La hora del Gobierno del Falso Rajoy

EL MUNDO 03/11/16
TEODORO LEÓN GROSS

En el puente de mando, el carácter es indisimulable. La lección no es de Jack Aubrey, sino de Lincoln. Aznar en minoría se comportó como un político flexible y dialogante –incluso en catalán–, pero cuando dispuso de mayoría absoluta dio rienda suelta a la soberbia desoyendo todo, en especial Irak, exhibiendo una insensibilidad implacable con el Yakovlev e ínfulas escurialenses, capaz de reírse hasta del alcohol al volante. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, defendía LordActon; y se ve que la mayoría te retrata, y la mayoría absoluta te retrata absolutamente. El Aznar Falso de 1996 dio una talla presidencial mucho mejor que el Aznar Auténtico. Es la hora de Rajoy.

El presidente ha garantizado «diálogo» y «disposición a negociarlo todo». Claro que es el mismo presidente que en la legislatura pasada, con una mayoría a discreción, se negó al menor consenso. Rastrear las ocasiones en que ha aceptado una mera enmienda a los presupuestos es una aventura destinada a la melancolía. No se molesten. Alguna vez anecdóticamente, como tres a UPN, PNV y CC de las 4.000 presentadas en 2014. No cree en eso. Ha confundido el rigor del programa con el desdén contumaz a la oposición y las autonomías. Y aunque ahora ofrece cinco, desoyó cualquier pacto de Estado, incluso sobre corrupción. Ahora ese Rajoy Auténtico va a tener que sacarse otro Yo de la chistera. Es fácil entender su bloqueo para hacer Gobierno después de 300 días. No es su Gobierno, sino el Gobierno para un Falso Rajoy.

La legislatura del Rajoy Auténtico ha tenido una impronta muy característica: centralismo. No ha habido un equipo más castellano desde la Transición: ocho ministros de Madrid y cuatro de la vieja Castilla, de donde proceden incluso los nombres atribuibles a Cataluña y Galicia (Fernández Díaz y Pastor). 12 de 16. Tal vez haya que remontarse a la partida del Cid para una proporción así. Un Gobierno no es un sudoku de cuotas, y más vale anteponer el perfil a la circunscripción, pero un gabinete así se aleja de la realidad de España.

En el primer mandato de Zapatero hubo tres madrileños, tantos como gallegos o catalanes, incluso menos que valencianos y castellano-leoneses, y además dos andaluzas, un manchego, un canario, una extremeña y un cántabro. También el primer Felipe, 30 años antes, tuvo tres catalanes (Serra, Lluch y Majó), dos vascos (Almunia y Campo), dos riojanos (Moscoso y Cosculluela), el andaluz Guerra, el navarro Solchaga, el asturiano Morán, el castellano-leonés Romero, el manchego Ledesma, y la rareza territorial de Boyer. Y vale que la izquierda tenga inercia federal, pero el propio Aznar’96 tuvo ministros de nueve comunidades.

El equilibrio del Estado no puede consistir en centralismo competencial+la tijera de Montoro. En el Tribunal Constitucional hay tensión por la recentralización a golpe de recursos de Moncloa contra las autonomías. Así no se racionaliza. Primera estación, hoy: nuevo Gobierno. Tal vez Rajoy, como Aznar, ofrezca su mejor versión, por necesidad, en el rol de Falso Rajoy.