EL CORREO 15/04/15
TEODORO LEÓN GROSS
Si se busca en Google «Tengo la conciencia tranquila» hay, solo así, más de medio millón de referencias: 549.000. Ayer Chaves, antes de declarar por los ERE, repitió la frase: «Tengo la conciencia tranquila». 549.001. Y a poco que se ojee, se ve la transversalidad maravillosa de la conciencia tranquila; en esto no hay ideologías. Imbroda, el presidente de Melilla imputado por prevaricación: «Tengo la conciencia tranquila». Sabalete, la delegada de la Junta de las milicias electorales: «Tengo la conciencia tranquila». Y Feijoo. O Ricardo Costa en su momentazo ‘Gürtel’. También Artur Mas, ‘caso Palau’: «Tengo la conciencia tranquila». Todos. Rajoy ante Bárcenas: «Conciencia muy tranquila». Felipe González, con sus dilemas, a Vanity Fair: «Tengo la conciencia tranquila». Aznar, en su discurso de despedida. Tal vez para ser político en España sea un requisito no tener problemas de conciencia. Y ya se sabe, por el aforista Stanislaw Lec, que el mejor modo de tener la conciencia limpia es no usarla.
La tranquilidad de conciencia se ha convertido en España en un lenitivo contra ‘responsabilidad política’. Ahí está Chaves. Va a declarar por la creación de un ‘fondo de reptiles’ –marca de la casa– para distribuir cientos de millones fuera de control mediante un mecanismo opaco, ¿y ni por un instante se le ha pasado alguna ‘responsabilidad política’? Pues no: «Tengo la conciencia tranquila». Al menos Griñán, que frente al Tribunal Supremo asumió «un gran fraude» (va por 126 intrusos, 12 millones), puede exhibir su dimisión de la presidencia aunque con frases elípticas; pero ¿y nada Chaves, el virrey del ‘sucialismo andaluz’?
Claro que, de aplicar en España la ‘responsabilidad política’ a la europea desde la ética weberiana, sería devastador, un terremoto político de escala 10. De Felipe González, que aún ejerce como ‘autoridad’ del PSOE, a Rajoy, con sus lecciones de orgullo del PP, a pesar de sus filesas y sus bárcenas, muchos no superarían el corte. Artur Mas se dedicaría al comercio minorista; Pepiño a la apicultura; Esperanza Aguirre directamente a las ‘pompas fúnebres’ por su cementerio de Gürtel y Púnica… En Valencia el PP tendría que ser refundado, como el socialismo andaluz. Y sin embargo todos exhiben una conciencia tranquila. Se ve que los viejos moralistas se equivocaban; no hay relación entre la buena conciencia y la honorabilidad.
De los ‘privilegios de casta’ estandarizados estos años, todo eso de viajar de valvulina o el iPad de gañote es secundario, incluso los pluses por nada y las subvenciones hasta para el gintónic. Sin duda el mayor privilegio que se han autoconcedido es precisamente ‘no tener responsabilidad’. Y si se les exige, son capaces de mejorar la vieja ironía de Richard Bach: ‘por responsabilidad no puedo asumir mi responsabilidad’. Con un par. Y con la conciencia tranquila, claro.