Mikel Buesa-La Razón

  • Algunos dicen que, para lavar su traición a Rajoy, los peneuvistas están buscando ya un chivo expiatorio en su alta dirección

Al PNV parece que le va bastante bien en cuanto a sus perspectivas electorales inmediatas. El Sociómetro que ha publicado hace unos días el Gobierno Vasco le da la victoria en las Juntas Generales de las tres provincias, incluso con ganancias porcentuales sobre las elecciones de hace cuatro años, y también en las tres capitales, aunque en Vitoria podría quedar empatado a concejales con EH Bildu. Esta coalición electoral, heredera política de ETA, anota asimismo avances que la ubican en el segundo puesto de las circunscripciones provinciales y capitalinas. Por otra parte, tanto el Partido Socialista como Podemos retroceden en su apoyo popular, mientras que el PP experimenta un pequeño avance. Lo que deja claro, en definitiva, este estudio electoral es que los vascos se inclinan cada vez más hacia el nacionalismo, sea en su versión conservadora, sea en su expresión izquierdista radical. Ello, en una sociedad que lleva años apartándose del independentismo con creciente intensidad, no deja de ser curioso, aunque explicable por las ventajas que los ciudadanos perciben como resultado de la gestión desempeñada por los nacionalistas de ambos signos en el ámbito español mediante el apoyo al gobierno de Pedro Sánchez.

Aparentemente, por tanto, la hegemonía nacionalista sale triunfante, aunque bien podría ocurrir que el PNV tuviera que ceder poder a EH Bildu si las inevitables coaliciones post-electorales se inclinaran hacia la izquierda. Además está la incógnita de lo que pueda ocurrir en las futuras elecciones generales, pues mientras el partido abertzale tiene bien asentadas sus relaciones en el ámbito izquierdista español, no ocurre lo mismo con los jeltzales, pues lo suyo es el apoyo oportunista al gobierno nacional. Y, claro está, podría ocurrir que este último cambiara de signo, dejando al PNV colgado de la brocha si el PP gana los comicios. Algunos dicen que, para lavar su traición a Rajoy, los peneuvistas están buscando ya un chivo expiatorio en su alta dirección, de manera que tuviera que ceder su puesto por el bien del partido. El PP en todo esto está a la expectativa, pues nunca se sabe de quién habrá que recabar apoyos para gobernar. En fin, lo de siempre. Una deplorable historia que se repite.