Antonio Casado-El Confidencial
- Sánchez multiplica los efectos de una propuesta verbal de Feijóo como salmo anunciador de un vuelco político
Quienes con mayor o menor acierto nos dedicamos al descifrar el minuto y resultado de la vida pública nacional nos abrimos paso entre frases hechas de los actores políticos y el procesamiento de sus intenciones. Canutazos, momentos enlatados en formato TikTok, penuria de argumentos, pedradas de ida y vuelta. Todo ello, de consumo rápido.
En la banda sonora del vigente año electoral 2023 (territoriales en mayo, generales en diciembre) van apareciendo los lemas y estribillos inspirados en el fin de ciclo anunciado por los encuestadores. No tanto por méritos del aspirante cuanto por deméritos del titular, aunque, lógicamente, el anuncio lo capitaliza el PP, que sale ganador en la inmensa mayoría de los sondeos. En todos menos en uno, por ser precisos.
Si insisten en usarla como un bumerán contra el PP, pueden acabar convirtiéndola en el salmo anunciador de un fin de ciclo
Otros cambios de ciclo también vinieron precedidos de manufacturas verbales que pasaron a la historia. Recordemos el «váyase, señor González» de Aznar en 1996. O el «los españoles merecen un Gobierno que no les mienta», de Rubalcaba (a favor de Zapatero, se entiende) en 2004. El «no es no» de Sánchez a Rajoy fue premonitorio del vuelco finalmente logrado con la moción de censura en junio de 2018.
Casi cinco años después, el aspirante, Núñez Feijóo, con la valiosa colaboración de sus adversarios, ha colocado en los circuitos políticos y mediáticos el latigazo a Pedro Sánchez que el líder del PP estrenó la semana pasada en el Senado: «Deje de molestar a la gente de bien». Se refería a los efectos de la llamada ley trans. Pero son los interpelados —Gobierno y PSOE— quienes la han sacado de contexto. Si insisten en usarla como un bumerán contra el PP, en artificial esfuerzo diferenciador, pueden acabar convirtiéndola, efectivamente, en el salmo anunciador de un fin de ciclo en la política nacional.
Este fin de semana, Sánchez mitineó en Badajoz a la defensiva con ese late motiv servido por Feijóo. El presidente encuadra con ironía la banca y las grandes energéticas en el espectro de gente de bien. Y endosa a «Feijóo y la ultraderecha» la identificación de «los de arriba» con «la gente de bien». Supone entrar al trapo de la propuesta verbal del PP. Es un síntoma de debilidad de quien tiene el poder y está obligado a llevar la iniciativa. Se expone a que, como ya ha ocurrido estos últimos días, el pueblo soberano se explaye en las redes sociales, preguntándose si acaso la gente de bien excarcela a violadores, pacta con etarras y se gasta el dinero público en vuelos privados.
Desde la pérdida de credibilidad del presidente Sánchez, obligado a tunear sus fotogénicas aproximaciones al ciudadano de la calle
Como dicen los empiristas, la percepción de la realidad forma parte de la realidad misma. Se están multiplicando las señales de un fin de época. Desde la pérdida de credibilidad del presidente Sánchez, obligado a tunear sus fotogénicas aproximaciones al ciudadano de la calle, hasta la escandalosa imagen del «Gobierno de colisión» (otra manufactura verbal para la precampaña anunciadora del vuelco), que ni siquiera comparte una posición común sobre la guerra de Ucrania.
Sin ir más lejos, las componentes de la Comisión de la Mujer del Parlamento Europeo, que visitaron España la semana pasada, no se han recuperado del aberrante enfrentamiento entre PSOE y UP a cuenta de la legislación sobre libertad sexual (reforma y contrarreforma de la ley del solo sí es sí). Y aún no salen de su asombro ante el hecho de que dentro del mismo Gobierno el Ministerio de Igualdad maneje unas cifras distintas a las del Ministerio de Justicia sobre delincuentes sexuales beneficiados por la reforma del Código Penal. O que las respectivas ministras, Montero y Llop, se contraprogramen entre sí en vísperas del Día Internacional de la Mujer.