El presidente feliz no se quiere percatar de que Batasuna actúa desde el verano con todas las de la ley. Y que, al reclamar el «respeto total a su actividad política» está exigiendo que se derogue la Ley de Partidos que les mantuvo en el ostracismo durante un breve espacio de tiempo.
Si hay algo que no suele admitir Batasuna son los consejos. Una formación ilegalizada cuyos portavoces reclaman que las leyes y el marco político deben adaptarse a su voluntad, y no al revés, echa en saco roto que el mismo presidente Zapatero les indique el camino por donde deben dirigirse hasta el paraíso de la legalización. Por muy oportuno y solemne que haya sido el momento elegido por el presidente, en la Fiesta de la Hispanidad, para anunciarles la garantía de cierta seguridad jurídica en el caso de que decidan de una vez sentar la cabeza y empezar a someterse a las normas de la democracia.
Pero es que Zapatero yerra por la base de su planteamiento. Asegura que existen fórmulas «para que Batasuna cumpla la Ley de Partidos». Y eso es, precisamente, lo que no quiere hacer Batasuna. Por eso les cuesta admitir ciertas fórmulas a pesar de ser conscientes de que el tiempo pasa y quedan pocos meses para la campaña electoral.
Puede ser debido al estado de felicidad en el que se encuentra sumido Zapatero cuando va a Cataluña (entre otras cosas porque no le agreden los intolerantes gracias al cordón policial que para sí lo quisieran los perseguidos del PP), pero el caso es que se muestra convencido de que la legalización de Batasuna es cuestión de papeleo. Puro trámite. Un paseíllo por la ventanilla, con toda naturalidad. Con la misma que se producirá el acercamiento de presos «cuando toque».
Al PNV, que empieza a cansarse de su papel secundario en este pulso, le parece familiar el guiño del presidente; le recuerda, en parte, al plan Ibarretxe. Y no le falta razón. Porque todos, antes que Zapatero, ya le aconsejaban a Batasuna que tuviera el arrojo de Aralar; por ejemplo. Pero ellos, ni caso. Así es que, se ponga como se ponga el presidente del Gobierno, a Batasuna no le parece serio que a estas alturas se entretenga con las triquiñuelas para recuperar la legalidad. El presidente feliz no se quiere percatar de que Batasuna actúa desde el verano con todas las de la ley. Y que, al reclamar el «respeto total a su actividad política» está exigiendo que se derogue la Ley de Partidos que les mantuvo en el ostracismo durante un breve espacio de tiempo.
Total, que la misma Batasuna que hace un par de días hablaba de la existencia de un buen punto de partida porque todas las fuerzas favorables al proceso coincidían en que «existe un problema» ha vuelto sobre sus pasos. «Estamos ante un bloqueo que Zapatero niega». Eso dicen mientras a Zapatero, tan pendiente del desmarque continuo del PP (tanto que le ha llevado a pronunciar una de las frases más desafortunadas de su legislatura: «yo siempre estoy feliz, me siento cómodo en Cataluña, no como otros dirigentes») un informe de la ONU le ha colado un gol calificando a los terroristas de ETA de «presos políticos». Un paso adelante; dos atrás.
Tonia Etxarri. El Correo, 14/10/2006