«Un proyecto de Regeneración para España». Con ese reclamo, ABC organizó esta semana una Mesa redonda, en la que participaron Jaime Mayor Oreja, Ignacio Camuñas, Benigno Pendás, José Luis Requero, Arantza Quiroga y Juan Velarde. La crisis, no sólo económica sino también otra más profunda de valores, centró todas las intervenciones, en las que no faltaron propuestas para reorientar el proyecto común de España y consolidarlo en el futuro frente a sus «enemigos poderosos».
En la introducción del debate, el director de ABC, Bieito Rubido, resaltó que el objetivo era hacer entre todos una España mejor, después de «siete años de zapaterismo, que han llevado a los ciudadanos por derroteros poco deseables». La Mesa redonda, moderada por Ramón Pérez-Maura, adjunto al director de ABC, se desarrolló en una abarrotada Biblioteca del diario, con un público que aplaudió las propuestas regeneracionistas que fueron exponiendo los invitados. Sobre la mesa se planteó una reforma de la ley electoral, una división efectiva de poderes, una educación en valores desde la familia y una despolitización de órganos judiciales, como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial.
Jaime Mayor Oreja, eurodiputado del PP y ex ministro del Interior, se centró en la regeneración de la Nación. Para ello, lo primero que hizo fue definir España: «Hablamos de una cultura, de una historia compartida, de una comunidad de valores, de una unidad social y de unas personas que comparten lo anterior como elementos claves de su identidad». El principal enemigo de España como unidad política «es ETA». «La legalización y la legitimación de ETA en los ayuntamientos constituye la mayor expresión de la crisis de valores que padecemos», subrayó.
La presencia de ETA en las instituciones (a través de la coalición Bildu) constituye, según Mayor Oreja, «la cima de la irresponsabilidad de un presidente del Gobierno de España, la confirmación del éxito de una serie de iniciativas que desde 1998 se pueden englobar en una ofensiva nacionalista en toda regla». ETA «no sólo es una organización terrorista, que lo es, sino que sobre todo es un proyecto de ruptura de España».
El ex ministro está convencido de que ahora se abre un proceso imparable, que «a través de una mesa de partidos introduce un debate sobre la autodeterminación, sobre el derecho unilateral de ruptura, como clave para la resolución del mal denominado conflicto vasco».
Mayor Oreja se refirió a Zapatero al advertir que «cuando la expresión del relativismo te lleva a afirmar que la Nación es un concepto discutible y discutido, acabas también relativizando la gravedad del aterrizaje de ETA en las instituciones». «La triste realidad es que Zapatero y su Gobierno están llevando a la Nación al borde del precipicio en la búsqueda de una España irreconocible, en una suicida segunda transición».
«Hay que movilizarse»
El erudiputado ve preciso «hacer de la fortaleza de España un elemento esencial de un proyecto de alternativa de Gobierno». Y ese proyecto de regeneración de la Nación española exige «un cambio de actitud del conjunto de los españoles». «Hay que saber movilizarse», afirmó. «Sin Nación, los españoles no podremos regenerar la justicia, la educación, la economía y el entramado institucional», concluyó.
La presidenta del Parlamento Vasco, Arantza Quiroga, defendió una regeneración en el ámbito personal y familiar. Partió desde su experiencia personal: «Para quienes vivimos en Euskadi, está claro que existe un problema con la escala de valores de nuestra sociedad. En el País Vasco el valor de la vida se relativizó durante las últimas cinco décadas». En ese sentido, Quiroga lamentó que «los resultados electorales del pasado domingo, en Euskadi, alertan de la fragilidad de la obra emprendida». «El camino será largo, y la educación en valores es nuestra única salida real».
La presidenta del Parlamento Vasco sostuvo que los políticos deben abstenerse de intervenir: «El proceso de sanación debe comenzar en casa». No faltó una alusión al movimiento del 15-M: «Es paradójica que su respuesta a la crisis sea más Estado, más poder para los políticos contra los que supuestamente se rebelan».
Quiroga subrayó que «la educación comienza en casa, y las instituciones de enseñanza, públicas o privadas, no se encuentran ahí para externalizar la labor de los padres, sino para complementarla». «Es en la familia donde se encuentra la clave del porvenir. No necesitamos reiventar la rueda de la convivencia, pero sí asumir nuestro papel, a título individual», comentó.
Ignacio Camuñas, presidente del Foro de la Sociedad Civil, puso el acento en la regeneración de valores de una democracia «reducida y enferma». Fue especialmente crítico con los partidos en España, porque «no tienen una estructura y funcionamiento netamente democráticos». Además, opinó que en nuestra democracia no existe una división real de poderes, porque el Ejecutivo domina claramente sobre el Legislativo y el Judicial. Como ejemplo puso que algunas instituciones que deberían controlar y regular el poder político (el Tribunal Constitucional y el Tribunal de Cuentas, entre otros) «están en manos del poder político, que influye decisivamente en los nombramientos». «Incluso los partidos invaden cajas de ahorro y cámaras de comercio, con un protagonismo intolerable».
Camuñas repartió culpas: «Ni Felipe González, ni José María Aznar ni José Luis Rodríguez Zapatero han hecho nada relevante por un proceso de regeneración de la vida democrática». Como propuesta, planteó una reforma de la ley electoral, que incluya una ampliación del Congreso en 50 diputados (elegidos en listas nacionales), y circunscripciones más pequeñas, que estrechen la relación entre los electores y sus representantes. También se mostró partidario de cambiar la financiación de los partidos políticos, para que tengan un peso fundamental las donaciones particulares.
Benigno Pendás, escritor y catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad San Pablo CEU, cree que ha llegado el momento de reorientar el proyecto político que surgió de la Constitución de 1978, pero sin caer en el desánimo. «La España constitucional es y será un gran éxito por mucho que tenga enemigos poderosos». Pendás comparó a los nacionalismos con un saco de piedras que han tenido que cargar los españoles a sus espaldas a lo largo de la Historia, y se preguntó cómo sería la Nación española si no hubiera dedicado el tiempo de los mejores a debatir siempre sobre lo mismo.
Las reglas del juego
Se refirió también a lo «profundamente desmoralizador» que resulta comprobar cómo no se respetan las reglas del juego en España y no pasa nada, y como ejemplo puso las sucesivas sentencias del Tribunal Supremo sobre el uso del castellano en Cataluña, que no son respetadas por el Gobierno autonómico de turno. «Una sociedad que no respeta las reglas del juego no se respeta a sí misma».
A juicio de Pendás, no es el momento de plantear reformas constitucionales: «Lo que tenemos que hacer es que la Constitución se cumpla». Sí cree que hay que dar «una vuelta» a instituciones fallidas, sobre todo en el Poder Judicial, y citó al Tribunal Constitucional. «No han sabido desprenderse de la condición partidista». Tampoco cree que sea momento de una reforma de la ley electoral: «Necesitamos ejecutivos fuertes, y no un Parlamento fragmentado que generaría pactos extraños».
El magistrado José Luis Requero se centró también en la regeneración de la Justicia, que comparó con «un avión que sigue en la cabecera de pista y nunca se le da el turno de despegue». Ve la Justicia como la «cenicienta» de los Presupuestos del Estado, y considera injustas algunas críticas generales que se hacen sobre su independencia: «La inmensa mayoría de los tribunales son eficaces e independientes». Es cierto, dijo, que la partitocracia ha «tocado» a instituciones como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial. Requero alertó sobre el relativismo que se ha apropiado de lo político y que también ha calado en lo jurídico: «Nos lleva a que el Derecho, lejos de ser garantía para los ciudadanos, se convierte en un instrumento del poder para afianzarse frente a los ciudadanos». Por último, defendió que la «Justicia no es un servicio público, es un poder del Estado».
Regeneración económica
La regeneración económica española tuvo como defensor al economista Juan Velarde. Alertó del «colosal endeudamiento colectivo español», que si no se enmienda «nos arrastrará a una decadencia paralela a la que en el siglo XVII siguió al auge del siglo XVI español». Para salir de esa situación, Velarde no ve otro remedio que «cancelar la deuda», lo que exige un esfuerzo colectivo. El economista subrayó que, como sucedió tras el desastre de 1898, se precisa una tarea colectiva de búsqueda de cambio en la sociedad. «Hoy los economistas saben qué se debe hacer, pero precisan recibir de otros egregios miembros de la sociedad un ímpetu que ellos no pueden dar a sus proyectos».
ABC, 28/5/2011