DIARIO VASCO, 25/3/12
Denuncia que desde que ETA asesinó a Eugenio se han sentido «ignorados y despreciados por un sector de la sociedad»
«La equivocación suprema es el asesinato en sí, sea de quien sea». Así se expresó ayer la familia de Eugenio Olaciregui, asesinado por ETA en 1997, acusado por la banda terrorista de ser el delator de Valentín Lasarte. Quince años después, el propio etarra acaba de confirmar ante el juez la afirmación que los allegados del asesinado han mantenido durante estos años de que su único delito fue ser elegido como «cabeza de turco». Las palabras del etarra en las que revela que la llamada que le delató fue hecha por una mujer confirman «la verdad» de la familia.
Con sus «modos mafiosos» y con el objetivo de «justificar lo injustificable», ETA trató a Eugenio Olaciregui de «chivato», explicó la familia de esta víctima de ETA ayer en San Sebastián. Su viuda Koro Villalba, su hermano mayor Miguel Mari y su cuñada Edurne Albizu, actual alcaldesa de Zegama, entre otros allegados, comparecieron ante los medios días después de la reapertura del sumario por el asesinato y de las declaraciones de Lasarte.
Vendedor de bicicletas
Cuando le mataron, Eugenio Olaciregui trabajaba como vendedor de bicicletas en una empresa de Oiartzun. El 25 de marzo de 1996, el miembro del comando Donosti Valentín Lasarte acudió junto a Idoia Arrieta a ese establecimiento para comprar dos bicis, y ETA llegó a la conclusión de que fue él quien le delató. Entonces tenía 39 años, estaba casado y era padre de dos hijas de 9 y 2 años. «La única manera de que se probara que Eugenio no fue el delator era que alguien hablara. Y eso es lo que ha ocurrido», aseguró Albizu.
Ante estos hechos, la familia insiste en que no acepta la lógica macabra de la «equivocación» y esgrime que «ningún asesinato está justificado, porque matar a una persona no es defender un ideal. Siempre será matar a una persona».
Manifiestan que estos quince años han sido de «sufrimiento» porque la falsa acusación de «chivato» ha supuesto «para Eugenio y para nosotros una condena añadida». También confiesan que se han sentido «ignorados, incomprendidos e incluso despreciados por un sector importante de la sociedad», que ha hecho que «esta carga sea para nosotros aún más pesada y más dolorosa». Tampoco quieren ocultar su pesar y su impotencia por otro sector de la sociedad que «ha callado demasiado» y lamentan que «el miedo, la vergüenza, la desidia y el pasotismo» han sido durante las últimas décadas «pésimas características» que han acompañado a parte de una sociedad «atemorizada», pero también «distante con el sufrimiento ajeno».
No obstante, los allegados de Olaciregui también han querido agradecer las muestras de cariño de la gente. «Nos hemos sentido arropados. Ya lo dijimos en el año 1997 y lo volvemos a decir». Sostienen que guardan una inmensa gratitud a las personas y colectivos sociales que nos han apoyado y nos han ayudado a hacer más llevadero el profundo dolor por el asesinato de nuestro hermano».
En cualquier caso, la familia de este asesinado por ETA celebra la llegada de nuevos tiempos en los que «ya se habla y se escribe sin parar de paz, reconciliación, perdón, arrepentimiento, víctimas y victimarios, algo que es muy necesario en estos momentos». Sin embargo, aseguran que ninguna paz que se arregle, que se componga entre colectivos más o menos representativos, en foros donde «se confunda la discreción con la falta de transparencia, en mesas de dudosa representatividad, será completa hasta que toda la sociedad se vea totalmente implicada».
La familia Olaciregui terminó la comparecencia con el convencimiento de que «el mejor homenaje que se puede hacer a Eugenio y al resto de las víctimas del terrorismo es que, amén del camino que deben recorrer los terroristas, también la sociedad ponga los cimientos para que nada de esto se repita».
DIARIO VASCO, 25/3/12