- Millones de personas nos quemamos las pestañas de jóvenes para obtener nuestros títulos. Es un insulto que alguien se atribuya el mismo resultado por ostentación, vanidad, complejo, malicia, o porque para dedicarse a la política siempre viene bien haber coronado algo en tu vida.
(Usaré «usurpación» como acción y efecto de «usurpar» en su segunda acepción del DRAE, no en el sentido jurídico penal).
Si te inventas carreras, te largas. Es fácil de entender. Oponer a esta regla de mínima higiene su insistente vulneración por cargos de otras organizaciones te rebaja a su nivel. Por un sesgo personal comprensible, sitúo la avalancha socialista de usurpación de títulos en el PSC y en los ochenta. Muchas cosas me escandalizaron entonces a medida que conocí a esa tropa. No diré que la usurpación de títulos fuera la que más. Esa la reservo para el día en que presencié el aplauso y el jolgorio provocados por la noticia de que la ETA acababa de asesinar al comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas Martínez, al teniente coronel Carlos Vesteiro Pérez y al soldado Francisco Casillas Martín, que tenía 19 años y estaba haciendo la mili como conductor. He contado alguna vez estas dos cosas: una, que en esa tarde de 1986 decidí abandonar el PSC; dos, que tengo unas ganas enormes de que nieguen aquella celebración espontánea, sucedida en el segundo piso de la sede del PSC en la calle Nicaragua de Barcelona. Así podré esgrimir el conocido nombre de algún antiguo militante que estaba presente y no me dejará mentir. Tras revelaciones tan repugnantes, lo de usurpar títulos universitarios parece poca cosa.
No lo es. Millones de personas nos quemamos las pestañas de jóvenes para obtener nuestros títulos. Es un insulto que alguien se atribuya el mismo resultado por ostentación, vanidad, complejo, malicia, o porque para dedicarse a la política siempre viene bien haber coronado algo en tu vida. Lo de trabajar ya ni lo menciono. Si el título o títulos los usurpa una señorita del PP que nos cae bien por su falta de complejos a la hora de batirse con la pringosa izquierda parlamentaria, mala suerte. Sigue siendo una falta intolerable. He manifestado mi convicción de que la moda usurpadora vino de Cataluña (como casi todo lo que ha podrido esta democracia y, según Azaña en Velada en Benicarló, también la Segunda República). Por eso recordaré el truquito que se inventaron els Socialistes de Catalunya para eludir eventuales sanciones y seguras vergüenzas. En vez de poner en sus CV «licenciado en» (lo del «grado» no existía, y las carreras duraban cinco años), comprendieron que transmitían la misma impresión si ponían «estudios de». Desde entonces, y expandido el timo al conjunto de España, cuando ustedes vean en el CV de un político «estudios de Derecho», o «estudios de Economía», o «estudios de Ingeniería Industrial», sepan que el sujeto, simplemente, no tiene estudios. Se ha matriculado alguna vez, y ya. No necesita haber aprobado ni una sola asignatura. O denunciamos la usurpación cometida por esa joven tan simpática amadrinada por Ayuso y premiada por Feijóo (por razones ignotas), o renunciamos a hacerlo porque nos cae bien. Pero si ese es el caso, nunca más señales a un zurupeto, o serás como los socialistas.
* Me alegra comprobar que el PP no es como el PSOE y ha tomado las medidas oportunas.