Editorial-El Correo

  • La declaración de hambruna en Ciudad de Gaza dispara la presión sobre Israel para que acepte un alto el fuego y desbloquee la ayuda

La declaración oficial de hambruna en Ciudad de Gaza por la ONU confirma semanas de señales inconfundibles: niños con cuerpos demacrados, demasiado débiles ya para llorar, bebés que sucumben de inanición y enfermedades prevenibles. Al menos 89 civiles, la mayoría menores, murieron por falta de alimento en los siete primeros meses del año en un territorio palestino militarizado al 86% por Israel; otros 133 perecieron este agosto. El informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC) concluye que medio millón de gazatíes enfrentan «condiciones catastróficas».

El organismo de Naciones Unidas admite la dificultad de recabar datos sobre el terreno, pero no duda en asegurar que el resto de los habitantes de Gaza atraviesa una situación «muy grave» que se deteriora con rapidez. La hambruna alcanzará para finales de septiembre Jan Yunis y Deir al-Balah, que junto a la capital totalizan dos tercios de la superficie de la Franja. En el primer desastre de este tipo declarado fuera de África, la alerta es tardía, lo que denuncia ya está ocurriendo. La privación absoluta lleva a los cuerpos al colapso. Y su multiplicación amenaza a generaciones enteras porque, en el caso de los supervivientes, atrofia el crecimiento físico y el desarrollo cognitivo. El hambre azota a Gaza cuando lo necesario para prevenirla se almacena a escasos kilómetros. La ONU habla por ello de situación «provocada intencionadamente», y equipara sus consecuencias mortales con crímenes de guerra.

Desde los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, Israel impide el acceso a información independiente en la Franja, bloqueo del que Tel Aviv se sirve ahora para descalificar el informe sobre la hambruna. El escándalo mundial por una campaña que ya se ha cobrado la vida de 62.000 palestinos -el 83% civiles-, por los bombardeos sobre campamentos y el asesinato en las colas para conseguir alimento, supone una presión creciente para el Gobierno hebreo. Pero Europa y el mundo árabe siguen sin aprobar medidas punitivas eficaces. Y el gran patrocinador, EE UU, bendice todavía el plan de Benjamín Netanyahu para tomar la famélica Ciudad de Gaza. Así que el ‘premier’ responde con desprecio a la oferta de una imprescindible tregua que permita un flujo masivo de asistencia humanitaria. Prefiere aprovechar la devastación en la Franja para extender la colonización ilegal en Cisjordania.