Gorka Maneiro-Vozpópuli
- Reflotar el partido era misión casi imposible, porque el daño estaba ya hecho, más aún con el surgimiento y el fortalecimiento de Vox
Recordemos los hechos del pasado para entender mejor lo que está ocurriendo ahora. Albert Rivera, con el apoyo de la mayor parte de su dirección e incluso con el nihil obstat inicial de gran parte de sus votantes, decidió que Ciudadanos abandonara su espacio original donde había surgido (el centro izquierda y la socialdemocracia), virara hacia la derecha, se situara en el mismo espacio que el PP y, finalmente, tratara de sustituirlo: logró lo primero pero no lo último… y de aquellos polvos llegaron estos lodos. Es lo que tienen las operaciones de alto riesgo político como intentar sustituir a un partido histórico y con enorme implantación territorial como el PP: que puedes no lograr tu objetivo, dejar de representar la primera opción para millones de españoles y convertirte en segundo plato de muchos, o ni eso. Y defraudar a los tuyos y a los ajenos, aunque ya no se sepa cuáles son los tuyos y cuáles los ajenos.
Rivera antepuso sus intereses partidarios y su anhelo de ser presidente del Gobierno de España a los intereses de España y de los españoles
Fue cuando Rivera rechazó siquiera dialogar con el PSOE de Pedro Sánchez en lugar de tratar de negociar con él para condicionarlo y, llegado el caso, conformar un gobierno estable de 180 diputados que no habría logrado resolver todos los problemas de España pero que al menos nos habría liberado de los chantajes nacionalistas que seguimos sufriendo. Rivera antepuso sus intereses partidarios y su anhelo de ser presidente del Gobierno de España a los intereses de España y de los españoles y, tras la repetición de las elecciones, Ciudadanos sufrió un demoledor varapalo: pasó de 57 a 10 diputados. Y a partir de ese momento abandonaron el partido naranja decenas de afiliados y cargos públicos y siguieron sucesivos batacazos electorales. Es mejor no buscar otras excusas, aunque haya otras razones; como escribió Montaigne, “hemos de rendirnos cuentas a nosotros mismos”.
Es lo que tiene que te parezcas tanto a otro partido: que, en cualquier momento, puede llevarse todo tu voto, como tú pretendiste hacer antes con el suyo
Alfonso Fernández-Mañueco, presidente de la comunidad de Castilla y León, como Ayuso antes, ha decidido cesar a los consejeros de Ciudadanos de su Gobierno y convocar nuevas elecciones autonómicas, que se celebrarán el próximo 13 de febrero. Su argumento, poco creíble, es que su vicepresidente, Francisco Igea, preparaba una moción de censura contra su gobierno, con el apoyo del PSOE, entre otros. Y su propósito, indudable (porque nadie adelanta elecciones para perjudicarse): incrementar su número de diputados, hacer desaparecer a Ciudadanos en su comunidad, recuperar ese voto y conformar un gobierno en solitario. Es lo que tiene que te parezcas tanto a otro partido: que, en cualquier momento, puede llevarse todo tu voto, como tú pretendiste hacer antes con el suyo. Inés Arrimadas ha tratado de dar su visión de los hechos y es muy probable que lleve razón: los del PP les han hecho una jugarreta. ¿Injusto? Seguramente. Pero ¿a quién le importa?
Tras la dimisión de Rivera, Inés Arrimadas asumió el liderazgo de Ciudadanos. Y aunque abandonó la estrategia de Rivera, reflotar el partido era misión casi imposible, porque el daño estaba ya hecho, más aún con el surgimiento y el fortalecimiento de Vox por la derecha. Arrimadas insistió en lo de liberales frente a conservadores y, aunque es visible para algunos pocos, es irrelevante para la mayoría. O no se ve tan claro como a uno le gustaría, no solo porque ocupas menos espacio mediático y ya estás ubicado en la derecha, sino porque para muchos esas diferencias son solo matices. No les importan, aunque puedan ser importantes. Incluso los que habríamos preferido que se hubiera mantenido en la izquierda, podemos reconocer que un partido liberal ubicado en el centro podría jugar todavía un papel relevante pero, como bien ha apuntado David Mejía, con otra estrategia: siendo bisagra en lugar de muleta. Lo cual, por cierto, no quiere decir apoyar al bipartidismo sin exigirle nada a cambio, sino estar vigilante y ser exigente… y seguir siendo una alternativa tanto al PP como al PSOE. Pero si ofreces listas conjuntas, te presentas en coalición y te disuelves en el PP diluyendo todas tus ideas diferenciales, ¿por qué iban a votar al pequeño allí donde se pueda votar al grande?
Así, el propósito del PP es una obviedad política: recuperar todo el voto que se llevó Ciudadanos y reducir al partido de Inés Arrimadas a la mínima expresión. Algún experto ha apuntado la posibilidad de que al PP no le interese reducirlo tanto, por aquello de que sumen juntos allí donde después de votar sea necesario para conformar gobierno o recibir su apoyo. En principio, es mejor no tener competidor que tenerlo, aunque habría que hacer números.
Por su parte, Cayetana Álvarez de Toledo insiste en su bienintencionada fórmula de agrupar todo el constitucionalismo, pero con la condición de que todo sea de centro derecha, obviando que existen constitucionalistas en la izquierda, aunque sean poquitos, malavenidos y, de momento, extraparlamentarios. A ellos también les corresponde convertirse en una opción electoral… quizás en 2023. En todo caso, será interesante observar lo que hace Ciudadanos ahora. Si se resiste a la OPA del PP y busca su propio espacio o se diluye finalmente en el PP.