Bernar González Habour- El País

Si ya es difícil entender los dogmas de fe católicos, éstos son matemáticas al lado de los de ERC

Escribe Fernando Savater en su nuevo libro, Contra el separatismo (Ariel), que algunos nacionalistas ven la independencia como los cristianos el cielo: un lugar de perfección y delicias al que nadie tiene prisa por llegar.

El nacionalismo solía consistir en eso en nuestra democracia: en la lucha por un sueño lejano en el horizonte utópico. Por ello la aceleración súbita para llegar al “cielo” que ha vivido Cataluña ha sorprendido a casi todos, incluidos los que en su carrera suicida han acabado en la cárcel, y no en el anhelado paraíso.

Repugna el paternalismo de Junqueras designando a Rovira cual libertad guiando al pueblo, bandera en ristre, rumbo a la república que casualmente él ahora tendrá algunos problemillas para presidir El exvicepresidente Junqueras, siguiendo la estela de Forcadell, Rull, Turull y otros diputados imputados, ha reconocido que ya no tiene ningún cargo ejecutivo que le ate al universo anterior al 27 de octubre. Finiquitado el Govern, el Parlament, sus acciones ilegítimas, y a falta de cielo y tierra, acaso les queda el limbo.

Pero la niebla es espesa en él y es difícil entrever con claridad. Hagamos un esfuerzo por entender: Junqueras ya no es vicepresident, dice. Y tiene razón. Pero Puigdemont sigue siendo el president legítimo, dice su segunda, Marta Rovira, a la que Junqueras cree tan generosamente que le corresponde el liderazgo porque “República tiene nombre de mujer”.

Pero no nos desviemos: si Junqueras ya no es vicepresident, pero Puigdemont sigue siendo president: ¿qué espacio corresponde al gobierno que resulte elegido el 21D desde la perspectiva de ERC? ¿Convivirá desde su punto de vista un president legítimo que solo tiene ya valor “político y no ejecutivo” (Junqueras dixit) con otro “ejecutivo” (Rovira dixit) para los asuntos del día a día? ¿Uno que sirva para el exilio y otro para los tribunales? Interesante. Novedoso. Creativo. Una teología curiosa incluso para patentar.

¿Se podrán conciliar los intereses de Puigdemont, que ha proclamado un gobierno en el exilio, con los de Junqueras y todos los que han reconocido que eso es irreal, que nunca fue, que no pasó nada y que han perdido sus cargos aunque solo sea para hacer posible su libertad condicional? ¿Y todo esto lo entenderán sus electores? Porque los demás, no. Si ya es difícil entender los dogmas de fe de la Iglesia católica, éstos son tablas de matemáticas puras al lado de los de ERC. 

Por cierto: ¿a nadie le ha rechinado en el entorno independentista que Junqueras designe a Rovira porque “República tiene nombre de mujer”? Repugna el paternalismo de quienes designan de esa forma, con su dedo iluminado, como Junqueras a Rovira, cual libertad guiando al pueblo, bandera en ristre, rumbo a la república que casualmente él ahora tendrá algunos problemillas para presidir. Si a esto sumamos que el PDeCat ha pedido que Puigdemont sea presidente (¡esta vez de verdad, no “legítimo”!) aunque pierda, daremos ya las gracias al cielo. Por estar tan lejos que aún tardemos infinitamente en aproximarnos a él.