ME REFIERO a Pablo y Mariano, una pareja que se necesita, no a Irene y Pablo, una pareja que se refleja. Porque a eso se redujo la sesión parlamentaria de ayer: a constatar que la minusvalía electoral de Rajoy necesita de la minusvalía intelectual de Podemos. Y viceversa.
Y antes de que la inquisición zurda de las juntaletras y los juntoletros linche a Ana Oramas por reprocharle al macho alfa de Podemos «ese tonito, ese tonito» y recordarle que «ya sabemos que no le gustan las mujeres no sumisas», recordando a la Montero (Mariló) de la que dijo que «la azotaría hasta sangrar», vamos a imaginar, que es gratis. ¿Que se hubiera dicho en una España más libre que la actual, si en la moción de censura contra Suárez, Felipe hubiera tenido como telonera a Carmen Romero? ¿Y si ella se hubiera tirado dos horas insultando a grito pelado a Suárez y a UCD, siguiendo el guión-tebeo escrito por Felipe, lector devotísimo de Mortadelo y Filemón?
Más cerca en el tiempo: imaginemos que Aznar, como tantas veces se le pidió, hubiera presentado una moción de censura contra González, y le hubiera precedido Ana Botella, que, con la complicidad de la presidencia y tras dos horas echando espumarajos por la boca contra el Presidente, su partido y el que inventó el socialismo, concluyera diciendo:
– Y termino, señora presidenta: ¡Váyase, señor González! ¡Mi Jose vale mucho más y como presidente lo hará veinte veces mejor que usted!
¡Qué no dirían ante ese acto de nepotismo conyugal los pre-escolares y las pre-escolaras! Que si florero, que si hija o nieta de, que si del colegio o la familia cual, que si ignorante, que si necia, que si…
Pues lo que vimos ayer fue peor: una iletrada aspaventosa que citaba a Clara Campoamor y respaldaba el referéndum separatista catalán, ignorando que Campoamor se mostró radicalmente contraria al Estatuto catalán en la medida que menoscabara la soberanía nacional. Y que la izquierda la echó de la política por lograr el voto femenino con el apoyo de la derecha. ¿Lo sabe? ¡Ni quiere saberlo! La feliz pareja exhibió el peor discurso del odio: el del odio a estudiar, por el riesgo de aprender algo.
Aunque está claro que a Mariano le conviene Pablo y viceversa, a la feliz pareja turriona se le fue la mano –ese tonito– en la moción contra la pareja feliz. Algo hará la Sexta para recasarlos.