El presidente del PNV podrá demostrar que su socio en el gobierno le empieza a agotar la paciencia. Pero reprender públicamente a Ibarretxe se le antojará, seguramente, una de las tareas más incómodas de su mandato.
El hecho de que el lehendakari haya interrumpido su agenda estival para decir que se muestra absolutamente convencido de que su consulta podrá celebrarse porque el Tribunal Constitucional no se lo va a impedir, puede tener dos motivaciones. Una, puede ser un truco para influir en los jueces; una actitud habitual en algunos dirigentes nacionalistas que no han perdido la ocasión de pronunciarse públicamente mientras los tribunales deliberaban sobre alguna causa propia.
Ha ocurrido en no pocas ocasiones. En el proceso del ‘caso Atutxa’, por ejemplo. Resultaba entonces más fácil contar los días en los que los imputados no hacían declaraciones que al revés. Ayer era, de nuevo, el turno del lehendakari. En plenas fiestas (ahora las de la Aste Nagusia en Bilbao) podría haber hablado de otras cosas como hizo, por cierto, al referirse al maltrato doméstico. O no haber hablado, incluso. Porque quienes están «en primera fila» defendiendo a las víctimas de la violencia de género no necesitan decir cuál es su puesto en la lucha por la igualdad de derechos.
Pero Ibarretxe lo hizo, aunque lo que de verdad le ocupa, y ensimisma, es su ‘hoja de ruta’. Por eso, en vez de decir que se mantiene a la espera de lo que digan los tribunales para saber si va a poder convocar su consulta, sigue con lo suyo. La segunda motivación que le ha podido impulsar a volver a hablar con la Prensa acerca de la convocatoria del próximo 25 de octubre es, sin embargo, más preocupante, si cabe. Porque si lo que le ocurre a Ibarretxe no es que quiera presionar a los tribunales, que también, sino que no cabe en su cabeza que el Tribunal Constitucional vaya a impedir la celebración del referéndum o ( como le gusta decir a Urkullu) consulta, nos encontramos ante un dirigente no sólo cada vez más encerrado en sí mismo, sino con una actitud que revela que no admite que el Estado de Derecho sea el que marque las reglas del juego. Entre otras cosas porque él quiere romper la baraja. Y así no hay quién juegue.
Sus compañeros de partido, incluso quienes insultan a Zapatero llamándolo «antidemocrático», han abierto algo su mente pensando que cabe alguna posibilidad de que la Justicia impida la celebración de la consulta, en cuyo caso, les quedaría el recurso de armar ruido pero acatando la sentencia. Ibarretxe no puede tragar con ese sapo. Y antes que conjugar el verbo «acatar» prefiere pensar que eso no va a ocurrir. El Tribunal Constitucional decide hoy si admite la personación del tripartito y Aralar en el recurso contra la Ley de Consulta que resultó aprobada en el Parlamento vasco gracias a los votos de las herederas de Batasuna (EHAK). Pasa el calendario y el Gobierno de Ajuria Anea, cada vez más radicalizado, por la presión de EA y, habrá que reconocerlo, el empecinamiento del propio lehendakari. Y el presidente del PNV podrá demostrar que su socio en el gobierno le empieza a agotar la paciencia. Pero reprender públicamente a Ibarretxe se le antojará, seguramente, una de las tareas más incómodas de su mandato.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 20/8/2008