Jesús Cuadrado-Vozpópuli
- Para seguir en Moncloa, Sánchez depende de multiplicar cada día la confrontación entre españoles, como el vampiro, de chupar sangre para seguir con vida
La foto de Colón sirvió como consigna utilizada por el sanchismo para promocionar su muro entre españoles. Recuerda: si no estás con Pedro, eres un facha. Desde aquella imagen a la de este domingo en Madrid, todo fue a peor en la destrucción desde el Gobierno del modelo de convivencia entre españoles construido en el 78. A la avalancha imparable de corrupción hay que sumar la paralización a la que Sánchez somete al país. El pasado jueves, casi a la misma hora en la que Ábalos entraba en la prisión de Soto del Real, en el Congreso, el sanchismo perdía la votación del techo de gasto. Unidos al cien por cien para atacar al Supremo e incapaces de ponerse de acuerdo para aprobar unos Presupuestos. La foto del Templo de Debod será útil si sirve para evitar que los españoles normalicen esta anomalía.
A nadie se le oculta que, para seguir en Moncloa, Sánchez depende de multiplicar cada día la confrontación entre españoles, como el vampiro, de chupar sangre para seguir con vida. El Psoe se ha asociado con los discursos más divisivos , incluidos los del independentismo que llevan incorporado el odio a España. Con chatarra ideológica del 36, pretenden meter a los españoles en trincheras. Es su plan de resistencia. El sanchismo ya ha logrado que los más acérrimos socialistas consideren villanos a Felipe González y Nicolás Redondo y héroes a tipos como el independentista Rufián o el etarra Otegi, a los que aplauden en redes sociales y sedes del partido. Encerrados con un solo juguete -¡fachas, fachas, fachas!-, apuestan a que reviente el país.
Desgraciadamente caben pocas dudas del cumplimiento de las previsiones más pesimistas sobre la deriva antidemocrática del Partido Socialista anticipadas por el historiador Santos Juliá en su obra “Transición”. Por un lado, los socialistas han asumido los proyectos de liquidación explícita de la constitucionalidad del 78 por parte de las variantes comunistas Podemos, Sumar e IU. Por otro, han ido aceptando las aspiraciones de los independentistas para crear estructuras de Estado en Cataluña, País Vasco o Navarra. Tienen transferencias aún pendientes de recibir del Gobierno, esa es la explicación del Pnv para mantener su apoyo a la continuidad del corrupto Sánchez. Los herederos de ETA esperan sacar a todos sus presos de la cárcel; los secesionistas catalanes están en lo suyo, entre cupo y referéndum; los comunistas, con varios ministros, nunca se vieron en otra. Cómo no manifestarse.
En el negocio de destruir la España de la Transición, al que se ha dedicado el sanchismo-socialismo, entre la foto de Colón y la del Templo de Debod, todo degradó como era previsible. En paralelo, el Psoe ha ido abandonando todo el espacio de la moderación. No importa desde qué posición ideológica, a estas alturas pocos dudarán de la ocupación en exclusiva de la centralidad política por parte de la alternativa Núñez Feijóo. El sanchismo atrincherado fía todo a que el crecimiento de Vox debilite las opciones del candidato popular. Si no puedes defender a Sánchez, destruye la imagen del líder alternativo. A ese fin se dedica todo el ejército sanchista de activistas mediáticos -enfrascados ahora en un “debate” directo con Ábalos-. Les provoca pánico la vía Andalucía de 2022, cuando el deseo de cambio moderado se impuso con contundencia. En Extremadura en tres semanas, se podrá comprobar.
La principal incógnita a despejar es si se producirá un flujo suficiente de votantes de centroizquierda hacia la candidatura de Feijóo. Para no cometer el “error Matthei”, conviene saber que estos electores huyen del sanchismo corrupto, no de la izquierda. La candidata chilena de centroderecha perdió recientemente la primera vuelta frente a una derecha radical por su incapacidad para captar votos de izquierda moderada desencantados con el desastre del gobierno comunistoide de Boric. La decisión de esos votantes marcará el grado de dependencia de Vox del Gobierno Feijóo. Cuando al fin tengan la oportunidad de decidir, los electores dirán. Ahora la prioridad nacional la han señalado los manifestantes en Madrid. Frente a sus enemigos, levantar la bandera del constitucionalismo y exhibir orgullo por la hazaña del consenso entre españoles en la Transición, ahora amenazada.