Teodoro León Gross.ABC
- Hay quien cree que en algún punto ha de haber media docena de socialistas honestos
Hay quien cree, o quiere creer, que en el PNV acabarán por asumir el riesgo real de verse abandonados por el exilio vasco, de modo que Bildu romperá el margen de sesenta mil votos y esa diáspora empeorará. Hay quien cree, o quiere creer, que Podemos acabará por tener un golpe de dignidad para convertir sus amenazas en algún gesto honorable. Hay quien cree, o quiere creer, que Junts tendrá que aceptar el ‘final de la escapada’ de Puigdemont en la Justicia europea y reconstruir un proyecto desde la coherencia burguesa. Hay quien cree, o quiere creer muy ilusoriamente, que en algún punto ha de haber media docena de socialistas honestos que pongan fin a la disciplina de voto para dejar de apoyar a las élites extractivas de las comunidades ricas de Cataluña o Euskadi que sangran a la otra España… Pero más vale que se resignen. Son hipótesis con cierta lógica, pero nada de esto va a suceder.
Sánchez ha convertido España en una tómbola con su mayoría de la investidura. Al decir «somos más», sabiendo que eran menos, había adivinado clarividentemente que todos esos partidos tendrían un incentivo poderoso para huir de una ecuación con Vox. Y todos ellos entendieron que esa coartada les facilitaba mantener en el poder con respiración artificial a un Sánchez debilísimo al que sangrar con chantajes permanentes, ya pagase con indultos, fondos europeos, excarcelaciones, ventajas fiscales, sentencias de un TC domesticado o cualquier otro privilegio. Desde entonces el país está sin gobierno. No ha habido presupuestos en casi mil días, ni siquiera presentados a la Cámara por un mínimo decoro constitucional, y tampoco un debate sobre el Estado de la Nación. El sanchismo sólo acude a las sesiones de control a largar soflamas sin rendir cuentas ante la ciudadanía. Todo es trapicheo.
Lo sucedido ayer en Luxemburgo proporciona una metáfora del sanchismo: la Comisión negó ante el Tribunal Europeo de Justicia que la amnistía esté dictada por ‘el interés general’, puesto que surge del mercadeo de votos para hacerse con la presidencia, de modo que los socialistas facilitaron a los indepes autoamnistiarse a cambio de su sí. Es el cuento del Rey desnudo, que cualquier podía ver salvo quienes se negaban por sectarismo o por oportunismo. El lunes pasaron por Cataluña para prestarse a darles la llave de la caja única; el martes por Euskadi a entregar la gestión de la Seguridad Social… y esto no va a parar, previsiblemente hasta alguna forma de referéndum. Todo lo que se vetaba antes, desde los pactos con Bildu a la amnistía o el cupo, después se ha mercadeado. Y la desesperación del sanchismo bajo la presión judicial –no tres listos como sostenía desvergonzadamente Rufián, sino una treintena, que incluye a su mujer y su hermano, a su fiscal general, sus dos secretarios de organización…– lleva a Sánchez a necesitar comprar tiempo. Y eso, claro está, se pagará caro.