EL MUNDO 12/11/13
· La furgoneta bomba del ‘comando Otazua’ arrasó una casa cuartel de 90 familias
Los tres terroristas del comando Otazua tienen desde ayer una petición firme de condena de la Fiscalía que supondría un récord en la historia de ETA: 3.498 años de prisión para cada uno de ellos por la furgoneta bomba que a las cuatro de la mañana del 29 de julio de 2009 reventó la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos, en la que vivían 90 familias. La Fiscalía pide a la Audiencia Nacional que condene a Daniel Pastor, Iñigo Zapirain y Beatriz Etxebarria a 24 años por cada uno de los 145 asesinatos terroristas en grado de tentativa –no hubo muertos–, y otros 18 años por estragos.
La pena podría ser incluso más alta, ya que los abogados de la acusación particular y popular Juan Carlos Rodríguez Segura y Manuela Rubio piden condenas por 156 tentativas de asesinato. Los letrados incluyen en su lista de afectados a esposas e hijos de agentes que no recoge el escrito fiscal y bastantes más que las 110 víctimas que reconoció el Ministerio del Interior. La AVT y la AUGC también ejercen la acusación.
Hasta la fecha, la condena más alta por un único atentado la ostentan Garikoitz Arruarte y Gorka Loran por colocar una bomba que no llegó a estallar en un intercity con 184 personas. Se llevaron 2.775 años de cárcel cada uno. Le siguen los atentados de la casa cuartel de Zaragoza (2.354 años para los jefes etarras Pakito y Erostarbe), la plaza de la República Dominicana, (2.232 años a cada etarra), la casa cuartel de Vic (1.211 años), Santa Pola (843 años) e Hipercor (794 años a terroristas como Domingo Troitiño ).
La eventual condena al comando Otazua se sumaría al larguísimo historial que rebasó hace tiempo los 40 años de cumplimiento máximo. El mismo trío terrorista acumula una decena de condenas que incluye 485 años por un coche bomba contra el Patronato Militar de Santoña, 45 por el asesinato del policía Eduardo Puelles, bombas lapa fallidas y ataques a juzgados y repetidores.
El instructor que investigó el atentado de Burgos confirmó ayer al tribunal lo que sostienen los fiscales Vicente González Mota y Susana Landeras: que «iban claramente a causar el mayor número de víctimas». Los peritos declararon que la furgoneta estaba cargada con al menos 700 kilos de amonal. Se encontraron restos de la explosión a más de 600 metros y frente al la fachada destrozada del cuartel quedó un cráter de seis metros de diámetro y casi dos de profundidad. «Parecía una zona de guerra», resumieron.
«¿Que cómo quedó mi casa? ¡No quedaba casa!», declaró uno de los guardias que vivía en la primera planta, la más afectada. El compañero que le precedió vivía en la planta 13 y tuvo más suerte, lo que no le impidió arremeter contra Interior por su imprevisión. «Salimos como pudimos. No estaban señalizadas las salidas, sólo se veía algo por el fuego. Ni había plan de evacuación ni de nada, pese a que hacía un años que el cuartel había salido como objetivo en los papeles de Thierry. Eso lo supimos por la prensa, no por el Ministerio. Los coches podían aparcar a pocos metros de la valla y las cámaras de seguridad no cubrían todos los ángulos. A veces se estropeaban el fin de semana y estabamos sin ellas hasta el lunes», se lamentó.