«Llegar al empleo de la fuerza armada abierta conlleva una notable complejidad y un problema a nivel internacional», reflexionan los expertos.
España es, a día de hoy, el mayor inversor en el reino alauí, con más de 1.000 empresas afincadas en su territorio y con interacciones de al menos otras 7.000. Una intensa vinculación económica que también se da en el sentido inverso y que confirma las palabras de la embajadora, aunque no recoge toda la realidad de las relaciones entre ambos países, algo más tensa de lo habitual en los últimos tiempos a causa de determinados movimientos marroquíes.
En pleno siglo XXI, trasciende la idea de que las guerras no comienzan ni se desencadenan empuñando un arma. “Llegar al empleo de la fuerza armada abierta conlleva una notable complejidad y un problema a nivel internacional. Hay otras maneras de ejercer presión que son mucho más fáciles de desempolvar: económicas, tecnológicas, informativas o migratorias”, apunta por su parte Guillem Colom, profesor de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide y miembro del consejo académico del Instituto de Seguridad y Cultura.
Ceuta y Melilla
Todos los expertos consultados coinciden en considerar “inverosímil” un hipotético conflicto armado, pero señalan de una manera u otra los intereses y la manera de entender las relaciones exteriores del reino vecino.
La llegada de la pandemia sirvió en bandeja la excusa perfecta para cerrar las fronteras de Ceuta y Melilla. Marruecos, aunque no públicamente, reclama la cosoberanía de ambas ciudades autónomas españolas desde hace años y había comenzado unilateralmente un proceso de cierre de fronteras desde 2018, mucho antes de la Covid, asfixiando económicamente a ambas ciudades y también a los habitantes marroquís de su lado de la frontera.
Con la pandemia, Marruecos aprovechó para cerrar los pasos terrestres y estrangular las líneas marítimas. Algeciras perdió peso, tráfico y negocio, mientras que las líneas marítimas con Francia e Italia siguen activas hoy -Rabat parece empeñada en activar conexiones añadidas con Reino Unido a través de Gibraltar– y los puertos de Tánger y Agadir asumieron el peso de la operación paso del Estrecho en detrimento de los puertos españoles y siguen hoy monopolizando su tránsito.
Canarias
La visita de Felipe VI a Mohamed VI en 2018 supuso un antes y un después en la inmigración irregular a través del Estrecho. Es más, tanto apretaron las fuerzas de seguridad marroquís en el norte que los flujos migratorios de sus propios ciudadanos y de los migrantes subsaharianos viraron dramáticamente hacia su costa atlántica, donde Marruecos afirma de forma reiterada que no tiene capacidad para controlar sus 3.000 kilómetros de línea marítima, mientras las mafias lanzan cayucos sin parar y con tarifas más bajas que las exigidas para atravesar los 14 kilómetros del Estrecho.
2020, sin embargo, comenzó con un nuevo litigio referido a la delimitación de aguas territoriales y la ampliación de la zona económica exclusiva en torno al monte submarino Tropic, que contiene importantes reservas de telurio y cobalto. La crisis migratoria llegó después de la primera ola de la Covid-19, cuando hasta 2.600 inmigrantes terminaron hacinados en el puerto de Arguineguín en unas condiciones que el Defensor del Pueblo consideró que vulneraban los Derechos Humanos.
Estrategia híbrida
Estas actuaciones o métodos de presión son susceptibles de ser interpretadas desde la óptica de lo híbrido, como remarca Jesús M. Pérez. El juego de Marruecos, según esta perspectiva, se basa, siguiendo la definición de la UE del concepto, en acciones coordinadas que atacan intencionadamente las vulnerabilidades de un Estado, en este caso de España, a través de distintos medios (desde lo económico a lo migratorio) y que explota los umbrales de atribución de responsabilidades y la frontera jurídica entre la guerra y la paz.
La posibilidad de un conflicto armado entre España y Marruecos es inconcebible pero eso no quita para que, a juicio de los expertos, el programa de adquisiciones de material militar de las fuerzas terrestres, navales y aéreas del país norteafricano incremente la tensión y provoque preocupación en la península.
“Marruecos está potenciado su brazo defensivo y no podemos considerarlo marginal o de segunda categoría. Tiene un despliegue potente y lo está engrasando”, explica Carlos Echeverría, profesor de Relaciones Internacionales en la UNED y director del Observatorio de Ceuta y Melilla, que coincide con los demás expertos en apuntar que esta estrategia se enmarca en una carrera armamentística no con España sino con Argelia.
Argelia y Turquía
Entre los objetivos principales del reino alauí en la actualidad está el rearme con el firme objetivo de convertirse en la potencia militar de la zona, “en país tapón en Centroáfrica”. “Marruecos tiene su propia geopolítica e intenta que desde su territorio no haya poder más fuerte hasta Turquía”, apunta Fernando Cocho, analista de Inteligencia. Estos “círculos geopolíticos”, sin embargo, pasan muchas veces desapercibidos en occidente y provocan que se distorsione la realidad, advierte el experto.
Según un informe publicado por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz en 2019, Argelia es el sexto país del mundo en compra de armas y Marruecos, el trigésimo primero.
“Los dos grandes problemas de Marruecos son el Frente Polisario y Argelia. Cuestiones como la reclamación a España de los territorios de Ceuta y Melilla son un elemento tradicional, pero ni mucho menos al mismo nivel”, sentencia Colom, que advierte, no obstante, de que el rearme podría suponer un dilema de seguridad para España: “Para que esto no se convierta en una amenaza se necesita mantener un equilibrio, lo que podría desembocar en otras carreras armamentísticas”.
Sáhara Occidental
Y si algo puede desequilibrar la entente cordiale actual entre ambos países es la antigua colonia, de la que los políticos españoles se desentendieron el mismo día de 1991 en que Naciones Unidas estableció la Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental. Además, la MINURSO es motivo de refriega interna en el actual gobierno de colación de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, lo que tampoco favorece la relajación de las relaciones diplomáticas.
Según fuentes conocedoras de las negociaciones consultadas por EL ESPAÑOL, cuando Marruecos y España ‘acordaron’ aplazar a febrero la Reunión de Alto Nivel que debía celebrarse en Rabat este 17 de diciembre, la insistencia del lado marroquí de comunicarlo oficialmente y de forma conjunta a las 21.00 horas resultó «extraño». Todo encajó poco después, a las 18.00 horas de ese 10 de diciembre, cuando Donald Trump reconoció a golpe de tuit la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Los escarceos en el paso fronterizo del Guerguerat entre tropas marroquís y el Frente Polisario que desembocaron en una declaración de guerra formal de este último quedaban atrás ante la jugada política, diplomática y militar orquestada por el eje Rabat-Washington.
“Marruecos siempre ha tenido una capacidad muy buena para jugar a dos o tres barajas y salirle bien”, explica Cocho. Como ejemplo, ilustra que el país ha sido capaz de mantener con mano férrea una supuesta democratización progresiva a la vez que atraer al mercado exterior, jugar con los integristas cuando interesaba o ganarse alianzas como la que ha conseguido con Estados Unidos.
Alianza con EEUU
Fue Marruecos el primer país del mundo en reconocer a Estados Unidos como país independiente en 1799 y la concordia entre ambos se mantiene hasta hoy. “Desde el siglo XVIII se viene tejiendo una especie de intimidad que no va a cambiar. Hay elementos simbólicos que llevan a las administraciones estadounidenses, de cualquier color, a ver en Marruecos un actor que proyecta estabilidad en una región complicada y al que hay que apoyar”, asegura Echeverría.
Este punto, a su juicio, podría ser un factor desestabilizador si añadimos en la ecuación a España. “En un caso en el que se tuviera que posicionar, EEUU tendría que elegir entre un aliado de la OTAN -España- y un amigo -Marruecos-”, ilustra.
En este aspecto no hay consenso sobre por quién se decantaría, tampoco sobre cómo actuaría la OTAN, obligada por su artículo 5 a respaldar a los países miembros, aunque Reino Unido o Francia mantienen estrechas e históricas relaciones con Marruecos. Es más, en el altercado sucedido en el islote de El Perejil, a comienzos de siglo, Francia evitó solidarizarse con España, algo que sí hicieron otros países miembros de la Unión como Reino Unido o Italia, y Estados Unidos se situó en un papel de mediador.
“España tiene que asumir que no tiene que contar con el apoyo de otros más fuertes, como EEUU o Francia, porque no van a jugar un papel de apoyo a un país como España cuando con Marruecos tienen unos vínculos profundos”, defiende este experto en Relaciones Internacionales, que considera que esto obliga a “considerar que la política diplomática y de defensa respecto a Marruecos es sobre todo nuestra”.
“Hay que volver a la dimensión de la política interior de los países, la monarquía alauí es próxima a Occidente pero si hubiera un cambio en el régimen nos encontraríamos en una situación con riesgos y peligros mayores. Estamos en un statu quo que queremos que se mantenga pero en el que las dificultades no faltan y España tiene que cuidar y no desatender su política”, concluye.