Narciso Michavila-El Correo
- Las urnas dieron una victoria insuficiente al PP, en contra de nuestro pronóstico. Pero ninguna sorpresa justifica cuestionar el resultado
Las urnas han hablado y dado una victoria insuficiente al Partido Popular para un Gobierno alternativo, en contra de nuestro pronóstico, cuya estimación más prudente otorgaba siete escaños más a la suma del PP y Vox: 176 frente a los 169 que han obtenido. Es un desvío inédito que me obliga a pedir disculpas. No haremos como otros que, con dinero público, venden como gran acierto haber sobrestimado en hasta 32 escaños a la actual coalición que conforma el Ejecutivo y ser los únicos que se equivocaron en el partido ganador. La mentira solo puede triunfar cuando la verdad tiene miedo a sus propias fuerzas, escribió Albert Camus en ‘La noche de la verdad’. En el error, como antes en el acierto en GAD3, seguiremos creyendo en la fuerza de la verdad.
Antes de explicar el motivo del error, es necesario dejar claro que ninguna sorpresa electoral justifica cuestionar el resultado de las urnas. Tanto el sistema de recuento como el voto por correo son completamente fiables. Pretender deslegitimar el resultado comparando la diferencia entre las actas a Congreso y Senado denota mala fe. Igual que en mi análisis ‘Guerra, terrorismo y elecciones’ sobre los comicios generales de 2004 afirmé «ha ganado el PSOE y ha ganado la democracia», sin dar cabida a falsas teorías, ahora afirmo que ha ganado el PP y ha ganado la democracia.
España cuenta con uno de los sistemas electorales más robustos del mundo. Como sucedió en 2004, el partido ganador ha crecido más de tres millones de votos, situando a Alberto Núñez Feijóo, junto a Adolfo Suárez y José Luis Rodríguez Zapatero, en el podio de los tres únicos candidatos que han ganado unas elecciones generales a la primera. El candidato del Partido Popular ha obtenido 46 escaños más de los que consiguió el socialista en su primer intento en 2015. Pero, paradojas de la democracia, Pedro Sánchez tiene grandes opciones de permanecer en La Moncloa, pues en los sistemas parlamentarios no gobierna el más votado, sino el que logra más apoyos.
Como dije durante la campaña, si el PP superaba los 160 escaños, Sánchez no llegaba a septiembre. Por el contrario, podría escribir un capítulo más de su ‘Manual de resistencia’ si el PP no llegaba a 140. Y no ha llegado porque en el último minuto del partido el candidato socialista ha logrado hacer un tapón al lanzamiento de Feijóo que impidió a este alzarse con la copa. ¿Cómo lo ha logrado a pesar de que la derecha ha batido récords con más de once millones de votos, dos más que en las municipales?
Por varios factores. El primero, el eje de la campaña giraba en torno al ‘sanchismo’, lo que le ha reforzado en el espacio de la izquierda batiendo también su récord de apoyo electoral, al crecer casi un millón de votos. Si apenas logra dos actas más es porque ya no cuenta con la primacía de ser el partido más votado. A ese factor base se unió una activación de electores de izquierda, que se abstuvieron en mayo pero que en esta ocasión decidieron finalmente acudir a las urnas ante el miedo de que Vox entrara en el Gobierno.
No es que vean mejor a Bildu que a Vox, es que descartaban que Arnaldo Otegi fuera a ser vicepresidente del Gobierno y rechazaban que lo fuera Santiago Abascal. Hubo institutos, como Sociométrica, que supieron detectar el movimiento en su justa medida, mientras que en GAD3 las señales de activación, especialmente en Cataluña, las confundimos con el ruido de una campaña celebrada en pleno periodo estival. Son principalmente los ocho escaños ganados en Cataluña y el País Vasco los que permiten al PSOE compensar sus pérdidas en el resto de España y darle opciones de seguir en el Gobierno.
El tercer factor es estructural y es el que condena a la derecha a estar en la oposición a pesar de lograr apoyos de mayorías absolutas. Al igual que en abril de 2019, cuando la división del voto en el Senado de una parte del elector conservador dio la mayoría absoluta al PSOE, ahora la distribución de voto de la derecha ha sido letal para sus intereses. Uno de cada cuatro electores conservadores ha optado por apoyar a un partido, Vox, cuya transformación de votos en escaños es un 33% menos eficiente. Es lo que le sucede también a la izquierda, pues nuestro sistema electoral es implacable, pero con la diferencia de que esta pueda pactar con partidos nacionalistas.
La cuestión ahora es, si con este escenario, habrá repetición de elecciones. Parece poco probable, pues ninguno de los apoyos de Sánchez tiene incentivos para ello y este no volverá a cometer el error de repetir comicios como en 2019. Lo que sí está claro es que cuando se disipe el humo de la sorpresa electoral provocada por las expectativas, llegará la hora de la verdad de los resultados electorales.