EDITORIAL, EL RUGIDO DEL LEÓN-EL ESPAÑOL
En su discurso del pasado sábado en el Foro de La Toja, Pedro Sánchez se refirió despectivamente a los disidentes de su política fiscal como «brujos que proclaman que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos».
Una expresión que recuerda a la que hace una semana pronunció Patxi López: «Esto que suele decir la derecha que el dinero donde mejor está es el bolsillo de la gente, es una falacia absoluta».
Estas frases difícilmente podrán convencer a la ciudadanía española. Al contrario, podrían acabar pasándole factura electoral al PSOE.
Porque gran parte de España opina justamente lo opuesto al presidente del Gobierno. Tal y como se desprende de la encuesta de hoy de SocioMétrica-EL ESPAÑOL, la mayoría de los españoles creen que la rebaja fiscal anunciada por el Ejecutivo será «insuficiente». Y que habría que bajar los impuestos a todos los contribuyentes, con independencia de su nivel de ingresos.
Una mayoría de españoles considera además que la reforma fiscal les dejará igual que antes. Y el 47.7% cree que el PP tiene una mejor política fiscal que el PSOE.
Son datos que apuntan a un cambio de mentalidad en nuestro país sobre la efectividad de la política tributaria como solución a todos los males. Un cambio sociológico —y casi cultural— que, precisamente, va en la línea de una creciente consciencia de que acaso el dinero de los ciudadanos sí estaría mejor en sus propios bolsillos.
Ya no parece tan cierta aquella frase de Alfonso Guerra, «el PSOE es el partido que más se parece a España». O el PSOE está dejando de parecerse a España, o España está dejando de parecerse al PSOE.
Sea como fuere, la apreciación ciudadana de que los paquetes fiscales aprobados por el Gobierno no tienen un gran impacto sobre sus vidas más allá de engrosar un Estado ya de por sí elefantiásico marca el agotamiento del comodín fiscal socialista.
Los españoles son conscientes de que no por echarle más y más leña al fuego la locomotora rinde más. Es creciente la percepción de que no por pagar más impuestos van a recibir mejores servicios públicos.
Y la impresión de la ineficiencia y la ineficacia se refuerza al apreciar que la rebaja impositiva del Gobierno anunciada por la ministra de Hacienda dejará fuera a 8,5 millones de trabajadores. Clases medias y trabajadoras que no son precisamente millonarios.
Cada vez convence a menos gente el discurso maniqueo detrás del viraje izquierdista de Sánchez. Una división de la sociedad española entre ricos y pobres que se superpone a la escisión moral entre malos y buenos. Y el Gobierno erigiéndose como un Robin Hood que restaura la justicia y la solidaridad vía impuestos.
Pero la realidad es más prosaica. La recaudación del Estado está en máximos históricos por el efecto de la inflación. Y el esfuerzo fiscal de los contribuyentes españoles es un 8,1% superior al de la media de la Unión Europea.
Además, el nuevo «impuesto a los ricos» es un caso claro de señalamiento confiscatorio de los empresarios y las rentas altas. Con él, el Ejecutivo recaudará 12.600 millones de euros extra. Una cifra muy superior a los 2.505 millones de euros que dejará de recaudar por ayudar a las rentas de menos de 21.000 euros.
Juanma Moreno cambió el rumbo de la política española con su anuncio de rebajas fiscales, que pasó a enmarcar la batalla política en términos de confrontación de modelos tributarios.
Y, en tiempos de «batallas culturales», el PP ha logrado una victoria cultural en el debate político del momento. Puede que, a partir de ahora, el PP —y no el PSOE—empiece a ser «el partido que más se parece a España».