Pedro G. Cuartango, EL MUNDO 24/11/12
Al nacionalismo catalán siempre le ha salido bien la estrategia de envolverse en la bandera. La táctica de Mas para desmarcarse de la cleptocracia en que se ha convertido su partido es la que con tanto éxito utilizó Pujol en los 80 para salir indemne del caso Banca Catalana. La historia se ha repetido tres décadas después.
He repasado mis notas y varios de los libros que se publicaron entonces y las similitudes son sorprendentes. Muchas de las cosas que dice ahora Mas las dijo Pujol, que se cansó de proclamar que la investigación de la Audiencia de Barcelona era un montaje contra él.
Mas ha acusado a Rajoy, Montoro y Cospedal de instigar la filtración del informe de la UDEF. Pujol responsabilizó a González, Guerra y Boyer de azuzar a los fiscales Mena y Villarejo. Si CiU ha convertido ahora al mensajero -este periódico- en el blanco de sus ataques, la bestia negra fue entonces El País.
«El País, como siempre, al servicio del antipujolismo», escribió Francesc Cabana, consejero de Banca Catalana en 1984 en unos momentos en los que las calles de Barcelona se llenaban de octavillas que decían «Pujol, Cataluña te quiere» y «PSOE y Felipe ofenden nuestra tierra».
Todo se ha repetido ahora excepto la actuación de la Fiscalía, que llevó el peso de la acusación y se ha convertido hoy en el abogado defensor de los dirigentes de CiU, lo que revela el deterioro de la Justicia en Cataluña, contaminada por el nacionalismo.
Pujol concurrió a las elecciones de 1984 bajo la sospecha de este escándalo y logró mayoría absoluta. Veremos los resultados de mañana, pero todo indica que Mas no va salir perjudicado por la corrupción, al igual que el PSOE andaluz no ha pagado ningún precio por el fraude de los ERES.
Las presiones que se hicieron entonces sobre la Justicia fueron enormes hasta el punto de que se forzó a dimitir a Burón Barba, fiscal general del Estado. Pujol y otros 17 consejeros no tuvieron que sentarse en el banquillo porque la Audiencia les exculpó y luego archivó la causa.
La resolución final de la Audiencia decía que la gestión había sido «imprudente y desastrosa», pero que no había constancia de delitos a pesar del informe del Banco de España y del meritorio trabajo de Mena y Villarejo, que denunciaron el desvío de recursos a sociedades insolventes, el pago de extratipos y la existencia de un doble contabilidad. El Fondo de Garantía de Depósitos cuantificó el coste del saneamiento del banco, transferido al Vizcaya en 1984, en 83.027 millones de pesetas.
A Pujol todo esto le salió gratis o, mejor todavía, no pagó políticamente por una gestión irresponsable. Ahora la Fiscalía de Cataluña se pone del lado de Mas en un acto de fe gratuita, mientras el juez Pijoan -subvencionado por la Generalitat- reconoce que no ha ordenado diligencia alguna en el caso Palau desde mayo.Y luego dicen que la Justicia es ciega.
Pedro G. Cuartango, EL MUNDO 24/11/12