Enric Juliana, LA VANGUARDIA, 23/9/12
En un momento dado, Patxi López bajó la voz. Marzo del 2005. El secretario general de los socialistas vascos había convocado a un grupo de periodistas en San Sebastián para comentar las inminentes elecciones al Parlamento de Vitoria. Uno de esos restaurantes de antes, ubicados en la primera planta de un edificio del casco viejo. Crec-crec de la madera al subir los peldaños. En lugar tan acogedor, Patxi se sinceró, bajando un poco el tono de la voz: «Bueno, en realidad, el último año, Euskadi tuvo balance fiscal positivo. Recibimos dinero del Estado».
Pamplona, mayo del 2007. Camino del café Iruña, al cruzar la plaza de los Fueros, un dirigente de la Unión del Pueblo Navarro bajo la voz. El diputado me estaba explicando que el monumento que preside la plaza fue erigido por suscripción popular para conmemorar el levantamiento contra la gamazada. Entre 1893 y 1894, Germán Gamazo, ministro de Hacienda del quinto gobierno Sagasta, intentó suprimir el régimen fiscal foral, mediante una unificación nacional de contribuciones e impuestos. El levantamiento popular fue especialmente intenso en Navarra, y el general Martínez Campos aconsejó a la reina regente María Cristina que diese marcha atrás, ante el riesgo de un nuevo alzamiento carlista. «Vivan las cuatro provincias / que siempre han estado unidas / y nunca se apartarán / aunque Gamazo lo diga», cantaban unos versos populares de la época. Mientras admiraba el monumento a los Fueros, pregunté a mi acompañante cómo se calcula el convenio navarro. El diputado bajó súbitamente el volumen de la voz y me respondió: «Verá, eso es muy complicado de explicar…».
Bilbao, febrero del 2009. Faltaban pocas semanas para las elecciones que podían suponer el fracaso del lehendakari Juan José Ibarretxe, y me dirigí a la sede del Partido Socialista de Euskadi para pulsar la opinión de los posibles vencedores. Me recibieron Patxi López y Rodolfo Ares, entonces secretario de organización del partido. En un momento dado, López volvió a bajar la voz. Estábamos hablando de los nubarrones económicos -la crisis que José Luis Rodríguez Zapatero aún se negaba a reconocer-, y el secretario general dijo, casi con un susurro: «Bueno, la caja está llena. El País Vasco dispone de un colchón de 3.500 millones para parar el primer golpe».
Un buen airbag nutrido por la excelente gestión de la entonces consejera vasca de Economía, Idoia Zenazurrabeitia (PNV), más conocida en Bilbao como la Virgen del Puño. Antes de adentrarnos en los números, un reconocimiento debe de quedar claro: los vascos han gestionado bien sus recursos. Disfrutan del único privilegio realmente existente en España. Conforman con Navarra un auténtico clúster confederal. Y lo gestionan bien. En los últimos años no sólo no han aportado nada al común español, sino que han recibido dinero. Siendo la primera comunidad en renta per cápita (31.288 euros por habitante, un 34,5% superior a la media española, según datos referidos al 2011 del Instituto Nacional de Estadística) han administrado bien su ventaja. La consejera Zenazurrabeitia no salió de fiesta y dejó la caja llena.
Un reciente informe de Javier Vicente Matilla, inspector de la Agencia Tributaria, publicado en el número 142 de la revista Crónica Tributaria, estima que las demás comunidades autónomas han subvencionado al País Vasco con 1.820 millones de euros anuales gracias a una sobrevalorada estimación de los recursos que le corresponden de la recaudación del IVA según sus índices de consumo.
El nudo de la cuestión no está en el régimen foral, reconocido por la disposición adicional primera de la Constitución española. El concierto es el método: las tres haciendas vascas recaudan buena parte de los impuestos y después pasan cuentas con el Estado. En Navarra le llaman convenio. La clave de uno de los secretos mejor guardados en Madrid está en el sistema de cálculo del cupo. Una sobrevaloración de sus parámetros, en años de bonanza, conduce al saldo positivo. Un balance sin duda sorprendente para cualquier observador interesado en las actuales pasiones del Ruedo Ibérico. Un cronista extranjero lo resumiría así: como consecuencia del armisticio de las guerras carlistas del siglo XIX, el País Vasco y Navarra, hoy las dos comunidades más ricas de España, no aportan nada a la caja común, mientras el resto del país se pelea a grito pelado sobre el reparto de los esfuerzos. Los sistemas de cálculo son muy difíciles de descifrar, pero algunos estudios recientes señalan que ambos territorios han sido subvencionados. España es un galimatías muy difícil de entender.
Todo ello explica que el Partido Nacionalista Vasco contemple la revuelta catalana con gran inquietud y preocupación. Y añado, en voz baja: Alemania quiere una gamazaden: una progresiva homogeneización fiscal de la Unión. Razón por la cual, el secretario de Estado Antonio Beteta prometió recientemente en Bilbao que el Gobierno del Partido Popular trabajará a fondo para proteger la especificidad fiscal vasco-navarra.
Enric Juliana, LA VANGUARDIA, 23/9/12