DIARIO VASCO, 20/10/11
El lehendakari afirma que «nos hemos achicharrado por la paz» ante las críticas de Eguiguren por falta de liderazgo en el fin de la violencia. Rubalcaba, que el sábado estará en Donostia, defiende que el guipuzcoano diga lo que piensa y alaba su «magnífico» discurso en Aiete
La gestión del final de ETA está provocando estragos en la familia socialista. El último ha sido el escandaloso choque de trenes ocurrido entre sus máximos exponentes en Euskadi. La feroz crítica que el presidente del PSE Jesús Eguiguren dedicó ayer al lehendakari por su actuación, o mejor dicho por la falta de ella, en este anhelado final del terrorismo originó una sacudida interna de gran intensidad. Patxi López se vio obligado a defenderse y a contestar desde Washington a su compañero de filas que, acostumbrado a ser uno de los versos más libres del partido que él mismo encabeza, ha dado una nueva vuelta de tuerca en su relación con el lehendakari, con el Gobierno central y con la familia socialista.
La nueva revuelta llegó a primera hora de la mañana, seis menos en la Costa Este de Estados Unidos, con la apertura de los kioskos. En el diario catalán El Periódico, Eguiguren se mostraba «muy cabreado» con su partido y criticaba sin ambages la posición del Gobierno Vasco y del lehendakari, en concreto, por su excesivo celo a la hora de cumplir «la misión» para la que «nos eligieron: hacer la paz». «El lehendakari tendría que haberse quemado, arriesgado y jugado el todo por el todo», reprochaba el presidente de los socialistas vascos. «Y lo hemos hecho», se defendió López desde el otro lado del Atlántico. «Los socialistas nos hemos achicharrado siempre por la paz», continuó visiblemente contrariado más cuando este episodio puede emborronar el decálogo por la paz que acaba de presentar. Ésta ha sido «nuestra obsesión», añadió, y el objetivo que durante años «nos ha supuesto esfuerzo, sacrificio y sufrimiento».
López reivindicó el papel de su partido y de los diferentes gobiernos socialistas en la lucha contra el terrorismo y recordó a su compañero que el escenario actual no es fruto de una conferencia, «no ha venido solo», sino que «está basado en la firmeza democrática y el Estado de Derecho». El lehendakari no admitió el reproche de que no ha sabido asumir el liderazgo en este momento histórico e insistió en que «traer la paz y la libertad» a Euskadi no se hace «para conseguir votos o no sé qué respaldo electoral, sino por convicción».
Paradójicamente, el mismo argumento, el de la repercusión electoral el próximo 20-N, es utilizado por Eguiguren en sentido contrario para explicar por qué el lehendakari ha optado, a pesar suyo, por la «prudencia» en este asunto que se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza para la formación.
Autónomo
Pero las palabras del presidente de los socialistas vascos, por crudas o sonoras, no son nuevas. La autonomía con la que siempre ejerce Eguiguren es conocida dentro y fuera del PSE, y más en el tema que ha ocupado principalmente la vida política del dirigente guipuzcoano, una de las voces autorizadas del Gobierno de Zapatero en la última negociación con ETA. Por eso, él no concede excesiva relevancia a la crítica, que quizás sí ha resultado «inoportuna» en el tiempo -reconoce-, ni tampoco lo hace el próximo candidato a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba.
El aspirante a la Moncloa dio la cara por el ‘rebelde’ Eguiguren y además de defender que diga lo que piensa alabó su «magnífico» discurso de «firmeza» durante la cumbre de líderes internacionales del Palacio de Aiete. Rubalcaba, que el sábado participará en el Kursaal en un acto electoral con los candidatos vascos, tuvo este gesto con el líder guipuzcoano al tiempo que avaló la gestión de López. Pero es que «es Jesús Eguiguren», justificó, «y uno a veces está de acuerdo y otras no».
La reacción del candidato a sustituir a Zapatero, no obstante, sorprende después de que un día antes él mismo revelara que no había dado su «visto bueno» a la presencia de los socialistas en la conferencia, que ha servido a la izquierda abertzale como soporte para emplazar a ETA a que cese de forma definitiva.
El cónclave internacional, precisamente, fue la razón del anterior desencuentro en las filas socialistas, en el que también tuvo su protagonismo Jesús Eguiguren. El presidente del PSE al que, como al resto de socialistas vascos, no gustaron los cuatro puntos de la Declaración de Aiete que seguían al de la petición a ETA de fin definitivo de la violencia, fue el principal impulsor y defensor de la asistencia de una delegación de su partido a Donostia.
De hecho, fue el primero en confirmar que él, de forma oficial o a título individual, presentaría ante Kofi Annan y el resto de mediadores la hoja de ruta de su partido, el decálogo del lehendakari. Y fue él quien contribuyó decisivamente a que el PSE acudiera a la Casa de la Paz, a pesar de las dudas e incluso las declaraciones públicas contradictorias que realizaron entre medias algunos de sus dirigentes.
«Los partidos no son sectas», recordaba Rubalcaba en vísperas de su visita a San Sebastián, cinco días después de la comentada conferencia, pero a nadie se le oculta que no tiene la misma trascendencia que las discrepancias provengan de un dirigente más o menos de primer orden a que sea el propio presidente del partido quien arremeta contra el lehendakari y secretario general del PSE.
DIARIO VASCO, 20/10/11