ABC 10/07/17
· El concejal de Ermua, asesinado ahora hace 20 años, fue enseña de un grupo de políticos que plantó cara a ETA
Amediados de los 90 no era fácil encontrar en el País Vasco a personas dispuestas a denunciar las atrocidades de ETA. El miedo se había apoderado de los ciudadanos, que sabían que el hecho de cuestionar en público los actos de la banda terrorista podía sellar su sentencia de muerte. Surgió entonces un grupo de jóvenes que, cansados de la tiranía de los radicales, dio un paso al frente y plantó cara al terror. Hoy, el rostro de Miguel Ángel Blanco se ha convertido en la enseña de esa generación, que dos décadas después mantiene vivo el llamado «espíritu de Ermua».
El fatídico 12 de julio en el que ETA asesinó al edil de Ermua cambió «radicalmente» la forma de entender la política de muchos de los integrantes de ese grupo de Nuevas Generaciones que, en 1997 redoblaron su compromiso tras el secuestro y asesinato de su compañero edil en Ermua. Aún entonces poseían cierta «inocencia» y no pensaban que ETA sería capaz de ejecutar un plan tan «atroz». Así lo afirma Borja Sémper, actual portavoz del PP en el Parlamento vasco, que admite que, aunque sabían que la banda «no tenía ningún tipo de humanidad», aún poseían «una pequeña esperanza» de salvar a su compañero, que se convirtió finalmente «en un héroe, a su pesar». En este sentido, el mandatario guipuzcoano destaca que ninguno de ellos tenía la intención de hacer una carrera política: «Estábamos en la épica revolucionaria, la de luchar contra ETA».
La expresidenta del PP vasco Arantza Quiroga, hoy fuera de la política, sostiene que la juventud que tenían entonces les hizo «no ser conscientes del todo del peligro» que corrían, pues su único objetivo era poder tener la oportunidad de poder cambiar las cosas. «Lo que pasó nos hizo a todos más fuertes, nos hizo ser conscientes de que no debíamos ceder», asegura la popular, que sostiene que aquella generación descubrió de esta forma que podía ser víctima del terror en cualquier instante.
De hecho, el cruce de informaciones que tuvo lugar en un primer momento provocó que algunos pensaran que la persona que había sido capturada por la banda no era Blanco, sino Ramón Gómez, portavoz de los populares en el Ayuntamiento de San Sebastián: «Yo era entonces concejal de Éibar, y la primera noticia que se tuvo es que habían secuestrado al concejal del PP de Éibar», explica quien luego fue exportavoz en San Sebastián. Lo primero que hizo al enterarse fue «llamar corriendo» a su madre para decirle que estaba bien.
A Miguel Ángel Blanco, recuerdan sus compañeros de entonces, no le gustaba ser el centro de atención. En las reuniones de NN.GG. prefería pasar desapercibido, asegura Iñaki Oyarzábal, presidente del PP alavés, que subraya su audacia pese a que tampoco tenía un gran interés en la política. «Recuerdo que me dijo que estaba dispuesto a dar un paso al frente, pero que no se veía dedicándose a la política», asegura. Una percepción que también comparte la popular Cristina Ruiz, que lamenta que la vida del edil «se truncó injustamente y de una manera atroz». Ninguno le olvida.
Una de las personas que le animó a dar el salto fue Gonzalo Fernández, entonces presidente de NN.GG. de Vizcaya, que aún a día de hoy se pregunta si, de no haberle insistido, continuaría con vida: «Algunas veces lo he pensado –admite–. Fue un golpe brutal». Por otro lado, destaca que nunca pensaron que la banda sería capaz de asesinar al joven edil de Ermua.
Por su parte, el exconcejal del PP de Bilbao Luis Hermosa pone el énfasis en el sufrimiento que padeció la familia de Blanco: «Recuerdo de su sensibilidad, de su cercanía, su dolor, el cual viví en primera persona», manifiesta el popular, que asegura que se siente «orgulloso» de sentirse «parte de ella».
La fotografía (reproducida en páginas de Enfoque de la edición de hoy) de aquellos jóvenes del PP fotografiados en 1996 en Guernica perdura como símbolo de la resistencia.