FERNANDO SAVATER, EL CORREO – 19/07/14
· Hasta hace poco, lo que estaba mal visto en algunos ámbitos de la izquierda era posicionarse junto a las víctimas o la legalidad constitucional.
En respuesta a la acusación (¿o era sólo una definición?) de Esperanza Aguirre contra Pablo Iglesias, calificándole de simpatizante del castrismo, del chavismo y de ETA, el mencionado ha respondido con una querella por lo que considera rotundamente «una infamia». Es una buena noticia esta indignada reacción, desde luego. Como las simpatías bolivarianas y castristas de Pablo Iglesias están bastante documentadas y no son precisamente una exclusiva del líder de Podemos entre los partidos de izquierda españoles, quiero entender que lo infame a su juicio es reprocharle cercanía a ETA y sus servicios auxiliares. Vaya, ya era hora de que un izquierdista con certificado de origen se sintiera ofendido porque le supusieran semejante connivencia, de la que otros en cambio han blasonado y siguen blasonando como ufana muestra de mentalidad progresista. Otra cosa es que Pablo Iglesias logre demostrar que no se le puede hacer tal reproche, porque algunas de sus declaraciones que corren en video por la red y su apoyo que no parece desmentido a grupos legales pero cuya proximidad ideológica a los etarras es indudable parecen dar a entender otra cosa.
En fin, ya veremos lo que dicen al respecto los tribunales, si el asunto llega a tanto, pero de momento la voluntad de sacudirse el sambenito de filoetarra como una infamia me parece una noticia positiva. Cuando uno ha pisado mierda, con perdón, pero luego aspira a pasear por la moqueta política respetable, es bueno que busque un felpudo en el que limpiarse los zapatos. Aunque quizá siga luego flotando cierto olorcillo inquietante…
Aún no hace mucho, en cambio, lo que estaba mal visto en algunos ámbitos de izquierda (sobre todo en el País Vasco) era la suposición de que se posicionaba uno junto a las víctimas o la legalidad constitucional, participando activamente en las manifestaciones de repudio al terrorismo etarra. Aún recuerdo que hace no demasiados años, en tiempos en que ETA asesinaba y extorsionaba con plena virulencia, mencioné elogiosamente que había visto al vigoroso Iñaki Perurena en una concentración contra uno de esos crímenes y me gané un indignado desmentido del interesado. No creo que llegase a decir que mi felicitación era una infamia, pero casi. La verdad es que me sorprendió un poco, porque a lo largo de una vida no exenta de polémicas me he hecho bastantes enemigos por mis críticas pero era la primera vez que me lo ganaba por un elogio.
Probablemente me equivoqué al creer ver a Perurena en aquella concentración (después de todo tiene un físico común y corriente, y quizá confundí a un jockey o un ajedrecista con él) pero lo que para mí era notable es que por fin un deportista vasco reputado de los muchos que juegan al fútbol, ganan carreras ciclistas, reman en traineras, escalan ochomiles, triunfan en los frontones o levantan peñascos se hubiera decidido a significarse contra el terrorismo que estaba asesinando a sus compatriotas e impidiendo la democracia en su país. Pues no, nada de eso. Ni deportistas, ni cocineros, ni actores, ni directores de cine, ni presentadores de televisión (salvo gloriosas excepciones como José Mari Calleja y Antxon Urrosolo) ni reinas de la belleza, ni nada de nada. Puede que en el mejor de los casos se abstuvieran de mostrar simpatías por los terroristas encarcelados o sueltos, pero que nunca jamás se contara con ellos para inscribirles en la lista de los adversarios declarados de ETA. ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Menuda infamia!
O sea que la protesta de Pablo Iglesias cuando se le supone y denuncia como simpatizante de los terroristas tiene su propio encanto. Ahora parece que ya es infame lo que merece ser llamado infame, no la decencia a deshora que puede a uno ganarle antipatías entre quienes quieren convertir –ayer, pero también hoy– la auténtica infamia en signo de identidad patriótica y requisito para ser bienquisto en audiencias mediáticas. La gente de Podemos ha denunciado una indigna campaña en las redes sociales (que suelen ser bastante antisociales, a mi modesto entender) de amenazas contra ellos por sus planteamientos políticos. Como alguien que se ha visto en la diana terrorista en carteles pegados por las calles de mi ciudad cuando tales amenazas había que tomárselas en serio, por no hablar de los insultos y amenazas en esas redes que me importan un pimiento, me apresuro a solidarizarme con ellos. ¡Faltaría más!
Por cierto, ya que de infamias hablamos, un aviso para republicanos. El mismo día 19 de junio en que fue proclamado rey Felipe VI se cumplió el 27 aniversario de la matanza etarra en el Hipercor de Barcelona. Muchos de los que ese día se manifestaron contra la monarquía siguen sin condenar aquel atentado y ejercen de representación política de quienes lo cometieron. Pues bien, la democracia de los ciudadanos libres e iguales, no simples vasallos, es ciertamente compatible con una monarquía parlamentaria y constitucional, pero no con el crimen organizado al servicio de presupuestos totalitarios. Lo verdaderamente antirrepublicano es ser súbdito de ETA, la arcaica tiranía de la que aún no estamos políticamente libres. Y eso sí que es una auténtica infamia.
FERNANDO SAVATER, EL CORREO – 19/07/14