«¿Un tiro en la nuca es violencia política?». Así, de forma tan contundente, formulaba ayer Ángela Murillo, la presidenta del tribunal de la Audiencia Nacional que juzga al exlíder de Batasuna Arnaldo Otegi y a otros siete miembros de la izquierda abertzale, la última pregunta a Miren Zabaleta, con la que se cerraba el interrogatorio de los acusados.
La presidenta había oído en las dos sesiones del juicio hablar a los acusados de un cambio de estrategia, de impulsar un debate en profundidad para lograr un escenario en ausencia de violencia política y quiso saber a qué se referían.
Zabaleta, algo sorprendida por la pregunta, trató de esbozar una respuesta: «Violencia política o no, lo que la izquierda abertzale…».
Pero la presidenta le cortó: «No, no, lo que le pido es que me defina qué es la violencia política».
Zabaleta precisó: «No me parece relevante que haya puesto esa coletilla o no. Si quiere la quito. Cuando digo que la izquierda abertzale apuesta por vías exclusivamente pacíficas y democráticas, estoy diciendo que la izquierda abertzale hace una apuesta por que no se utilice ningún tipo de violencia».
La procesada no lo explicó, pero coherentemente con el discurso de años de la izquierda abertzale se refiere tanto a los asesinatos, secuestros y extorsiones de ETA como a las torturas y malos tratos que atribuyen a las fuerzas de seguridad.
El segundo día del juicio por Bateragune, en el que se juzga a Otegi y otros siete integrantes de la izquierda abertzale por el intento de reconstrucción de Batasuna, y por el que el fiscal solicita 10 años para cada uno de ellos, mientras que la acusación reclama 14 años de prisión, tuvo otros momentos impactantes. Así, no dejó de sorprender que la última acusada, hija del coordinador general de Aralar, Patxi Zabaleta, el primero que se desmarcó de ETA para fundar una formación independentista ajena a la violencia y de intereses concurrentes con la banda, dijera: «En mi caso, fue la figura de Arnaldo la que hizo la luz sobre cuál era realmente el debate que se debía dar en el seno de la izquierda abertzale y el que planteó la necesidad de abrir el melón» [en referencia a rechazar la lucha armada]. Patxi Zabaleta no estaba en la sala cuando se produjo esa declaración. Entró y se situó en el último banco del público cuando la declaración de su hija ya había terminado.
Otro de los momentos relevantes de la vista de ayer se produjo con el testimonio de Rufi Etxeberria, otro de los pilares, con Otegi y Díez Usabiaga, de la nueva apuesta de la izquierda abertzale. Etxeberria admitió que tiene interés en que todos los acusados sean absueltos y confirmó punto por punto la declaración realizada el lunes por Otegi, del que es muy amigo.
Aseguró que él mismo había sido animador del debate en el que finalmente salió aprobada la ponencia de prescindir de la lucha armada. Fue el debate más importante que ha tenido en su historia la izquierda abertzale, dijo, porque más de 7.000 personas de las bases por primera vez votaron que el ciclo de la lucha armada debía cerrarse y apostar por las vías pacíficas.
EL PAÍS, 29/6/2011