De aquella Bildu que no pudo celebrar su conferencia de prensa en el Congreso, a la de ahora, media un abismo. No en sus representantes; en la aceptación de su presencia con futuro y sin pasado. Es lo que hay en Euskadi. Ha ganado el independentismo y la idea de la negociación ETA-Gobierno ha resurgido con toda la fuerza.
No será fácil. Los dirigentes de los partidos vascos tendrán que hacer unas cuantas cábalas para que les cuadre el panel municipal y foral. Con Vizcaya como feudo del PNV, Guipúzcoa liderada por Bildu y Álava con el dominio recuperado por el PP (ningún territorio figura como cesto electoral de los socialistas de Patxi López), el diseño de los gobiernos locales no podrá trazar una línea coherente porque, salvo Iñaki Azkuna en Bilbao, todos los demás, incluido Bildu, van a necesitar buscarse apoyos.
La nueva Batasuna, la coalición que ha reunido mayor número de concejales, ha obtenido, sin embargo, mayorías simples. Iniciará, pues, la ronda con los partidos que se avengan a sentarse con ellos, porque le corresponde. A partir del momento en que se hagan efectivas sus primeras convocatorias, llegará la hora del retrato. Los que quieren hacer todo lo que esté en su mano para evitar que Bildu no gobierne(PP), los que seguramente se reunirán con ellos pero no tienen intención de pactar, «de entrada, no» (partido socialista). Y el PNV. Que tanto en San Sebastián como en Guipúzcoa están atrapados entre dos opciones. Solo dos. O pactan con Bildu, o suman escaños con PP y PSE. Con los dos a la vez para poder sumar más representación que Bildu. ¿Pero eso es lo que quiere el PNV? Ayer, Urkullu, antes de reunirse con la dirección de su partido, ya dejó un mensaje sobre la mesa de Egibar. El proyecto de Bildu y el del PNV son antagónicos en un sinfín de iniciativas municipales. Pero Egibar, que ha visto fracasada su apuesta por la unidad de todos los abertzales, ¿accederá a que su partido pacte con las formaciones constitucionalistas en su territorio?
Va apareciendo en el horizonte un cruce de intereses que deberán ser tratados con amplitud de miras. A medida que pasan las horas, en Guipúzcoa sobre todo se percibe cierto síndrome con el ganador de la izquierda abertzale. De aquella Bildu que no pudo celebrar su conferencia de prensa en el Congreso de los Diputados, cuando todavía el Tribunal Constitucional no había dado luz verde para su legalización, porque Bono se lo impidió, a la de ahora, media un abismo. No en sus representantes; no. En la aceptación de su presencia con futuro y sin pasado. Es lo que hay en Euskadi. Ha ganado el independentismo y la idea de la negociación entre ETA y el Gobierno ha resurgido de las cenizas con toda la fuerza imaginable.
En las tertulias se dice que el candidato a la Alcaldía de San Sebastián, Juan Carlos Izagirre, es «un médico muy majo» y no se destaca que a la nueva Batasuna le queda pendiente su asignatura más dificil. Si ETA no desaparece, tendrán que demostrar que su apuesta es tan seria que son capaces de exigirle que se vaya a casa. Pero no parece que sus intenciones vayan en esa dirección, aunque se oyen pocas voces que se lo reclamen. Las víctimas asisten atónitas al espectáculo electoral. Ayer, la nueva Batasuna compareció ante la prensa. Rufi Etxeberria, entre los disertadores que exigieron la legalización de Sortu. Es una hoja de ruta conocida.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 24/5/2011