Santiago González, EL MUNDO, 25/5/12
El lehendakari López ha escrito una notable carta a la presidenta Aguirre. En ella, la culpa de proyectar sobre las aficiones del Athletic y el Barça «posibles comportamientos alentados por minorías», de que sus declaraciones «sólo contribuyen a encrespar los ánimos y enturbiar el clima», tras dejar caer como por descuido, que tenía «motivaciones» para hacerlas. La invita, por último, a que retire sus palabras «como una contribución a la sensatez y a la serenidad».
Son muchos, no sólo el lehendakari, los que han abundado en este punto de vista. Periódicos serios, columnistas, redes sociales (cada español lleva en su mochila la presunción de intenciones de un buen tertuliano). España es un país en estado de opinión. Tomo la carta de López como ejemplo por ser la más alta jerarquía que incurre en estas lagunas morales y lógicas. Veamos: la presidenta no tenía «motivaciones» (de hecho, bastaría «motivos», lehendakari) para sus declaraciones. Bueno, sí, sólo uno: el periodista Arcadi Espada le había pedido su opinión sobre el asunto en la tertulia de Herrera. es verdad que pudo mentir o callársela, pero dijo lo que pensaba; en la política hay gente pa tó.
El lehendakari ignora los precedentes: En la final de 2009 de la misma copa, entre los mismos equipos, se pitó el himno y se abucheó al Rey; esta misma semana comenzaba con los responsables de la Galeusca futbolística arengando a las aficiones ¡en el Congreso de los Diputados! El presidente del Barça también los animaba a expresar sus sentimientos. Y el dato más importante, estuvieron apoyados por diputados que representan a 2.147.714 vascos y catalanes. También a 183.279 gallegos, pero éstos no cuentan.
El lehendakari debería haber tenido alguna empatía con su homóloga madrileña. El pasado domingo, en la clausura del Congreso Memoria y Convivencia, cuatro asistentes mostraron sendas camisetas que pedían la dimisión del consejero del Interior, Rodolfo Ares, por la muerte del hincha Cabacas por un pelotazo de la Ertzaintza. Tardaron tres segundos en ser desalojados sin miramientos y nadie clamó por su libertad de expresión.
Yo mismo me considero parte de la afición; tengo un sentimiento favorable a que gane el Athletic, pero el pesimismo antropológico me impide hacerme ilusiones, lehendakari. Otra vez los precedentes, los hechos. Sólo una vez se ha pedido en San Mamés un minuto de silencio por el asesinato de una de las 858 víctimas de ETA, hinchas del Athletic muchas de ellas. Fue tras el de su compañero Isaías Carrasco. Duró ocho segundos. La plantilla del equipo no dijo ni mú en solidaridad con uno de los suyos, Bixente Lizarazu, cuando recibió la petición de impuesto revolucionario.
Hermoso tópico el de «la gran fiesta del fútbol», que escribe dos veces en tres párrafos el lehendakari. La divisa batasuna en las fiestas de los pueblos es, desde los 70, Jaiak bai, bo- rroka era bai (fiestas sí, lucha también). Manuel Montero escribió hace años que la fiesta es la prolongación de la política por otros medios, con gran paráfrasis de Clausewitz. Futbola, jaia eta borroka. En fin.
Santiago González, EL MUNDO, 25/5/12