Carmen Gurruchaga, LA RAZÓN, 21/5/12
ETA se define a sí misma como una organización político-militar, lo que significa que para obtener sus objetivos finalistas en un determinado momento puede poner en práctica bien la estrategia política o bien la militar. Así pues, después de casi cinco décadas de utilizar la extorsión, el chantaje, la bomba o el tiro en la nuca sin conseguir avanzar en ese camino hacia la independencia, decidió hace unos dos años, de acuerdo con el Gobierno socialista de Zapatero, ensayar la vía política y abandonar, momentáneamente, el uso de la violencia. Transcurrido un tiempo prudencial para la organización terrorista y con un cambio de Gobierno en Madrid, empieza a crecer la impaciencia en su seno, sabedora de que las pistolas se oxidan si no se utilizan y que la población se acostumbra a vivir sin violencia, porque resulta más cómodo y, sobre todo, mucho mejor. Por eso, ETA empieza a ser consciente de que, quizás, con Mariano Rajoy la situación haya cambiado y que el actual inquilino de La Moncloa no se sienta afectado por los compromisos adquiridos por el anterior Gobierno, pues como dijo en el Congreso dirigiéndose a un miembro de la izquierda abertzale: «Yo a ustedes no les debo nada». Así pues, ETA, que no conoce otras reglas de juego que la intimidación o el chantaje, puede estar presta para demostrar que aún tiene capacidad militar. Para tal fin, podría robar armas o amedrentar a algún colectivo con el deseo de demostrar que las pistolas siguen engrasadas y que en cualquier momento puede volver a utilizarlas.
Carmen Gurruchaga, LA RAZÓN, 21/5/12