Gabriel Sanz-Vozpópuli

En esta ‘comunidad de vecinos’ que es Europa hemos dejado demasiado tiempo que el arreglo de los ascensores y las escaleras nos lo pagara el ‘primo’ americano

Ha querido el azar que este debate sobre el incremento exponencial del presupuesto de Defensa de la Unión Europea, hasta en 800.000 millones de euros, se dice pronto, haya coincidido con un asunto muy particular: una derrama en la comunidad de vecinos que comparto -seis portales y 88 puertas- por un importe de más de 120.000 euros y solo para arreglar muchas averías y muchas pequeñas cosas que se hemos ido dejando que se deterioren en estos casi treinta años de vida del inmueble, ojo; sin contar con la remodelación de los seis ascensores seis, que se dice en los carteles de las corridas de toros, a razón de 45.000 euros cada uno. Esto, para la siguiente década que bastante lío tenemos.

Cuando el asunto se suscitó en una Junta de propietarios, hace mes y medio, las caras de circunstancias de los que iban llegando denotaban resignación, la mayoría, y vanos intentos -siempre ocurre-, por parte de algunos de aliviar el trago. «y si hacemos esto?…», iban concatenándose las preguntas al administrador quien, hábilmente, las iba agrupando para no repetirse en las respuestas: «Eso no es posible por esto, por esto y por esto…». Él acta de la reunión bien podría haber consignado un «son lentejas».

Algo así estamos viviendo en esa otra gran comunidad nuestra que es esta Europa de 400 millones de habitantes, que no es que haya dejado que se deteriore la urbanización, es que, en razón de su origen, una atroz Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que la asoló, y que cada década iba incorporando nuevos vecinos al ya Club de los 27, nos ha sido mucho más cómodo que las facturas de la Defensa las pagará el primo americano -a cambio de comprar armamento, sí, pero los muertos los ponían ellos- mientras nosotros nos dedicamos a construir el mayor y mejor ejemplo de Estado de Bienestar que la humanidad haya conocido. Una asistencia que te protege desde la cuna a la tumba, no como en los competitivos Estados Unidos, la cleptocracia rusa o la dictadura china de Xi Jing Ping y su Partido Comunista.

Esto no hace falta explicárselo a los europeos ‘de París para arriba’, pero sí a quienes estamos a 3.000 kilómetros del frente ucraniano, los españoles de la ‘fiesta’, los portugueses de la ‘saudade’, y los italianos del ‘dolce farniente’; de ahí que a Pedro Sánchez se le esté poniendo la misma cara de circunstancias que al administrador de mi finca solo de pensar que tiene que explicarnos que, de los 800.000 millones más anunciados por la presidenta de la Comisión Europea, 80.000 los tendrá que poner España, a razón de 20.000 millones más por año.

Normal que si uno pregunta a los europeos -no digamos a los españoles, que venimos de una guerra entre hermanos de medio millón de muertos- nadie quiera saber nada de poner dinero para aviones de combate, tanques y, últimamente, desde que se ha visto su efectividad en la guerra de Ucrania, para drones suicidas. Lo nuestro es más dinero para la Sanidad y la educación publicas, lógico, y ya si sobra algo, para los militares… Hasta que viene Vladimir Putin con la rebaja y te enseña que después de merendarse a Volodimir Zelenski igual sigue invadiendo los tres países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, que hasta 1990 fueron suyos -de la URSS- y/o la vieja y rebelde Polonia. Palabras mayores.

Esto no hace falta explicárselo a los europeos de París para arriba, pero a los de aquí abajo que estamos a 3.000 kilómetros del frente ucraniano, a los españoles de la fiesta, a los portugueses de la saudade, y a los italianos del dolce farniente y el ferragosto va a ser que sí; de ahí que a Pedro Sánchez se le esté poniendo la misma cara de circunstancias que al administrador de mi finca solo de pensar que tiene que explicarnos que, de los 800.000 millones anunciados por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, unos 80.000 los tendrá que poner España, a razón de 20.000 millones más por año.

El problema para Sánchez, estimado lector, no es de dinero, es de actitud política; por raro que pueda parecer en un país más acostumbrado a pedir a Europa que a dar. Porque el presidente del Gobierno sabe, así se lo han trasladado ya en público y en privado, que ninguno de sus socios parlamentarios: ni Sumar, ni Podemos, ni ERC, ni Bildu, ni el BNG, van a apoyar semejante aumento del gasto militar… es decir, que se lo tendrá que aprobar el PP, pero el jefe del Ejecutivo no quiere dar por rota la ficción del gobierno de coalición progresista y, mucho menos, echarse en brazos de Alberto Núñez Feijóo.

Ni que decir tiene que Feijóo no se lo está poniendo fácil al inquilino de La Moncloa para arrancarle el apoyo del PP al aumento de gasto militar. Primero, quiere que los socialistas se cuezan en la salsa del muro -a un lado ellos, al otro la «ultraderecha» de PP y Vox- que llevan construyendo desde el debate de investidura. Mañana, jueves, cuando se vean las caras Sánchez y Feijóo, éste le va a pedir al presidente que detalle con números qué partidas quiere aumentar y para qué, antes de empezar a hablar de apoyos.

De ese rechazo a Feijóo, la reunión que este martes ha improvisado el presidente en La Moncloa con su vicepresidenta segunda del Gobierno y lideresa de Sumar, Yolanda Díaz, como si no supiera lo que le va a decir. Sin duda, se trata de para darle algo de relevancia a Díaz ahora que en los sondeos ya aparece casi empatada con ese Podemos de Ione Belarra e Irene Montero, lo cual augura catástrofe electoral segura para el PSOE cuando convoque elecciones generales, este año o en 2027.

Ni que decir tiene que Feijóo no se lo está poniendo fácil al inquilino de La Moncloa para arrancarle el apoyo del PP al aumento de gasto militar. Primero, quiere que los socialistas se cuezan en la salsa del muro -a un lado ellos, al otro la «ultraderecha» de PP y Vox- que llevan construyendo desde el debate de investidura. Mañana, jueves, cuando se vean las caras Sánchez y Feijóo, éste le va a pedir al presidente que detalle con números qué partidas quiere aumentar y para qué, antes de empezar a hablar de apoyos.

Se llama ganar tiempo. El PP no tiene mucho que ganar en el envite: es más, hay votantes que se preguntan por qué tienen que sacarle a Pedro Sánchez las castañas del fuego. Así que es previsible que el jefe del Ejecutivo no logre un acuerdo con la izquierda que le apoya, eso seguro, pero tampoco con la derecha, que tiene pinta de haber cogido un bol grande de palomitas y no piensa levantarse de la butaca hasta ver cómo acaba la película de pelea entre el PSOE y sus socios parlamentarios, y, sobre todo, como encaja Sánchez el malestar el electorado de izquierda por una decisiòn muy difícil de venderle.