Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
El Gobierno central celebró ayer en la Moncloa uno de sus últimos mítines de campaña y aprobó la mayor oferta de empleo público jamás vista en este país. ¿Se pueden convocar 39.574 plazas a once días de las elecciones? Sí, se puede, lo acaban de hacer, pero no deberían. Máxime cuando el propio sindicato CSIF lo justifica así: «Hemos acordado con el Gobierno una oferta de empleo público sin precedentes por responsabilidad, ante el deterioro que han sufrido los servicios públicos en los últimos años». ¿Se han dado cuenta del deterioro justo ahora, once días antes de las elecciones o lo sabían pero les ha dado pereza arreglarlo antes y les ha entrado las prisas de repente?
Un tema tan serio y tan caro como este no se puede tratar de manera tan frívola. ¿Ha hecho alguien algún estudio independiente para saber si la Administración General del Estado necesita tantísima gente, si la necesita ahora, si no necesita más, si son suficientes? Ni idea, pero causa pavor el que un sindicato como CC OO se haya negado a firmar el acuerdo por falta de explicaciones y concreciones. Si ellos no las tienen, imagínese los demás.
Entre las 39.574 plazas de la OPE hay para todos. La Administración de Justicia se lleva 1.907 plazas; la Policía Nacional 2.833; la Guardia Civil 2.875; las Fuerzas Armadas, 2.141; la Seguridad Social, 3.500 (1.025 para gestionar el Ingreso Mínimo Vital y 2.500 para las entidades gestoras). Supongo que ahora no le extrañará que Pedro Sánchez se comprometiera en el debate del lunes a alcanzar el pleno empleo en la próxima legislatura.
La oferta viene acompañada de más cosas, alguna ciertamente acertada como ofrecer un centenar de becas de 7.000 euros a los opositores con rentas bajas para facilitar así su acceso a la élite del servicio público. La idea es buena, pero ¿sólo hay 700 opositores necesitados, entre las muchas decenas de miles que deseen prepararlas pues piensan presentarse a las oposiciones? Suena a muy pocas, con la cantidad de familias que no pueden pagar sus gastos básicos y que han sido detectadas por el Banco de España. También hay decisiones sorprendentes, como los 7.000 millones destinados a financiar los nuevos ERTE. Pero, ¿A qué viene esto? ¿No habíamos quedado en que la economía española iba como una «moto»? Si es así, ¿para qué vamos a necesitar tanto ERTE?
Quizás se pregunte usted cuánto nos va a costar toda esta iniciativa. Pues no le puedo contestar, porque no lo han dicho. No será poco, pero para eso está el déficit, que no siente en los tiempos normales y menos padece en los electorales.