Rubén Amón-El Confidencial
Impresiona la fortaleza política y parlamentaria del presidente del Gobierno en la salida del estado de alarma, una mezcla de habilidad, cinismo, amnesia, propaganda y falta de alternativas
Empieza a apagarse el jaleo de las cacerolas y brilla, a cambio, refulge, la armadura de Pedro Sánchez. Lo demuestra el estado de gracia parlamentaria que adquirió esta semana con la aprobación del ingreso mínimo vital. No hubo un solo voto en contra, ni siquiera de Vox. La gestión de la pandemia ha sido un ejercicio de negligencia, crispación, autoridad, manipulación e improvisación, razones todas ellas que convierten en un fenómeno insólito la buena salud política del líder socialista. Todavía le queda pendiente el desafío a la crisis económica, el cráter del desempleo, la depresión, las restricciones a pensionistas y funcionarios, pero Sánchez ha demostrado que posee el misterio y el secreto de la inmortalidad. ¿Por qué?
El poder.- Lo decía Giulio Andreotti y Sánchez lo ha convertido en axioma: el poder desgasta al que no lo tiene. Iniciaba el presidente la legislatura en una situación de fragilidad parlamentaria, pero el estado de alarma y el mando único le han proporcionado toda suerte de recursos cesaristas. Sánchez marca y define la agenda, orienta los debates, establece el rumbo de la política. Y juega con anticipación en cada movimiento, aunque, puestos a ocupar, también se hace la oposición a sí mismo con magistrales goles en propia meta.
Sánchez marca y define la agenda, orienta los debates, establece el rumbo de la política
El crupier.- Sánchez es la banca del casino. Y multiplica sus cualidades de crupier en todas las mesas. Tanto juega al ‘blackjack’ con los colegas de Ciudadanos como distrae con la ruleta a las señorías con Esquerra Republicana. Seis veces ha pedido el apoyo de la Cámara a la prórroga del estado de alarma, seis veces la ha conseguido. Hasta el PP ha bendecido el ingreso mínimo vital. Mantiene Sánchez sus vínculos privilegiados con el soberanismo, pero ha prosperado en sus relaciones alternativas con los naranjas, hasta el extremo de rescatarlos del eje del mal y presentarlos como el último objeto de su seducción política. Ciudadanos ha blanqueado a Sánchez más de lo que nunca él mismo y Rivera hubieran imaginado nunca.
La amnesia.- No se explica el estado de gracia de Sánchez sin la falta de memoria de la opinión pública y de la clase política aledaña. Se ha normalizado la aberrante cifra de muertos. Y se han digerido con idéntico descaro tanto los pactos obscenos con Bildu como la crisis de la Guardia Civil y la injerencia de Grande-Marlaska en los asuntos judiciales. Sánchez ha forzado todos los recursos propagandísticos e institucionales para edulcorar su gestión. Empezando por el intento de encubrimiento del 8-M. Su ventaja es que unas noticias se van comiendo a las otras.
Mantiene Sánchez sus vínculos privilegiados con el soberanismo, pero ha prosperado en sus relaciones alternativas con los naranjas
Sin escrúpulos.- La supervivencia política de Sánchez exige el sacrificio de todos los límites.
Ninguno tan elocuente como el que supuso pactar alevosa y nocturnamente con Bildu la derogación de la reforma laboral. Ni tan significativo como la reanudación de la mesa de partidos en Cataluña. Sánchez ha hecho propia la doctrina cholista del ‘partido a partido’. Se trata de ganarle tiempo al trono de la Moncloa. Cada segundo es una victoria. Los Presupuestos van a resultarle un muro difícil de franquear, pero será entonces cuando el presidente del Gobierno expondrá más sensibilidad a las reclamaciones independentistas.
Sin alternativa.- La mayor garantía de Sánchez consiste en que no hay alternativa. De intentarse, se frustraría el menor atisbo de moción de censura, entre otras razones, porque los partidos soberanistas nunca accederían a la consagración de Casado ni pactarían con ‘las derechas’ patrióticas. La fórmula PSOE+Unidas Podemos+independentistas no tiene un rival verosímil. Y no solo con arreglo a los tres años de legislatura pendientes, sino en el horizonte de 2027 o de 2031. Sánchez parece indestronable.
Vox.- La extrema derecha o la derecha extrema es un mejor aliado para Sánchez que la extrema izquierda o la extrema izquierda. Abascal necesita a Sánchez tanto como Sánchez necesita a Abascal. El líder de Vox no solo divide a la derecha. También arrastra al PP y lo desaloja de la moderación. Es el territorio que permite a Sánchez despistar a la opinión pública de sus propios errores y fechorías. Cada vez que Abascal enciende el megáfono, Sánchez respira tranquilo. Iglesias es un aliado sospechoso. Abascal es un aliado impecable.
La misión.- Sánchez e Iglesias, amparados en sus prebostes políticos y mediáticos, no hacen otra cosa que consolidar la idea de que España está dirimiendo la pugna del bien contra el mal, hasta el extremo de haber atribuido a la oposición toda suerte de tentaciones golpistas e insurreccionales. Más grande es la amenaza ficticia, más se relativiza la tragedia de la pandemia y se hipnotiza al ciudadano con un cielo de globos sonda. Nótese el efecto espectacular de la estrategia disuasoria gracias la cual los verdaderos errores de la pandemia los habría cometido Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. Y claro que los ha cometido, pero la ‘batalla de Madrid’ tanto pretende demostrar la negligencia de los populares como aspira a demostrar que los superpoderes de Sánchez se reconocen en los aciertos y no en los errores. El lema inconfesable sería: lo estamos haciendo muy mal, pero la derecha lo haría peor.