EL CORREO, 21/11/11
La izquierda abertzale recordará el 20-N como un hito histórico en su trayectoria. La noche en que empezó a acariciar el que posiblemente haya sido desde siempre su mayor anhelo político: poner en cuarentena el liderazgo del PNV en el seno del nacionalismo vasco y empezar a adelantarle por la izquierda. Ésa es la lectura que sin duda harán en los cuarteles generales de Amaiur de los seis escaños que anoche cosechó la coalición abertzale, que, encabezada por la antigua Batasuna, aglutina también a EA, Alternatiba y Aralar. Una victoria resonante para un sector político que, la última vez que concurrió a unas generales, allá por 1996, en pleno azote del terrorismo y bajo las siglas de HB, obtuvo 155.00 votos. Ayer, exactamente un mes después del anuncio del cese definitivo de ETA, la izquierda abertzale casi dobló ese resultado y demostró que ha sido capaz de rentabilizar el final de la banda pese a décadas de justificaciones: uno de cada cuatro vascos eligió su papeleta sobre el resto.
La conjunción de siglas nacionalistas de izquierdas ganó el pulso al PNV, con quien se estuvo disputando durante buena parte del escrutinio un escaño por Gipuzkoa absolutamente vital para ambos: de haber caído del lado jeltzale habría permitido al partido de Iñigo Urkullu mantener los seis diputados que hasta ahora tenía y, sobre todo, evitar que comenzara a atisbarse el temido ‘sorpasso’, una tendencia que obliga a Sabin Etxea a ponerse las pilas como nunca y a echar el resto de cara a las próximas elecciones al Parlamento vasco. Porque, finalmente, el diputado guipuzcoano se lo quedó Amaiur. Y el ‘sorpasso’ empieza a ser ya una realidad pendiente de confirmación: la pugna hasta las autonómicas -está por ver si, tras los malos resultados del PSE y el arrollador triunfo de Mariano Rajoy, se adelantan o se mantienen en 2013- se prevé encarnizada. Será una pelea entre los dos puntales del nacionalismo vasco -por primera vez, ambos con grupo propio en Madrid- y entre dos estilos opuestos de hacer política, el posibilismo del PNV y el radicalismo de la izquierda abertzale.
No obstante, los jeltzales, que afrontan ahora la delicada tarea de elegir el candidato idóneo a lehendakari para dar la vuelta a la tortilla frente al líder carismático que sin duda buscará la izquierda abertzale, demostraron que mantienen intacta la fortaleza electoral que les convirtió, de nuevo ayer, en el primer partido de Euskadi en votos, con casi 324.000 papeletas, 20.000 por encima de las que cosecharon hace cuatro años. Sin duda, los peneuvistas lograron el que era su principal objetivo, movilizar a toda su base social en unos comicios que tradicionalmente el votante nacionalista ve con distancia. Una buena señal para los jeltzales, que acabaron la noche satisfechos y que pudieron además añadir a la cuenta el meritorio escaño obtenido por Uxue Barkos en Navarra, una victoria moral que coloca 7 a 6 el marcador entre el abertzalismo rupturista y el de vocación institucional.
Empate roto
Queda claro pues que el votante nacionalista no solo no se desentendió de la cita sino que rompió el tradicional empate técnico entre abertzales y no abertzales en Euskadi a favor de los primeros, consumidas ya casi tres cuartas partes de la legislatura del cambio PSE-PP. Un balance inédito en unas generales, donde la tradicional polarización del voto suele dar quebraderos de cabeza a los nacionalistas. Pero lo predecible del triunfo popular ha contribuido también a desmovilizar el voto no nacionalista en Euskadi y ha situado el foco en la otra mitad del terreno de juego. Es más, si ayer se hubieran celebrado elecciones autonómicas, PNV y Amaiur empatarían a 20 escaños y se verían obligados o bien a pactar entre ellos o a mirar al PSE, que sacaría 18 diputados, y, en menor medida, al PP, que obtendría 15. Ezker Anitza se resistiría a desaparecer y mantendría dos representantes en esa hipotética Cámara vasca.
Los socialistas confirmaron su predecible pinchazo tras las históricas marcas que batieron en 2008 y se quedaron con cuatro escaños, uno por debajo del listón que ellos mismos se habían marcado. También ellos acusaron en Gipuzkoa la ‘ola Amaiur’. Y el PP de Antonio Basagoiti se mostró incapaz de rentabilizar al alza la marea azul que inundó el resto de España: tuvo que conformarse con reeditar sus tres escaños y con arañar apenas un puñado de papeletas sobre las obtenidas en 2008. UPyD sí demostró que está en ascenso y dobló sus resultados.
EL CORREO, 21/11/11