EL CORREO 21/06/13
Considera que el texto es un «ejercicio de funambulismo político» que no tiene «recorrido» futuro
«Es un ejercicio de funambulismo político». Así definen en la izquierda abertzale el Plan de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco. La formación independentista, tras una semana de análisis del prolijo documento del lehendakari, diagnostica que la propuesta «no tiene recorrido» y ve «casi imposible» lograr un «microacuerdo» entre los cuatro grandes partidos vascos, según fuentes autorizadas de este sector político.
La izquierda abertzale, integrada en el Parlamento vasco dentro de la coalición EH Bildu, sigue dispuesta a participar en el plan y a realizar sus aportaciones, pero con poco optimismo sobre su viabilidad real. Ya la semana pasada, el portavoz de Sortu, Pernando Barrena sorprendió con una dura andanada tras el primer vistazo. El estudio más reposado, diez días después, no ha dulcificado precisamente la visión de la dirección del partido.
Más allá de las carencias intrínsecas que detectan, como la ausencia de referencias a las «causas del conflicto», o que el plan adolezca de una visión de la violencia «centrada en ETA y contemporizadora con la violencia del Estado», Sortu entiende que el plan es demasiado extenso y complejo. Concluyen que el documento es un intento de contentar a todas las partes, sin hincar el diente con decisión a cuestiones claves como la solución a la situación de los presos de ETA, según los medios consultados. Enmarcan, por tanto, el documento de Iñigo Urkullu, más en un ejercicio de equilibrismo del PNV, sobre todo ante el PP, y echan en falta un mayor arrojo en la demanda al Ejecutivo central de una flexibilización de la política penitenciaria.
Unido a todo esto, la izquierda abertzale cree que no se dan condiciones para «microacuerdos» con el PP, ni siquiera con el PSE, como plantea el secretario general de Paz y Convivencia, Jonan Fernández. El mundo de Sortu entiende que tanto los populares como los socialistas, «no sólo no avanzan», sino que se encuentran en posiciones de «involución» que obstaculizan cualquier entendimiento.
El escollo del «suelo ético»
Uno de los argumentos empleados por el responsable del Gobierno vasco para las políticas públicas de pacificación fue la existencia de un consenso de los cuatro grandes partidos en torno a un párrafo pactado en pleno parlamentario el 14 de marzo sobre la necesidad de una paz y convivencia «basadas en el reconocimiento de la injusticia de la violencia y del daño causado a las víctimas». Sin embargo, desde la izquierda abertzale recuerdan que sólo ocho días después, PNV, PSE y PP consensuaron el denominado «suelo ético», del que quedó fuera la EH Bildu y que apuesta por la «deslegitimación del terrorismo». PSE-EE y PP han centrados sus críticas al plan de paz precisamente en la ausencia de mención a este «suelo ético». Las dos fuerzas constitucionalistas quieren incluirlo en la redacción final, algo inasumible para la izquierda abertzale, al menos actualmente.
Así las cosas, la formación independentista no ve «terreno abonado» para el acercamiento, cuando además detecta un incremento de los «ataques» del Gobierno del PP a través de actuaciones como el mantenimiento en prisión de Arnaldo Otegi o la reactivación del juicio contra el núcleo duro de Sortu por el caso de las herriko tabernas.
Al mismo tiempo, Sortu no quiere ceder al PNV ni al lehendakari la fotografía del liderazgo desde Euskadi de la gestión del nuevo tiempo sin violencia de ETA. Y menos aún que lo hagan desde el Parlamento vasco, ya que el mundo de la izquierda abertzale aspira a un esquema de carácter más global, que cuente con el aval internacional, en línea con la ‘hoja