DIARIO VASCO, 15/10/11
Su nuevo documento estratégico propone un gran acuerdo con PNV, PSE y PP. Presenta a sus bases un texto que defiende lograr un consenso en Euskadi sobre el nuevo marco y pedir luego al Estado que lo acepte
La izquierda abertzale ha elaborado un documento de estrategia política futura que busca un gran pacto con el PNV, el PSE-EE y el PP sobre el derecho a decidir, una vez que se culmine la desaparición definitiva de la violencia de ETA. El texto, al que ha tenido acceso este periódico, recoge que dicho «acuerdo democrático» en torno a la autodeterminación busca unir a «todas las culturas políticas». Posteriormente, lo acordado se sometería a refrendo de la sociedad vasca y se plantearía a los Estados español y francés como una oferta de «solución al conflicto político» para que sea «reconocida» y respetada. No obstante, conscientes del probable rechazo de los gobiernos, la izquierda abertzale contempla un ‘plan b’ basado en mantener a España y Francia la mano tendida pero impulsando «pasos unilaterales» que podrían llegar incluso hasta una «declaración de independencia unilateral» si se lograra la relación de fuerzas necesaria.
Con este documento, de once páginas y titulado ‘Concretando Zutik Euskal Herria’, la izquierda abertzale define una especie de ponencia política que actualiza la resolución Zutik Euskal Herria que abrió, hace ya dos años, la nueva fase de apuesta por vías sólo políticas y de rechazo a la violencia, que está a punto de concretarse en un final definitivo de toda actividad de ETA. El documento comenzó a gestarse en verano y se ha culminado a partir de septiembre tras su debate con la militancia en distintas asambleas. El objetivo es ofrecer a las bases unos criterios para seguir avanzando en el nuevo ciclo político que se abrirá en el nuevo escenario de paz y que podría traer la legalización del nuevo partido Sortu.
La izquierda abertzale pretende activar esta nueva estrategia desde ya, aunque ahora la prioridad es concluir la primera fase de esta hoja de ruta, centrada en solucionar las consecuencias del conflicto, en especial lo referente al final de la violencia de ETA, la legalización de Sortu o los derechos de los presos. Una vez solucionados los temas técnicos se abordarían las dos siguientes fases: la consecución del Acuerdo Democrático entre los partidos vascos y, en tercer lugar, la aceptación por España y Francia, lo que abriría la posibilidad de que el proyecto político independentista pudiera materializarse en un futuro que el documento no concreta. Las fuentes de este sector consultadas barajan como plazo lógico para desarrollar esta estrategia la siguiente legislatura vasca que comenzaría en 2013, con un escenario ya sin ETA.
La izquierda abertzale no descarta que, en función de las aportaciones del resto de partidos, pueda alterarse el orden de los factores, alcanzando primero, por ejemplo, un acuerdo con los Estados y luego el refrendo de la ciudadanía vasca a través de una consulta. Lo que la formación independentista deja claro es que el debate político se abre una vez cerrado el ciclo de la lucha armada de ETA, en línea con lo que está defendiendo en los últimos meses de que el fin de la violencia no tiene precio político.
Y la clave es que la antigua Batasuna residencia en Euskadi el principal acuerdo político, que debe ser «transversal» entre las «cuatro grandes culturas del país», en alusión a PNV, PSE-EE y PP, además de la izquierda abertzale. Este modelo, por tanto, supera el esquema de acumulación de fuerzas exclusivamente nacionalistas vascas de Lizarra. El objetivo es que ese gran pacto transversal sea aceptado por el Gobierno español y permita la posibilidad de «materializar la independencia» en igualdad de condiciones que el resto de proyectos.
Otro aspecto significativo es que la formación ilegalizada se abre a que ese gran acuerdo pueda adoptarse en el seno de las instituciones actuales, tanto el Parlamento Vasco como el navarro, en el caso de la comunidad foral, que tendrán un papel «capital», según las fuentes consultadas. Entre los ejes para el desarrollo de la estrategia independentista se destaca la necesidad de incidir en la acumulación de fuerzas soberanistas, en línea con planteamientos como Bildu o Amaiur, que suman a partidos como EA, Aralar o Alternatiba. Esta estrategia se combina con la creación de «mayorías sociales» soberanistas. El documento precisa que el hecho de que la prioridad sea ahora rematar el final de la violencia y lograr la legalización no implica, y así se recoge literalmente, que se tenga que aparcar la «lucha ideológica en favor de la independencia», porque si no «el terreno ideológico perdido puede ser demasiado grande».
Diferencias con Anoeta
El nuevo esquema tiene similitudes con el modelo de Anoeta, en 2004, aunque ahora el carril de las consecuencias técnicas y el raíl político no van a la misma velocidad, sino que hasta que no se produzca la desaparición definitiva de la violencia no se hincará el diente al debate entre partidos sobre el nuevo marco. No obstante, el texto recoge que el final de la violencia no acaba con el «conflicto político» y rechaza los relatos que promueve el Gobierno de «vencedores y vencidos». «No tenemos narración por el momento porque el proceso de liberación sigue adelante», agrega.
La izquierda abertzale entiende que se da una oportunidad histórica para la resolución del conflicto e invita al Estado español a abordar una «segunda transición». No obstante, es realista y admite que «no parece que el Estado español vaya a tomar ese camino en breve», por lo que augura una futura confrontación democrática que incluiría pasos «unilaterales» por la independencia. Para ello admiten la necesidad «de un cambio absoluto en la relación de fuerzas en toda Euskal Herria» y la necesidad de un acuerdo básico «entre todas las culturas del país».
DIARIO VASCO, 15/10/11