La integración de Batasuna pone a prueba el pacto PSE-PP en su tramo final

DIARIO VASCO, 11/3/12

El Gobierno central observa con inquietud los últimos movimientos del lehendakari. El Gobierno Vasco y el partido de Basagoiti insisten en rebajar la tensión tras la polémica por la ponencia de paz

«Elija usted entre Batasuna o el PP». Este ultimátum de Antonio Basagoiti al lehendakari fue quizá el momento álgido del polémico pleno del pasado jueves. El órdago frustró, por ahora, la ponencia para debatir la gestión del final de ETA que Patxi López quiere poner en marcha y que deja la puerta abierta a una futura presencia, aunque sea puntual, de la izquierda abertzale. Pero más allá de eso, el enfrentamiento dialéctico evidenció que la integración de Batasuna en la dinámica política antes de las elecciones autonómicas va a poner a prueba la estabilidad del pacto PSE-PP en este año que resta para el final de la legislatura.

Socialistas y populares rebajan el alcance del rifirrafe. «Es una tormenta en un vaso de agua», minimiza un portavoz autorizado de Lehendakaritza. «El acuerdo parlamentario está al margen de estas polémicas», coinciden desde la cúpula del PP vasco. Hasta en el Euzkadi Buru Batzar del PNV creen que no deja de ser «una escaramuza más». Pero lo cierto es que en Madrid, el Gobierno central observa con cierta inquietud los movimientos del lehendakari, al que ven obligado a marcar un perfil propio más flexible hacia la izquierda abertzale, en especial a un año vista de las próximas elecciones vascas. Una estrategia que fuentes gubernamentales solventes no dudan en calificar de «equivocada».

El Ejecutivo de Mariano Rajoy es más partidario de elevar la presión sobre la formación independentista y de aplicar una política penitenciaria que fomente el arrepentimiento y el perdón de los presos como única vía para lograr beneficios penitenciarios y la reinserción, como ya adelantó este periódico el pasado domingo.

Por su parte, López se enfrenta a la dificultad de conciliar su discurso con los límites que impone la realidad política diaria. Por un lado, reitera la necesidad de que la izquierda abertzale, a través de Sortu, sea legalizada, al mismo tiempo que el PSE-EE trata de normalizar relaciones con este sector político. Pero por otra parte, el lehendakari insiste en agotar el año de legislatura que queda pese a que el mundo de Batasuna no está en el Parlamento. La vía intermedia podía haber pasado por la creación del citado foro parlamentario, que permitiera de alguna forma la participación de la sensibilidad de la izquierda abertzale, aunque sea a través de sus coaliciones electorales legales, Amaiur y Bildu. Pero la rotunda respuesta de Basagoiti cortocircuitó esta posibilidad, a pesar de que el Gobierno Vasco y los socialistas niegan que éste sea su principal objetivo. Además, la propia izquierda abertzale, en su reaparición en la Cámara, dejó clara su negativa a acudir a una ponencia que no le garantice presencia permanente.

Así las cosas, el PSE-EE y su líder se enfrentan con grandes dificultades a la hora de abordar y articular su relación con la izquierda abertzale. El PP vasco se encuentra más cómodo porque, aunque abandera una estrategia de moderación y acercamiento al PNV, de momento rechaza una interlocución oficial con el mundo de Batasuna, pese a los intentos de la formación independentista en este sentido.

No obstante, el partido de Basagoiti también se topa con ciertos límites. Y es que debe desarrollar su política aperturista salvando los recelos y miedos que despierta en Madrid cualquier movimiento para avanzar hacia la integración de la izquierda abertzale una vez que ésta ha apostado por la política y se ha desmarcado de la violencia de ETA.

Ejemplo claro ha sido el debate sobre la ponencia. Los populares no dieron tregua al lehendakari pese a que les dejó bien claro que no iba a ser «una mesa de partidos para la agenda de Batasuna», amén de elevar de forma significativa su exigencia hacia ese mundo, como así ha quedado reflejado en las reacciones de la izquierda abertzale y sus medios próximos. El hecho de que ETA no haya anunciado su disolución ni termine de desarmarse tampoco está ayudando a tejer complicidades.

Nuevo examen el día 22

En todo caso, el episodio del pleno del jueves ha servido de aviso para los socios, que desde entonces se han conjurado para fraguar un consenso en torno a la ponencia, que puede estar cerca de lograrse en el nuevo pleno del día 22, ya que el PP no se cierra a presencias puntuales en la Cámara de representantes institucionales como el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, y siempre que el foro gire en torno a la búsqueda de la desaparición efectiva de ETA. El PP vasco tiene tanto interés como López en agotar la legislatura y en no ir a las urnas hasta febrero de 2013, por lo que apretará pero no ahogará. Además aspira a mantener la sintonía con el PNV en los consensos básicos sobre pacificación y no cargar de excesiva presión al presidente del Gobierno, por lo que no puede endurecer su perfil en Euskadi.

Otro reto es encajar en la colaboración con Moncloa de cara a la gestión del final del terrorismo al nuevo comisionado del lehendakari para la paz. La figura del parlamentario socialista Jesús Loza, un hombre de talante conciliador bien visto por todos los grupos, puede facilitar las cosas, al igual que la vía de entendimiento consolidada por el consejero de Interior, Rodolfo Ares, con su homólogo en el Ejecutivo central, Jorge Fernández Díaz.

Mientras, el PNV se ha mantenido en esta polémica en un segundo plano, a la expectativa, sin obstaculizar ni polemizar por el aplazamiento de la moción. Los jeltzales se han mostrado flexibles a cualquier modelo de ponencia, dando un cheque en blanco a la parlamentaria de Aralar, Aintzane Ezenarro, verdadera impulsora de la iniciativa y que luego ha ido de la mano con el lehendakari y los socialistas, como evidenciaron los halagos que recibió del PSE en el pleno. El PNV observa desde la barrera cómo los socialistas «siguen tocando las narices al PP», en alusión a la frase acuñada en su día por Basagoiti. Su diagnóstico es que el pacto «está hoy más débil que el pasado miércoles». La disyuntiva jeltzale es si apretar el acelerador del adelanto electoral o esperar el desgaste de la entente constitucionalista.

Por último, la izquierda abertzale no eleva todavía el pistón de la petición de nuevos comicios hasta conocer el futuro de Sortu. De hecho, la formación independentista reconoce que no estaba en el guión la amenaza de reclamar elecciones anticipadas que lanzó el jueves Maribi Ugarteburu en la sala de prensa del Parlamento Vasco si no entraban en la ponencia. En todo caso, el mundo de Batasuna calcula que las urnas se volverán a abrir para otoño. Con una crisis económica acuciante que no permite dar brillo a la gestión, y los escollos para consensuar la gestión de la paz, observan dificultades para que el Gobierno Vasco concluya el año. El lehendakari, y quizás Basagoiti, volverán de nuevo a tener la última palabra.

DIARIO VASCO, 11/3/12