JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • «La evidencia de que se prepara un autogolpe que exterminaría la democracia liberal en España parece no acabar de entrar en muchas cabecitas»

Mientras el Festival de San Sebastián blanquea a un asesino múltiple y el jefe del comando cinematográfico pide ilegalizar a Vox, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos pone a España a la defensiva a cuenta del golpe del 17. Lo curioso es que el país reme en la misma dirección: el jefe del Ejecutivo le indica al Poder Judicial lo que debería haber hecho; o sea, le señala lo que debe hacer. Tres asociaciones judiciales han salido a recordarle el abecé a ese analfabeto funcional. Pero no los jueces «para la democracia». Ja. Andan encantados con la muerte (tras larga agonía por uso alternativo del Derecho) de la división de poderes. Y con la supeditación al piernas.

También se supeditan los periodistas a granel. Los de izquierdas, porque prevalece la secta, en especial si trabajan para el fondo extranjero que ha penetrado Indra, nada menos, mientras el extranjero del fondo quiere impedir la entrada de capital saudí en Telefónica porque sí. Porque él, desde su visión futbolística de la política, encaja la mar de bien con la concepción baloncestística de Sánchez. Para ese par todo es un juego de suma cero. En cuanto a los periodistas de derechas, compadezcamos a los que pagan el peaje tribal: un guantazo gratuito a Vox de vez en cuando, sin venir a cuento. Solo se están ‘posicionando’. Transmiten que él o ella serán de derechas, sí, pero de la buena. La que desprecia la guerra cultural. La que defiende lo mismo que el PSOE… tres años después. Moderaditos con la izquierda, supuesta adversaria, se vuelven ‘dóbermans’ locos con la derecha que se planta.

Jueces de derechas (siempre simplificando con las arraigadas categorías) y periodistas de todos los colores van asimilando –y aun negando– la autocracia, afean el ‘antisanchismo’ y se están lubricando para el autogolpe. Autogolpe. A ver si se aprenden ya la palabra que designa lo que está pasando en España. Un poquito de interés por el lenguaje preciso, hombre, y un poco menos de zurupetismo. Al menos no sientes cátedra cuando lo ignoras todo sobre una disciplina, pues tu ridículo es el mismo –a ver si con la comparación tomas conciencia– que el que haría yo escribiendo una columna sobrada sobre el estado de la física de partículas. Sigamos con los gremios.

Las élites financieras son sin duda las más lerdas y engreídas de todas. Como vamos viendo, aquí no hay ‘crème’ que se salve, a excepción de algunos círculos verdaderamente poderosos que disimulan demasiado su existencia y para los que quizá haya llegado el momento de expresarse. El personal se acojona con la mera mención de un apellido de abolengo banquero, sin entender que esos nombres son los más expuestos. Un rasgo meritorio del carácter catalán –que he visto también en los toledanos– es que el rico esconde la riqueza, y el muy rico se coloca en el olvido. Ostentar es una horterada, llegar en helicóptero al trabajo, ¡ponerse a dar lecciones de mérito cuando lo has heredado todo! Y es simplemente estúpido creer que tienes mucho poder cuando toda tu influencia se basa en el temor de los que quieren pillar y en la benevolencia de los que saben que estás desnudo o desnuda. Mira al partido que mataste y al que quieres matar: al primero le habría bastado, y al segundo le basta, con dedicarte una campañita. Preséntate a las elecciones ya.

Es el gran empresariado el que dio a Sánchez el crédito que le faltaba, quizá porque soñaban con fondos eléctricos. Qué sé yo. A Yolanda también la prestigiaron. Demasiado tarde se dan cuenta de lo que han hecho y, dado que las empresas verdaderamente grandes tienen muchos propietarios (centenares de miles, millones) y que ellos, con toda su imprudencia, solo son gestores, quizá haya que pedirles cuentas por lo que nos han hecho. Sánchez tenía legitimidad de origen cuando ganó aquella moción de censura. Sánchez siguió teniendo legitimidad de origen tras ganar las elecciones. Dependiendo de lo que urda con la amnistía, Sánchez puede que tenga legitimidad de origen si le invisten esta vez, cosa que sigo viendo bastante dudosa. Pero si la amnistía llegara, y no te digo ya el referéndum de autodeterminación, ese individuo pasaría a ser el presidente ilegítimo de un gobierno ilegítimo: la amnistía no mataría la Transición, que lleva bastante tiempo enterrada, sino la democracia. Ante esta eventualidad, los moderantismos son inútiles, o más bien contraproducentes. Si te roban en casa y le dices a la policía que, bien mirado, estás dispuesto a que los intereses del ladrón encuentren un encaje con los tuyos, la policía te mandará al guano, y luego el juez. Y hasta tu abogado. Y harán bien.

La evidencia de que se prepara un autogolpe que exterminaría la democracia liberal en España parece no acabar de entrar en muchas cabecitas. Recordemos pues lo evidente (un ejercicio que atormenta al columnista español elegante): amnistía significa que Puigdemont, Junqueras y sus respectivas bandas no delinquieron nunca. Que la masa, dirigida por los Jordis, que acosó y encerró a una comisión judicial en un cine de la Gran Vía mientras destrozaba coches policiales no delinquió nunca. Que los que quemaron Barcelona y organizaron el pandemónium de la Plaza Urquinaona no delinquieron nunca. Que a Jordi Pujol y su familia no se les puede juzgar (esto también lo ha incluido Puigdemont en su carta a los Reyes Magos). Consecuencia inevitable: los que actuaron ilegítimamente fueron el Gobierno, la policía, los jueces y magistrados, y el Rey. Pues bien, Sánchez, hombre sin palabra, traje vacío, analfabeto funcional, presidente en funciones aún legítimo, a ver si se atreve usted.