Los dos personajes que celebraban la fiesta de Stormont son los líderes de dos extremismos que impidieron un acuerdo que pudo llegar hace más de treinta años. Ahora, al final de la orgía de odio y sangre, se sientan en las instituciones desplazando a los moderados, a los que desde el principio optaron por las vías pacíficas. Una fiesta profundamente amarga.
HAY que tener unas buenas dosis de ignorancia, o de relativismo moral, o, simplemente, de frivolidad, para invitarnos a los españoles a tomar ejemplo del acuerdo de Irlanda del Norte. Incluso para invitarnos a sumarnos a la fiesta, la fiesta de los extremistas que tanto reían el martes en el palacio de Stormont, Ian Paisley y Martin McGuinness. Y que lo hacían después de más de 3.500 muertos, 3.500 muertos en los que uno de ellos, McGuinness, tiene una responsabilidad directa, y el otro, Paisley, indirecta.
En sus carcajadas, olvidaron la historia, su historia, la que ha recordado en dos magníficos artículos en El Correo Rogelio Alonso, el mayor especialista español en Irlanda del Norte («Nacionalismo frente a derechos y libertades», 1-IV-2007, e «Irlanda del Norte: aprendiendo a ser demócratas», 9-V-2007). El IRA, por un lado, e Ian Paisley, al frente del unionismo radical, por otro, rechazaron en 1974 el intento de poner en marcha una Asamblea autonómica. Es decir, rechazaron lo que ahora han aceptado. Desde aquel rechazo, han sido asesinadas muchas personas para llegar al mismo acuerdo, el que tuvieron en sus manos en 1974.
Es cierto que Paisley no ha estado vinculado al terrorismo unionista como Adams y McGuinness sí lo han estado al del IRA. Pero ha dado cobertura ideológica a ese terrorismo. Como también ha mostrado Rogelio Alonso a través de sus entrevistas a terroristas («Matar por Irlanda. El IRA y la lucha armada»), muchos terroristas unionistas han declarado haberse sentido inspirados por el liderazgo de Paisley.
Esos son los personajes que celebraban la fiesta de Stormont, los líderes de dos extremismos que impidieron un acuerdo que pudo llegar hace más de treinta años. Y que, ahora, al final de tanta orgía de intolerancia, odio y sangre, se han sentado en las más nobles y democráticas instituciones desplazando de ellas a los moderados, a los que desde el principio optaron por las vías pacíficas. Quizá sea una fiesta, pero triste y profundamente amarga.
En cuanto a la comparación con España, es de una grosería intelectual y de una perversión ideológica impresionante. Incluso ha habido un analista que ha relacionado a Rajoy con Paisley sugiriendo que si Paisley ha dicho ahora sí, quizá también Rajoy lo haga. La barbaridad analítica no es inocente. Planea detrás de muchas de las invitaciones a la emulación a Irlanda del Norte. Como si Rajoy, el PP y la mayor parte de los socialistas fueran unionistas radicales que se han opuesto a la autonomía del País Vasco, que han odiado y discriminado a los vascos, y, sobre todo, que han alimentado y aleccionado un terrorismo español que hubiera sido responsable de algo más del 40 por ciento del total de los asesinatos, que es más o menos la cifra del terrorismo unionista frente al casi 60 por ciento del IRA.
Ésa es nuestra profunda diferencia, que aquí sólo tenemos un bando extremista y violento, el del IRA. En el otro, sólo hay demócratas y víctimas.
Edurne Uriarte, ABC, 10/5/2007