DIARIO VASCO, 9/10/11
Solo dos de los seis integrantes de la comisión han mediado en una entrega de armas
De los seis miembros de la Comisión Internacional de Verificación, promovida por el letrado sudafricano Brian Currin para desempeñar un papel que ella misma define como «técnico» en torno al alto el fuego de ETA, intervinieron hace un par de años en el desarme de un pequeño grupo terrorista norirlandés. Es éste el único caso que evoca vagas similitudes con las circunstancias actuales del País Vasco que puede rastrearse en el historial de los componentes de este comité, que se presentó el pasado 28 de septiembre en Bilbao bajo dos parámetros: se confiesa ajeno a los «aspectos políticos» del proceso de pacificación -más propios de Currin y su otro equipo de mediadores- y su actividad estará «centrada en el cumplimiento de la tregua» por parte de la banda.
Ni el Gobierno central ni el vasco reconocen la validez de este comité, aunque sí cuenta con el respaldo del PNV -que le ha abierto la puerta a diferentes contactos sociales y profesionales en Euskadi de cara a efectuar su labor- y, evidentemente, de la izquierda aber-tzale. Ahora bien, ¿cuáles son los patrones que han alumbrado esta comisión, realmente heterogénea y donde sólo dos integrantes cuentan con una escasa experiencia en el terreno del desarme? Resulta difícil saberlo, baste el hermetismo y lo difuso de la información que rodea al equipo. Pero es posible que sus raíces se hundan en la trayectoria de cada uno de los verificadores, cruzadas con el paso de los años en diferentes conflictos, tan variados en el espacio y la motivación como el proceso irlandés o la lucha contra los Tigres Tamiles en Sri Lanka.
Ram Manikkalingam, que es fundador del Grupo Asesor sobre el Diálogo, un organismo con base en Amsterdam en cuya universidad es profesor, y Fleur Ravensbergen, que trabaja en el mismo ente, coordinaron junto con una organización local en Derry y los sindicatos irlandeses la recepción y entrega de las armas del Ejército de Liberación Nacional de Irlanda (INLA) en febrero de 2009. Este grupo, asociado históricamente con el minúsculo Partido Socialista Republicano Irlandés (IRSP) y de carácter marxista y revolucionario, fue una pequeña escisión del IRA oficial, del que se separó en 1972 cuando esta rama, también marxista, del IRA histórico decidió un alto el fuego. Durante su existencia, el INLA asesinó a 113 personas, el 3% de las muertes registradas en el conflicto norirlandés.
Siete días después del mayor atentado ocurrido en la región -el perpetrado en Omagh el 15 de agosto de 1998, que provocó la muerte de 29 ciudadanos, entre ellos dos españoles-, el Ejército de Liberación Nacional de Irlanda declaró su cese de la actividad armada. Lo mantuvo oficialmente -aunque cometió otros crímenes no reivindicados- hasta el anuncio de su desarme, el 6 de febrero de 2009. El contexto legal que rodeó esta operación fue determinante. Tres días después de que el grupo terrorista diera a conocer la entrega de su arsenal, expiraba el plazo dado en la legislación que siguió al Acuerdo de Viernes Santo de 1998 para que la posesión de armas no fuese causa de delito y pudieran ser analizadas por forenses para investigar crímenes del pasado.
En esa situación, los militantes del INLA promovieron una comisión formada por un organismo local, otro nacional y otro internacional -que en este caso fue el Grupo Asesor sobre el Diálogo de Ram Manikkalingam, también llamado Grupo de Amsterdam por su origen-, al que entregaron sus armas. La encomienda consistía en que este comité las llevase a su vez a la Comisión Internacional Independiente para el Desarme (IICD), el ente oficial definido en la ley, que las inutilizó.
No hay documentación pública sobre el desarme de organizaciones terroristas norirlandesas y las personas consultadas por este periódico han rehusado ofrecer información adicional a la contenida en los comunicados difundidos en su día por el INLA y la comisión de desarme. Esta última, presidida por el exgeneral canadiense John De Chastelain, entregó sus archivos al Boston College, donde permanecerán inaccesibles hasta dentro de treinta años si las autoridades británicas e irlandesas no cambian de criterio.
Acusado de terrorismo
Ram Manikkalingam y Fleur Ravensbergen han participado también -junto con otros expertos y a petición de la Consejería de Justicia del Gobierno de Belfast- en la elaboración de una serie de propuestas para resolver una disputa de los presos del terrorismo irlandés contra las autoridades penitenciarias por los procedimientos de registro que se les aplica.
Aunque la biografía de Manikkalingam va más allá de los despachos y de Irlanda: tiene también experiencia en negociaciones con Tigres para la Liberación de los Tamiles de Eelam, la organización que ha mantenido una guerra terrorista con el Gobierno de Sri Lanka desde los años setenta.
El experto ejerció como asesor de la presidenta Chandrika Kumaratunga para iniciar un proceso de paz con los guerrilleros tras el tsunami que asoló el nordeste de Ceilán en 2004. Por medio estaba el reparto de la ayuda internacional a los afectados por la catástrofe. Manikkalingam también ha asesorado al Centro Henri Dunant, mediador entre el Gobierno y ETA en 2006, y participó en la cumbre sobre terrorismo celebrada en Madrid en 2005, durante el primer aniversario de la masacre del 11-M.
La historia del director del Grupo Asesor sobre el Diálogo es, cuando menos, singular. Después de graduarse en Físicas por el Instituto de Tecnología de Massachusets, Ramanujam (Ram) Manikkalingam fue detenido en marzo de 1986 por el Gobierno de Colombo -capital de Sri Lanka-, acusado de terrorismo como miembro del marxista Vikalpa Kandayama (Grupo de la Alternativa), opuesto al separatismo violento de los Tigres y algunos de cuyos militantes colaboraron luego con varios gobiernos. De hecho, cuando la organización tamil fue derrotada en una ofensiva del Ejército en 2009, antiguos integrantes de Vikalpa Kandayama apoyaron la operación, que también contó con el respaldo entusiasta del teniente general indio Satish Nambiar, otro miembro de la comisión de supervisores de la tregua etarra.
Asesor del Gobierno de Colombo en un fracasado proceso de paz en 2002-03, Nambiar calificó en 2009 a su colega Sarath Fonseka, jefe del Ejército de Sri Lanka, como el tipo de «gran líder militar que bendice a las naciones de tiempo en tiempo». Su gesta fue «la demolición de una organización que en su tiempo fue temida por todos».
Su hermano, Vijay Nambiar, es jefe de Gabinete del secretario de la ONU, Ban Ki Moon, y ha sido criticado por su presunta indiferencia a las acusaciones de graves crímenes cometidos por el Ejército, cuando fue el enviado especial de la ONU en Sri Lanka durante la destrucción de los Tigres. Satish, por su parte, ha defendido acciones militares contra las bases de terroristas paquistaníes que atacan India.
Más historias cruzadas o, cuando menos, cercanas. Brian Currin. Cuando el abogado sudafricano se unió en su juventud al Partido Progresista, con representación en el Parlamento de Pretoria y formado por blancos reformistas, Ronnie Kasrils era ya miembro del Partido Comunista de Sudáfrica, unido al Congreso Nacional Africano (ANC) y organizado clandestinamente para derrocar el sistema del ‘apartheid’ racial. Kasrils, ahora retirado, ha pasado asimismo a formar parte del comité de verificadores impulsado por Currin. Su experiencia en el desarme de un grupo que practicó el terrorismo es singular.
La ‘Lanza de la Nación’
Fue dirigente en varios países y niveles de la rama militar del ANC, Umkhnoto we Sizwe, que se traduce como ‘Lanza de la Nación’ y terminó conociéndose por las siglas MK. En este grupo, entre cuyos fundadores estuvo Nelson Mandela, Kastrils, descendiente de judíos huidos de pogromos zaristas, ejerció como operador clandestino durante varias décadas.
El MK participó junto a tropas angoleñas, cubanas y de otros países en la batalla de Cuito Cuanavale, en la frontera entre Angola y Namibia, que desestabilizó la seguridad del régimen racista. Siguió armándose incluso después de la puesta en libertad de Mandela en 1990, aunque su alto el fuego desembocó en el ingreso de sus militantes en la Fuerza Nacional de Defensa de Sudáfrica. El ahora octogenario Kasrils fue ministro responsable de los servicios de Inteligencia antes de jubilarse.
Por su parte, Chris Maccabe, el quinto de los verificadores presentados en Bilbao, ya ha utilizado su experiencia como alto funcionario del Gobierno británico durante el proceso de paz en Irlanda del Norte para asesorar en resolución de conflictos en diferentes lugares del mundo. Como director de Política del Ministerio de Irlanda del Norte participó en el diálogo con los partidos, incluido el Sinn Féin, en la marcha hacia el Acuerdo de Viernes Santo.
Líderes de este proceso afirman que, por su condición de funcionario, resulta difícil evaluar qué posiciones personales mantuvo Maccabe durante las negociaciones, pues su labor de asesoramiento a los ministros se desarrolló intramuros y en público articuló las del Gobierno. Bertie Ahern tomó prestada su pluma estilográfica para estampar su firma en el acuerdo de 1998, donde se esbozaba la inutilización de armas por grupos militares, que el IRA llevó a cabo siete años más tarde.
Un hombre común
El tercer miembro de la comisión de verificación que no ha participado directamente en algo similar es Raymond Kendall. Es el único de los reclutados por Currin que pertenece tanto a su organismo facilitador de un diálogo político, el llamado Grupo Internacional de Contacto, como al de verificación, que se declaran, sin embargo, independientes.
El exinspector de la Rama Especial de Scotland Yard desarrolló gran parte de su carrera en Interpol, una organización que fuentes de los servicios de seguridad describen como ‘una gran oficina de telégrafos’ para tramitar peticiones entre las policías del mundo y que puso en marcha sus primeros grupos de análisis sólo desde que Europol los formó, tras su nacimiento, en 1999.
En ese año, Kendall culminó su tercer mandato como secretario general de Interpol y se jubiló. También octogenario, su trayectoria es la de un burócrata de la diplomacia tanto en la sede de Lyon como en organismos y convenciones internacionales. Tiene negocios de seguridad en el sector privado.
Da al grupo verificador conocimiento del francés, que también habla Fleur Ravensbergen. Ram Manikkalingam se desenvuelve en español.
El grupo internacional de verificadores ha rehusado informar sobre la financiación de sus actividades, que atribuye a filántropos anónimos. Currin recibió el pasado julio unos 55.000 euros de la fundación británica Joseph Rowntree para las actividades del Grupo Internacional de Contacto. Manikkalingam ha recibido en el pasado subvenciones del Instituto Sociedad Abierta, creado por el inversor George Soros.
DIARIO VASCO, 9/10/11