HERMANN TERTSCH – ABC – 10/06/16
· En los pueblos de la España profunda han empezado de un año a esta parte las acciones de intimidación y amenaza.
Ya sabemos todos que las encuestas no sirven para nada como dicen siempre los que aparecen perdedores en ellas. Y que como mucho «son una foto fija» como subrayan también los ganadores con la consabida falsa humildad, cautela o modestia. Pero lo cierto es que la encuesta del CIS publicada ayer ha provocado muchos escalofríos de espanto y reafirmado muchas euforias, reprimidas con esfuerzo. El régimen constitucional ha entrado oficialmente en coma.
Y los partidarios de darle un golpe de gracia se agolpan ya en los patios del palacio. En varias regiones desaparecen las fuerzas que defienden la legalidad. Los defensores de dictaduras del pasado y del presente y apologistas de la violencia han conseguido ya la hegemonía política y electoral en la izquierda española. Han irrumpido con tanta fuerza y tantas complicidades en la lucha ideológica que ya discuten a las demás opciones políticas el derecho a su discurso propio. Se intimida y agrede desde hace años allá donde la brutalidad de la izquierda extrema tiene cobertura del nacionalismo separatista.
Pero en los pueblos de la España profunda han empezado de un año a esta parte las acciones de intimidación y amenaza por parte de los matones y chequistas bodalos. Y se extienden sin cesar. Llegará la hora estelar de la revancha. Y aun está por salir lo peor del acervo más siniestro. Pero estamos en ello.
Y era evitable. Con algo de grandeza, generosidad, empatía y convicción política se podía haber impedido esta deriva hacia el drama. Con atención y respeto, con sinceridad y coraje para la verdad. Los millones que votan por romperlo todo no actúan movidos por la ruindad del resentimiento ideológico. Al electorado lo mueve el hastío ante la soberbia y la indolencia de quienes no ofrecen nada más allá de su propia permanencia en los cargos. Los mueve la ira que produce el desprecio a las angustias de los españoles honrados cuando se atiende a las «sensibilidades» de ladrones y traidores.
Y la indignación y la rabia por el abandono, ante la total ausencia de un discurso inteligente nacional de defensa de la ley y el trabajo que pudiera hacer frente al relato permanente del odio que hacen los talibán leninistas. Pero lo peor no es ya que tengamos como fuerza hegemónica de la izquierda en España a un movimiento neocomunista, enemigo de las libertades y deudor de regímenes criminales extranjeros. Que puede aún hasta superar al PP el 26-J a la vista de que el PSOE se queda sin suelo. Ni que el orden y la ley dependan ya de los humores y caprichos de enemigos de la Constitución y del Estado.
Lo peor, lo trágico y humillante es ver a los supuestos defensores de los españoles que quieren una vida en libertad y convivencia en una sociedad abierta bajo el imperio de la ley. Que insisten en presentar como única salvación la opción que simboliza la obstinación en el error que nos han traído hasta aquí. Se oye el grito de «Hace falta más miedo». Hace falta terror para conseguir unas migajas de escaños para quienes han estado sobrados de ellos cuatro años.
Lo que haría falta son figuras con grandeza y épica para batirse en campaña con la horda totalitaria. Para convencer a los españoles de que se enmendarán los imperdonables errores y disparates pero que hay que defender las libertades frente a sus enemigos. Pues sacan a bailar a una señora gorda que, como Mariano Rajoy, se congratula de que todo se ha hecho muy bien. Baila merengue. Y encima se parece mucho a Jorge Moragas. La metáfora total. La gorda frente a la horda. Con semejante músculo moral y político en este momento histórico, acabamos todos en el exilio.
HERMANN TERTSCH – ABC – 10/06/16