EL MUNDO 06/01/13
Sin la subvención de Cultura ni el apoyo del Gobierno vasco, la plataforma cierra su sede.
Sumados, la crisis económica y el «cese definitivo» de ETA están sumiendo en la agonía a los movimientos cívicos que nacieron en Euskadi para combatir el silencio y la mirada al suelo ante el terrorismo. Importa poco que algunos de aquellos, como la Fundación para la Libertad, hayan asentado el discurso intelectual frente a la imposición, ayudado a parar el bucle propagandístico de ETA en el extranjero o tenido entre sus patronos a decenas de amenazados por practicar el pensamiento libre: Teo Uriarte, Agustín Ibarrola, Maite Pagazaurtundua, Fernando Savater, Iñaki Arteta, Emilio Guevara o Santiago González son sólo siete de esos nombres.
La Fundación fue creada en 2002 por Nicolás Redondo Terreros (PSE) y Jaime Mayor Oreja (PP), líderes de los dos partidos no nacionalistas que habían fracasado en su intento por desalojar al PNV de Ajuria Enea en las elecciones de mayo de 2001. Su objeto era el entendimiento entre derecha e izquierda en los grandes asuntos de Estado y la forja de una alternativa constitucionalista en Euskadi. Una década después, ni siquiera ha podido celebrar su aniversario. Ha paralizado sus actividades, cerrado su sede y guardado cientos de documentos en un par de garajes debido a la falta de recursos.
La última subvención que recibió la entidad fue en el año 2011: 135.000 euros del Ministerio de Cultura del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Con el equipo popular de Mariano Rajoy, la plataforma que congrega a muchos de los intelectuales no nacionalistas del País Vasco ha perdido esta ayuda, que le permitía organizar un seminario anual, conferencias y actividades cívicas y difundir la realidad vasca fuera de España.
El Ministerio del Interior anunció a primeros de diciembre que le concederá 4.898,98 euros para su labor con las víctimas del terrorismo y de concienciación social, pero la fundación todavía no ha ingresado esta partida. A la retirada de las grandes ayudas se añade la desaparición de las donaciones de algunas empresas a causa de la crisis, según señala su vicepresidente, Javier Elorrieta. Tampoco el primer Gobierno no nacionalista de Euskadi, liderado por el lehendakari socialista Patxi López gracias al apoyo del PP, ha brindado «ni un solo apoyo» a su causa.
«Nos hemos visto obligados a cerrar, aunque sabemos que nuestra reflexión en defensa de los valores constitucionales es ahora más importante si cabe», lamenta.
Uno de los últimos hitos de la Fundación para la Libertad ha sido el impulso del manifiesto Con Cataluña, con España, que reivindica la Constitución de 1978 y la pervivencia «del Estado y la nación españoles» como obra un «un pueblo que quiere permanecer unido en defensa de la libertad, la igualdad, el pluralismo político y el progreso económico». La idea se le ocurrió a su presidente, Redondo Terreros. Gracias al paraguas de la Fundación, el texto surgió con la firma de un grupo de intelectuales, catedráticos y periodistas de primer orden, y ha llegado a recabar el apoyo de unas 4.000 personas.
Contra la propaganda
La plataforma mantendrá como pueda la página web y uno de sus máximos logros: el estatus consultivo especial de Naciones Unidas en materia de terrorismo, lo que obliga a Javier Elorrieta y a Teo Uriarte a viajar a Ginebra al menos dos veces al año.
Allí explican que la gran alteración de derechos humanos en el País Vasco no es la supuesta opresión española sino «el terrorismo de ETA, en función de un proyecto político que el Tribunal de Derechos de Estrasburgo consideró no democrático». Y contrarrestan la propaganda manejada por la izquierda abertzale a través de los europarlamentarios afines a Batasuna o el grupo del abogado sudafricano Brian Currin.
EL MUNDO 06/01/13