ALBERTO AYALA-EL CORREO

Pedro Sánchez sigue fiel a sí mismo. Primero él, luego él y después él. ¿El PSOE? ¿La sociedad? Meros instrumentos al servicio del líder. Primero para alcanzar el poder. Ahora para conservarlo casi a cualquier precio.

Nuestro presidente debe tener sólidos argumentos para pensar que los ciudadanos carecemos de memoria. Que nos da igual que nos digan hoy una cosa y mañana la contraria. Puede que así sea. O, lo que es más probable, que mira enfrente, observa la realidad del centroderecha y piensa que el partido lo sigue teniendo ganado haga lo que haga.

Y ciertamente no le faltan razones para pensarlo. Ahí están los bandazos políticos de Pablo Casado. Y la solidez de Vox que convierte en utopía pensar a corto plazo en una derecha unida en torno al PP, como logró Aznar y no supo conservar Rajoy.

Así que la huida hacia adelante continúa. El objetivo ahora son las elecciones madrileñas del 4 de mayo. Y Sánchez ha decidido que lo mejor es que sea él quien se vuelque en ellas, quien confronte con Isabel Díaz Ayuso, ninguneando a Ángel Gabilondo y al PSOE madrileño, y que lo haga con mensajes optimistas. Con o sin argumentos.

Así ha llegado la negativa del presidente a prorrogar el estado de alarma más allá del 9 de mayo. Su insistencia en que el 70% de la población española estará vacunada a final de agosto. Y que España revertirá la grave crisis en que nos ha sumido la pandemia con el maná de los 140.000 millones que nos llegarán de Europa.

¿Se acuerdan que durante meses se nos dijo que el único instrumento para restringir nuestras libertades y combatir mejor el virus era el estado de alarma? Pues ahora parece que no es así. El Gobierno no ha acometido cambios legales para arbitrar vías alternativas, pero la vicepresidenta Calvo dice que sí las hay. Aunque nadie las vea. Incluido el PNV. Pero hay que evitar acudir al Congreso y arriesgarse a que el PP y/o los independentistas le den un revolcón por interés exclusivamente partidista.

De la marcha de la vacunación mejor no hablamos, ¿verdad? No vaya a ser que tras los incumplimientos de AstraZeneca y las dudas generadas por las dosis de esta farmacéutica y de Janssen, las de Pfizer empiecen también a dar problemas.

En cuanto al maná europeo, ya saben que sólo llegará si hacemos las reformas que nos exige Bruselas. Sí, aunque no les hayamos votado. Reformas en materia laboral y de pensiones. Pues bien, esta semana se ha visto que el acuerdo en ambos frentes sigue lejos. Con la patronal, con los sindicatos y, sobre todo, con los partidos. En especial, en materia de pensiones.

La pretensión del ministro Escrivá de penalizar aún más el acceso a la prestación a aquellos trabajadores que deben jubilarse antes de la fecha legal por haber sido despedidos contra su criterio gracias a la normativa laboral vigente sin duda ahorraría unos euros al Estado, que falta le hace. Pero parece toda una injusticia. Otra.

¿Renunciará Pedro Sánchez a este planteamiento? ¿Buscará alternativas, como no sacar de la hucha de las pensiones cargas impropias que no son pensiones? ¿Aceptará Europa enviarnos el dinero sin tales recortes? ¿Cree el PSOE que Unidas Podemos y/o los independentistas terminarán tragando? ¿O es que espera que el PP le saque las castañas del fuego?

¿No les parece que el optimismo que vende nuestro presidente está poco o nada justificado?