxi López, hacen coincidir la jornada de reflexión con el aniversario de ese chantajista comunicado de alto el fuego, supuestamente definitivo; y quienes, como Rajoy, le dieron la bienvenida como si de una «buena noticia» se tratara.
Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL, 24/8/12