Editorial-El Correo

La publicación de las imágenes de Rom Braslavski y Evyatar David, dos de los veinte rehenes vivos que mantienen Hamás y Yihad Islámica desde el 7 de octubre de 2023, revela el desinterés de las milicias por la suerte de los civiles de Gaza. Las familias de los cautivos asisten aterradas a la evidencia del sufrimiento de sus seres queridos por la privación de libertad desde hace 669 días, a la que se suma la falta de alimentos y asistencia sanitaria que causa estragos entre los gazatíes. El movimiento publicitario puede tener el efecto indeseable de cortocircuitar el clamor mundial para que Israel detenga su ofensiva en la Franja. Pero con seguridad sitúa al Gobierno de Tel Aviv ante un contundente llamamiento para liberar a sus ciudadanos retenidos. Que coincide con el manifiesto que medio millar de antiguos altos cargos del ejército y los servicios secretos dirigen a Donald Trump para que presione a Benjamín Netanyahu en favor de «terminar la guerra». En un momento en el que el primer ministro israelí sopesa hacerse con el control total de Gaza, hay que recordar que en los largos meses de ofensiva solo logró recuperar a prisioneros en el marco de una tregua.