Aquí se conmemoraba, con distinto entusiasmo, la fecha de la aprobación del Estatuto hasta que en 1998 el PNV comunicó a la plebe que el Estatuto, del que tanto se había servido, ya no le interesaba: insuficiente para las aspiraciones independentistas. Desde entonces, sólo los constitucionalistas han celebrado la fecha de referencia de la autonomía de Euskadi.
Treinta y dos años. Ese es el tiempo que habrá tenido que esperar el País Vasco para poder contar con el día de fiesta oficial de la comunidad. El próximo 25 de octubre se cumplirán tres décadas de la aprobación del Estatuto de Autonomía. Pero hasta el 2011 no figurará esa fecha como fiesta oficial en el calendario. Tal como venían reclamándolo los partidos constitucionalistas desde hace años. Cataluña tiene su 11e de setiembre, Andalucía, el 28 de febrero. Galicia, el 25 de julio, y otras tantas comunidades más festejan su día. Pero Euskadi, no. La bronca ha traspasado los límites lúdicos. Y el Pais Vasco no ha tenido su ‘Euskadi eguna’ sencillamente porque los nacionalistas se resistían a reconocer al Estatuto como la fiesta vasca con mayúsculas, una fiesta sin siglas partidarias, de todos y para todos.
Lejos de considerar el Estatuto como un marco de convivencia (aprobado por cierto con el mayor consenso desde la Transición), llegaron a considerarlo como una «carta otorgada». No era de extrañar, pues, que cada vez que algún grupo constitucionalista proponía que el 25 de octubre fuera considerado una fiesta de guardar, aplicasen el rodillo de su mayoría en el Parlamento y la fiesta nunca se pudiera reconocer. Se conmemoraba la fecha, con distinto entusiasmo, hasta que en 1998 el PNV dio el carpetazo. Y mandó parar comunicando a la plebe que el Estatuto, del que tanto se había servido y que había facilitado entre otras cosas la puesta en marcha de las instituciones en las que se apoyaba el Gobierno, ya no le interesaba. Insuficiente para las aspiraciones independentistas que habían permanecido en un gran letargo durante los mandatos de Ardanza.
El viraje radical del PNV, como reacción al espíritu de rebelión que se suscitó en las calles tras el asesinato de Miguel Angel Blanco, le llevó a refugiarse en el Pacto de Lizarra abandonando el consenso y centrándose en la concentración de las fuerzas nacionalistas. Fracasó el pacto con Batasuna, que tenía como objetivo la ruptura camuflada con España, y a partir de ahí, el País Vasco vivió un ambiente político de colisión permanente, aderezado con el plan del anterior lehendakari que desató una tormenta de enfrentamiento político irrespirable. No tenía sentido que dirigentes que se identificaban con un plan cuyo preámbulo hablaba de «un pueblo vasco asentado geográficamente en siete territorios» y que tanto le gustó a Otegi cuando lo oyó en el Parlamento, celebrasen el Estatuto de Gernika.
Conviene hacer memoria. Desde el 98, sólo las fuerzas constitucionalistas y colectivos cívicos celebraban el aniversario del Estatuto. Es necesario recordarlo. De lo contrario, los jóvenes que no vivieron los primeros años de la autonomía pueden creer ahora, escuchando al jelkide Andoni Ortúzar, que el PNV siempre ha tenido una deferencia con la fecha conmemorativa de la aprobación del Estatuto, aunque fuese con mensajes reivindicativos. Pero la historia no fue exactamente así. Antes de que llegara Ibarretxe se conmemoraba el 25 de octubre, aunque el calendario no diera fiesta al personal. Cierto. Pero desde el 98 se retrocedió todo el camino de consenso que había recorrido Ardanza en sus gobiernos transversales. Y la fecha histórica que ha formado parte de nuestra memoria, tantas veces celebrada en torno al árbol de Gernika, se recordaba tan sólo en los actos constitucionalistas.
Tan importante fue el 25 de octubre, a partir de 1979 (en realidad esa fecha tiene una referencia esencial en nuestra historia desde que la ley del 25 de octubre de 1839 abolió los fueros), que Ibarretxe eligió ese preciso día, en 2008, para convocar su frustrada consulta. Porque hace exactamente un año estábamos tan enfrascados en el debate sobre el polémico referendum que la conmemoración del Estatuto quedó eclipsada.
Ahora, el nuevo Gobierno de Patxi Lopez quiere realzar la importancia de un Estatuto que ha posibilitado la existencia de las instituciones que dan sentido a toda la arquitectura política de una comunidad que así recuperaba su esencia, gracias a un acuerdo que sintetizaba el reconocimiento de los derechos históricos, las normas forales y el futuro autonómico. Ese empeño se refleja en el pacto de gobierno entre socialistas y populares. Tanta importancia le dan que la iniciativa presentada en el Parlamento vasco por el PP para que el 25 de octubre sea declarado Fiesta de Euskadi será defendida en su día por el propio Antonio Basagoiti.
El presidente de la BBK, Mario Fernández, que presentará al líder del PP mañana en un desayuno de trabajo del foro de Nueva Economía en Bilbao, reconocía, al hacer balance de la situación económica del País Vasco, que «con más autogobierno estaríamos mejor». De eso se trata. Y eso era lo que decía defender el PNV hasta el año 98. Con ese espíritu los constitucionalistas han celebrado los aniversarios de la Carta de Gernika. Dentro de poco, será una fecha marcada en rojo en el calendario. Ahora bien, si la fiesta la celebra tan solo la mitad de la clase política, es el reflejo de la quiebra social que padece este rincón de Europa.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 12/10/2009